Eduardo Agosta: «Hay que eliminar los combustibles fósiles inmediatamente»
El carmelita experto en clima ha sido invitado por la ONU a la COP30 sobre el clima. «Estamos en camino de calentar el planeta entre 2,8 y 3,5 grados centígrados. O sea, mal», lamenta
La mirada de todo el mundo se posa estos días en la cumbre por el clima que se está celebrando en Brasil hasta el 21 de noviembre. El fraile carmelita Eduardo Agosta, director del Departamento de Ecología Integral de la CEE y experto en climatología, ha sido invitado por la misma ONU a participar en la COP30.
—¿Con qué logros acabó la COP29 y qué quedó pendiente?
—De la COP29 quedó pendiente avanzar en la hoja de ruta financiera: quiénes aportan y cómo lo hacen los fondos para la adaptación y mitigación climática y la ampliación de los mecanismos innovadores de financiación climática. Hasta ahora lo prometido es insuficiente en el orden de magnitud de que se necesita para ayudar a los países más pobres del sur. La Iglesia pone énfasis en que se trate de ayudas (grants) y no préstamos (loans) en base a la histórica deuda ecológica de los países del norte.
—¿Qué aspecto podría tener el calendario claro y vinculante que piden ? ¿Qué plazos hacen falta según la ciencia para conseguir el objetivo de limitar el calentamiento global a un aumento máximo de 1,5 grados centígrados respecto a los niveles preindustriales, tal como se acordó en el marco del Acuerdo de París?
—Hay que empezar por la eliminación de los subsidios estatales a todos los combustibles fósiles inmediatamente —y no solo al carbón—, y luego abandonar toda nueva exploración de fósiles. También hace falta detener la ampliación de las infraestructuras existentes y parar gradualmente la producción en los próximos años inmediatos. Tal como están los niveles de emisiones presentados por los países este año, estamos en camino de calentar el planeta entre 2,8 y 3,5 grados centígrados. O sea, mal. En este contexto, la cuota de carbono permisible para extraer se ha de cerrar en el 2028, porque a partir de entonces, si seguimos emitiendo, se incumpliría el Acuerdo de Paris). A este ritmo superaremos el umbral de 1,5 grados centígrados a mediados de la década del 2030, incumpliendo ese Acuerdo.

—¿Tienen esperanzas puestas en Brasil como anfitrión, teniendo en cuenta su apuesta reciente por nuevas explotaciones de combustibles fósiles en el Amazonas>?
—Cada cumbre trae esperanzas de que las cosas pueden cambiar. Brasil tiene un capital ambiental y humano que hacen historia del cuidado ambiental: los pueblos indígenas, las Iglesias locales, los movimientos sociales… Todo es propicio para lograrlo. Brasil además alienta un nuevo programa: el Balance Ético Mundial que nos habla de que no todo es técnica, sino también cultura, sensibilidades y vidas, lo que hay que preservar y promover en la transformación y transición.
Además, Brasil, como presidencia de la COP30, propone traducir los resultados del Balance Global de la COP 28) en seis grandes ejes temáticos interconectados en clave de ecología integral, y en 30 objetivos clave para impulsar definitivamente la Agenda de Acción Climática, corazón del éxito del Acuerdo de París.
—En este Jubileo dedicado a la esperanza, ¿hay esperanza humana para el clima? ¿Cómo combatir el desasosiego ante la posibilidad de que, como siempre, las cosas se hagan poco, tarde y mal?
—Lo que me da esperanza es la fe de que Dios en la persona de Jesucristo confía en la humanidad y que esta puede cambiar. Es posible la conversión ecológica y es posible que el don de la inteligencia y del amor que Dios nos ha dado, cuando se unen, nos hagan capaces por gracia De Dios de producir el milagro de que las cosas pueden cambiar. Por eso cada COP ilusiona.