La Exhortación Apostólica post-sinodal Ecclesia en Oriente Medio es el documento elaborado por Benedicto XVI a partir de las 44 proposiciones finales del Sínodo especial para Oriente Medio, que se celebró en el Vaticano del 10 al 26 octubre 2010, sobre el tema La Iglesia Católica en Oriente Medio: comunión y testimonio. La multitud de los creyentes tenía un solo corazón y una sola alma (Hch 4, 32). El texto se divide en tres partes, además de una introducción y una conclusión.
Introducción
La exhortación hace un llamamiento a la Iglesia católica en Oriente Medio para reavivar la comunión en su interior, mirando a los fieles nativos que pertenecen a las Iglesias Orientales Católicas sui iuris, y abriéndose al diálogo con los judíos y musulmanes. Se trata de una comunión, una unidad que hay que conseguir según la diversidad de contextos geográficos, religiosos, culturales y socio-políticos en el Oriente Medio. Benedicto XVI renueva el llamamiento a preservar y promover los ritos de las Iglesias Orientales, patrimonio de toda la Iglesia de Cristo.
Primera parte
El Papa invita a no olvidar a los cristianos que viven en el Oriente Medio y que dan una contribución «noble y auténtica» a la construcción del Cuerpo de Cristo. Al describir la situación en la región y los pueblos que allí viven, Benedicto XVI pone de relieve dramáticamente los muertos, las víctimas «de la ceguera humana», el miedo y las humillaciones. La Exhortación recuerda que la posición de la Santa Sede sobre los diversos conflictos en la región y la situación de Jerusalén y los Santos Lugares es ampliamente conocida. Hace un llamamiento a la conversión, a la paz, a superar todas las diferencias de raza, género y clase, y vivir en el perdón en el ámbito privado y en la comunidad.
Vida cristiana y ecumenismo. Todo este capítulo es un llamamiento a la unidad ecuménica, «que no es la uniformidad de tradiciones y celebraciones»: en un contexto político difícil, inestable y propenso a la violencia como el actual del Oriente Medio, la Iglesia se ha desarrollado en un modo verdaderamente multifacético, presentando Iglesias de antigua tradición y comunidades eclesiales más recientes. Se trata de un mosaico que requiere un notable esfuerzo para fortalecer el testimonio cristiano. La Exhortación hace hincapié en la importancia del trabajo teológico y de las diversas comisiones ecuménicas y comunidades eclesiales, para que -de acuerdo con la doctrina de la Iglesia- hablen con una sola voz sobre los principales problemas morales (la familia, la sexualidad, la bioética, la libertad, la justicia y la paz). También es importante el ecumenismo diaconal, en ámbito caritativo y educativo. A continuación se enumeran algunas propuestas concretas para una pastoral ecuménica: una cierta communicatio in sacris (la posibilidad para los cristianos de acceder a los sacramentos en una Iglesia distinta de la propia) para los sacramentos de la penitencia, la Eucaristía y la unción de los enfermos, y un acuerdo para una traducción común del Padrenuestro en los idiomas locales de la región.
El diálogo interreligioso. Recordando los lazos históricos y espirituales que los cristianos tienen con judíos y musulmanes, se reitera que el diálogo interreligioso no nace de consideraciones pragmáticas de orden político o social, sino que se basa principalmente en los fundamentos teológicos de la fe: judíos, cristianos y musulmanes creen en un solo Dios, por lo que se espera que puedan reconocer «en el otro creyente», un hermano que hay que amar y respetar, evitando instrumentalizar la religión en conflictos «injustificables para un verdadero creyente». En cuanto al diálogo entre cristianos y judíos, el Papa recuerda el patrimonio espiritual común, basado en la Biblia, que contiene las «raíces judías del cristianismo», pide a los cristianos que sean conscientes del misterio de la Encarnación de Dios y condena las injustificables persecuciones del pasado.
Para los musulmanes, el Papa usa la palabra «estima», y añade: «en la fidelidad al Concilio Vaticano II»; lamenta, sin embargo, que las diferencias doctrinales hayan servido de pretexto a unos y otros para justificar, en el nombre de la religión, las prácticas de intolerancia, la discriminación, la marginación y la persecución. La Exhortación también muestra que la presencia de los cristianos en Oriente Medio no es ni nueva ni casual, sino histórica: parte integrante de la región, pusieron en marcha «una particular simbiosis» con la cultura circundante y -junto a judíos y musulmanes- han contribuido a la formación de una rica cultura, propia de Oriente Medio.
En cuanto a los católicos de la región, el texto muestra que, como ciudadanos nativos de Oriente Medio, tienen el derecho y el deber de participar plenamente en la vida cívica, y no deben ser considerados ciudadanos de segunda clase. El Papa dice que la libertad religiosa -la suma de todas las libertades, sagrada e inalienable- incluye la libertad de elegir la religión que se considera la verdadera y de manifestar públicamente sus creencias y símbolos, sin poner en peligro la propia vida y la libertad personal. La fuerza y las construcciones, en materia religiosa, no son admisibles. De aquí la invitación a pasar de la tolerancia a la libertad religiosa, lo que no implica una puerta abierta al sincretismo, sino «una reconsideración de la relación antropológica con la religión y con Dios».
