Nada hay más triste que dejarse llevar. «Porque la mayor locura que puede hacer un hombre en esta vida es dejarse morir sin más ni más, sin que nadie le mate ni otras manos le acaben que las de la melancolía. Mire no sea perezoso, sino levántese…»: esto le dice Sancho a Don Quijote cuando parece que este último está entrando en razón, en su lecho de muerte. Dejarse llevar.
En un pasillo de un aeropuerto, mirando pantallas para saber cuál era mi puerta de embarque, coincidí con un hombre que llevaba una mochila exactamente igual que la mía: misma marca, mismo color. Diferente contenido. Él iba magníficamente vestido, perfumado; su cara, sin embargo, mostraba un dolor profundo, de los que se te meten en los huesos hasta la sinrazón. Nos volvimos a encontrar en la puerta de embarque: también viajábamos al mismo lugar. Entonces comentamos, un pourparlé, que llevábamos la misma mochila. Comenzamos a pegar la hebra. Yo ya pensaba en la vuelta a casa, en la familia, en ver a mi nieta, en los líos y recados que me aguardaban; él prefería no volver: cabalgaba sobre el éxito profesional y a lomos del fracaso con su mujer, en su relación de pareja. Se fijó en la cruz que llevo en la solapa y me preguntó «si era cura». Le dije que no, que diácono. Le tuve que explicar qué era eso. Y entonces me dijo que hacía mucho que no iba a Misa y que no se confesaba, casi entonando un mea culpa… hasta que le hice parar. No se detuvo. Me habló de sus problemas, me reconoció lo que él consideraba sus errores. ¡Para cuánto dan 15 minutos! Y también me dijo que estaba muy triste, que se sentía abandonado hasta de sí mismo, que se estaba dejando llevar por el trabajo. Y que qué opinaba yo que debía hacer.
«Pues, rey mío, hablar con tu mujer». Hablar mucho con ella. Porque se estaba dejando morir sin más ni más. La pereza de los sentimientos lleva a la dureza del corazón. No pasa nada por reconocerse normalito, débil, necesitado. Ni por consultar con tu mujer, o con tu marido, cosas del trabajo: quizá ella, o él, no sea experto en el asunto… pero es quien mejor te conoce y quien más te quiere. Prueba: seguro que te ayuda y te dice algo inteligente. El amor es así de raro. ¿Raro?