Los más de 2.000 participantes del Congreso de Laicos 2020 Pueblo de Dios en salida, celebrado el pasado fin de semana de forma muy exitosa, compartieron con alegría el hecho de saberse miembros de la Iglesia y así protagonistas de la misión que esta tiene.
En la ponencia final se recordó que «la vocación es el regalo que Dios nos dona junto a la vida» y «este pueblo ha sido bendecido con distintas vocaciones». La vocación laical no es una vocación de segunda e, igual que las otras, está unida a misión y santidad. «La llamada a la santidad es una llamada a la entrega, a la donación y a la alegría misionera», se añadió.
Con esta certeza, laicos, sacerdotes y consagrados han de sentirse «corresponsables», algo que supera la noción de responsabilidad porque «implica una responsabilidad compartida y ejercida complementariamente». En la Iglesia sinodal «nos necesitamos todos» y, aunque todavía puedan quedar algunas resistencias, los participantes del congreso deben llevar la alegría de estos días a sus diócesis y comunidades.