Dos nuevas realidades: el secularismo, con sus formas a veces extremas, y el fundamentalismo violento que reivindica un origen religioso. La sana laicidad implica distinción y colaboración entre política y religión en el mutuo respeto, y garantiza a la política operar sin instrumentalizar la religión, y a la religión vivir sin los estorbos de los intereses políticos. El fundamentalismo religioso -que crece en el clima de incertidumbre socio-política, gracias a las manipulaciones de algunos e la insuficiente comprensión de la religión por parte de otros- quiere tomar el poder, a veces con violencia, sobre la conciencia de la gente y sobre la religión, por razones políticas. Por este motivo, el Papa lanza un llamamiento urgente a todos los líderes religiosos del Medio Oriente para que busquen, con su ejemplo y su enseñanza, de hacer todo lo posible para erradicar esta amenaza mortal que afecta por igual a los creyentes de todas las religiones.
Emigrantes: El Papa aborda una cuestión fundamental, a saber, el éxodo de los cristianos (una verdadera hemorragia), que se encuentran en una situación delicada, a veces sin esperanza, y sufren las consecuencias negativas de los conflictos, sintiéndose a menudo humillados, a pesar de haber participado, a lo largo de los siglos, en la construcción de sus respectivos países. Un Oriente Medio, con pocos cristianos o ninguno ya no sería el Oriente Medio. Por esta razón, el Papa pide a los líderes políticos y líderes religiosos que eviten las políticas y estrategias que tiendan hacia un Oriente Medio monocromo que no refleja su realidad humana e histórica. Benedicto XVI invita a los pastores de las Iglesias orientales católicas a ayudar a sus sacerdotes y sus fieles de la diáspora a mantenerse en contacto con sus familias y sus iglesias y alienta a los obispos de las diócesis que reciben a los católicos orientales a darles la oportunidad de celebrar de acuerdo con sus propias tradiciones. El capítulo también aborda el tema de los trabajadores inmigrantes -a menudo católicos de rito latino- de África, el Lejano Oriente y el subcontinente indio, que a menudo experimentan situaciones de discriminación e injusticia.
Segunda parte
La segunda parte se ocupa de algunas de las principales categorías que componen la Iglesia Católica:
– Patriarcas: Los líderes de la Iglesias sui juris, en perfecta unión con el obispo de Roma, hacen tangible la universalidad y la unidad de la Iglesia y como signo de comunión, sabrán reforzar la unidad y la solidaridad en el marco del Consejo de los Patriarcas católicos de Oriente y de los Sínodos patriarcales, favoreciendo siempre la concertación sobre los temas clave de la Iglesia.
– Los obispos: signo visible de unidad en la diversidad de la Iglesia entendida como Cuerpo, del cual Cristo es la cabeza, son los primeros en ser enviados a todas las naciones para hacer discípulos. Deben proclamar con valentía y defender con firmeza la integridad y la unidad de la fe, en las situaciones difíciles que, lamentablemente, no faltan en el Oriente Medio. Los obispos también están invitados a una sana, honesta y transparente gestión de los bienes temporales de la Iglesia y, en este sentido, el Papa recuerda que los padres sinodales pidieron una revisión seria de las finanzas y los bienes, para evitar la confusión entre los bienes personales y los de Iglesia. Los obispos también tendrán que vigilar para asegurar a los sacerdotes el sustento adecuado, con el fin de que no se pierdan en cuestiones materiales. La enajenación de los bienes de la Iglesia debe cumplir estrictamente las normas del derecho canónico y las disposiciones pontificias vigentes. Por último, el Papa exhorta a los obispos a la atención, en un sentido pastoral, de todos fieles los cristianos, independientemente de su nacionalidad u origen eclesial.
– Los sacerdotes y seminaristas: la exhortación hace hincapié en que los sacerdotes deben educar al Pueblo de Dios en la edificación de la civilización del amor evangélico y de la unidad y esto exige una transmisión en profundidad de la Palabra de Dios, de la tradición y de la doctrina de la Iglesia, junto con la renovación intelectual y espiritual de los sacerdotes mismos. En este contexto, es importante el celibato -don inestimable de Dios a la Iglesia-, y también el ministerio de los sacerdotes casados, antigua componente de la tradición oriental. Como servidores de la comunión, los sacerdotes y seminaristas deben ofrecer un testimonio valiente y sin sombras, tener una conducta irreprochable, y abrirse a la diversidad cultural de sus Iglesias (aprendiendo, por ejemplo, las lenguas y culturas), así como a la diversidad eclesial y al diálogo ecuménico e interreligioso.
– Vida Consagrada: el monaquismo, en sus diversas formas, nació en el Oriente Medio y dio inicio a algunas Iglesias sui iuris; las personas consagradas deben cooperar con el obispo en la actividad pastoral y misionera. Se les invita a meditar mucho tiempo y a observar los consejos evangélicos (castidad, pobreza y obediencia), porque no puede haber regeneración espiritual -de las comunidades de fieles y la Iglesia entera-, sin un retorno claro y neto a la búsqueda de Dios.
