Editor del último libro del Papa: «Da libertad absoluta y nunca ha rehuido una pregunta» - Alfa y Omega

Editor del último libro del Papa: «Da libertad absoluta y nunca ha rehuido una pregunta»

El periodista argentino Hernán Reyes acaba de publicar La esperanza no defrauda nunca (Mensajero), con reflexiones inéditas del Santo Padre para el Jubileo 2025

María Martínez López
El periodista en uno de sus encuentros con Francisco
El periodista en uno de sus encuentros con Francisco. Foto cedida por Hernán Reyes.

¿Qué se van a encontrar los lectores cuando abran La esperanza no defrauda nunca?
Ya desde título se pueden imaginar que es un libro muy relacionado con el Jubileo 2025, que empieza el 24 de diciembre. Haciéndome eco de este principio tan importante para Francisco de que «la realidad es más importante que la idea», pensé en derivar el lema del año santo (Peregrinos de esperanza) en rostros concretos. Así es como aparecen una mujer embarazada, un pobre, un migrante, una persona privada de libertad, que muestran el recorrido del Papa con la esperanza siempre como hilo conductor. Para ello tuvimos siete encuentros, pero las he desglosado para que no queden como preguntas y respuestas, sino solo su voz sin mis molestas interrupciones; y complementándolo también con intervenciones suyas.

Son realidades muy concretas.
Va de lo general a lo particular, al punto de describir por ejemplo todo lo que hacen los sistemas de publicidad a partir de las IA, la promoción de las apuestas online con todo lo que generan o incluso la cuestión de la gentrificación. Es la primera vez que Francisco usa este término para referirse a las grandes transformaciones de núcleos urbanos.

No están los tiempos para mucho optimismo. ¿De qué esperanza nos habla el Papa?
Efectivamente, el Santo Padre señala la gran diferencia entre el optimismo —algo más pasajero, que puede estar hoy y mañana no— y la esperanza, que es mucho más fuerte, un pilar de la vida. Dice que es la virtud teologal más difícil de explicar, pero también la que sostiene a las otras dos, la fe y la caridad. Pero no tratamos solo de la esperanza cristiana que da la certeza de estar en camino a la casa del Padre, sino de la que se vive en la vida cotidiana.

Por ejemplo, en aspectos como la crisis ambiental, ha sido ser humano el que ha puesto al planeta tierra en esta situación. Pero es también quien está en condiciones de poder revertir estos daños. Eso es un signo de esperanza. O en el tema de las embarazada, la esperanza más allá de las caídas en los índices de natalidad. O cómo con las personas privadas de libertad, aun teniendo que cumplir su pena, hay que tener una ventana de esperanza que permita su rehabilitación. Así se van sucediendo los casos, marcando siempre un entorno desesperanzador pero también la luz. El capítulo final es «La esperanza siempre tiene un rostro humano», que juega con la proliferación de las IA. Podrán llegar a ser muy eficientes, pero esta virtud es característica del ser humano.

No hablan solo de la esperanza como virtud espiritual de cada uno, sino también en su faceta social.
Sí. Por ejemplo retoma incluso palabras de Benedicto XVI en las que dice que es una virtud que se vive de manera comunitaria, en la línea de su «nadie se salva solo» de 2020. La esperanza no se puede vivir aislado, sino de forma comunitaria.

¿Qué lecciones o consejos del Papa para vivir el Jubileo se pueden extraer?
No dice que haya que ir a tal sitio en tal momento; son grandes lineamentos. Por ejemplo hay un gran llamado a los jóvenes a ponerse en movimiento. También ese pedido para que se condonen o se tengan en revisión las deudas de los países pobres aprovechando el espíritu jubilar. O cuenta que además de las cuatro puertas santas va a abrir una quinta en una cárcel italiana como muestra de su cercanía a las personas en situación de privación de libertad.

Es ya la tercera obra que escribe mano a mano con el Pontífice. ¿Cómo es este proceso?
Si bien puede parecer que uno se acostumbra a ver al Santo Padres, es una emoción que se resetea cada vez que se está frente a él. Lo mismo pasa con la búsqueda de profesionalidad y de tratar de dar lo mejor de uno mismo en cada encuentro y de serle leal. El Papa es siempre muy respetuoso de la labor periodística. Sabiendo la repercusión que pueden llegar a tener sus palabras, hay libertad absoluta por su parte.

¿No es complicado lograr reunirse siete veces con él?
Lógicamente es un jefe de Estado. Pero ha mostrado un interés que ha facilitado todo y ha permitido que haga el trabajo. Además de los encuentros, incluso me hacía llegar a través de personas discursos de los que estaba interesado en que se extrajera algo para el siguiente encuentro y sugería materiales de lectura que pudieran enriquecer y profundizar los intercambios.

Luego también miró y agregó correcciones y sugerencias y terminó de darle un toque bergogliano. Uno se admira por el grado de detalle que tiene; aunque da un poco de vergüenza cuando a veces me ha corregido una tilde o una coma.

El libro se ha dado a conocer con la polémica en torno a las palabras de Francisco pidiendo que se investigue si en Gaza se ha cometido genocidio. ¿Responde a una estrategia comunicativa suya el dejar caer declaraciones de este calado en textos menos oficiales, por así decir?
A veces la explicación puede ser la más sencilla: que quizá nadie le haya preguntado sobre este tema. Desde que empezamos a trabajar en esta obra ha habido dos ruedas de prensa en vuelos y nadie le preguntó. Porque mire que él ha hecho conferencias con periodistas y libros con otros colegas y nunca ha rehuido una pregunta.

Tampoco lo había dicho él motu proprio antes.
Si algo caracteriza al Papa es que tiene una intuición de cuándo y cómo decir las cosas. Tiene sus tiempos para comunicar los temas y, cuando lo hace, la relevancia y la autoridad moral que tiene movilizan el mundo. Y eso que ni siquiera se pronuncia en términos contundentes sobre la cuestión. Solo respaldó la posibilidad de que se investigue, porque como explica es una definición muy técnica con requisitos que es necesario que se cumplan.