– Laicos: miembros del Cuerpo de Cristo gracias al bautismo y por tanto plenamente asociados a la misión de la Iglesia universal, a los laicos el Papa confía la tarea de promover -en el ámbito temporal, que es el suyo- la sana gestión de los bienes públicos, la libertad religiosa y el respeto de la dignidad de cada persona. También se les anima a ser valientes en la causa de Cristo. Para que su testimonio realmente de frutos, los laicos deben superar las divisiones y todas las interpretaciones subjetivas de la vida cristiana.
– Familia: institución divina fundada en el sacramento del matrimonio indisoluble entre un hombre y una mujer («El amor conyugal es el proyecto paciente de toda una vida»), hoy la familia está expuesta a muchos peligros. La familia cristiana debe ser apoyada en sus problemas y dificultades y debe mirar a su propia identidad más profunda, para que sea sobre todo Iglesia doméstica que educa a la oración y la fe, vivero de vocaciones, escuela natural de virtudes y valores éticos, célula fundamental de la sociedad. La exhortación reserva amplio espacio a la cuestión de la mujer en Oriente Medio y la necesidad de su igualdad con el hombre, frente a la discriminación que debe sufrir y que ofende gravemente no sólo a la mujer misma, sino también y sobre todo a Dios. El Papa pone de relieve que las mujeres deben trabajar y participar en la vida pública y eclesial. Con respecto a las controversias jurídicas en materia matrimonial, la voz de la mujer debe ser escuchada a la par con la del hombre, sin injusticias. Por esta razón, el Papa alienta a una aplicación. más saludable y justa, del derecho en este contexto, para que las diferencias jurídicas relativas a la materia matrimonial non conduzcan a la apostasía. Por último, los cristianos de Oriente Medio deben ser capaces de aplicar, ya sea en el matrimonio o en otras cuestiones, su derecho, sin restricción alguna.
– Los jóvenes y los niños: el Papa les exhorta a no tener miedo o vergüenza de ser cristianos, a respetar a los demás creyentes, judíos y musulmanes, a cultivar siempre -a través de la oración- la verdadera amistad con Jesús, amando a Cristo y a la Iglesia. De esta manera, van a ser capaces de discernir con sabiduría los valores de la modernidad útiles para su realización, sin dejarse seducir por el materialismo o alguna red social, cuyo uso indiscriminado puede mutilar la verdadera naturaleza de las relaciones humanas. Para los niños, en particular, la exhortación recurre a padres, educadores, formadores e instituciones públicas para que reconozcan los derechos de los niños desde su concepción.
Tercera parte
La Palabra de Dios, el alma y la fuente de comunión y testimonio: Después de expresar gratitud a las escuelas exegéticas (de Alejandría, Antioquía) que contribuyeron a la formulación dogmática del misterio cristiano en los siglos cuarto y quinto, la Exhortación recomienda una verdadera pastoral bíblica, para disipar los prejuicios o ideas erróneas que provocan controversias inútiles o humillantes. De ahí la sugerencia de anunciar un Año Bíblico, según las condiciones pastorales de cada país de la región, seguido de una Semana anual de la Biblia. La presencia cristiana en el Medio Oriente en los países bíblicos -que va mucho más allá de una simple pertenencia sociológica o de un éxito económico y cultural- reencontrando la savia de las raíces y en el seguimiento de los discípulos de Cristo, tendrá un nuevo impulso.
Liturgia y vida sacramental: Para los fieles de Oriente Medio, la liturgia es elemento esencial de la unidad espiritual y de la comunión. La renovación de las celebraciones litúrgicas y textos -en su caso- debe basarse en la Palabra de Dios y realizarse en colaboración con las Iglesias co-depositarias de las mismas tradiciones. Central la invitación a mirar a la importancia del bautismo, que permite a los que lo reciben vivir en comunión y desarrollar una verdadera solidaridad con los demás miembros de la familia humana, sin discriminación alguna por motivos de raza o religión. En este contexto, el Papa espera un acuerdo ecuménico para el reconocimiento mutuo del bautismo entre la Iglesia católica y las Iglesias con las que está en diálogo teológico, para restaurar, así, la plena comunión en la fe apostólica. La Exhortación también anhela una práctica más frecuente del sacramento del perdón y la reconciliación, e insta a los pastores y a los fieles a promover iniciativas de paz, incluso en medio de la persecución.
La oración y la peregrinación: Oriente Medio es un lugar privilegiado de peregrinación para muchos cristianos que aquí puedan fortalecer su fe y vivir una experiencia profundamente espiritual. El Papa pide que los fieles tengan libre acceso, sin restricciones, a los Santos Lugares. También es esencial que la peregrinación bíblica de hoy vuelva a sus motivaciones iniciales: un camino penitencial en busca de Dios
Evangelización y caridad misiones de la Iglesia. La Exhortación hace hincapié en que la transmisión de la fe es una misión esencial de la Iglesia. De ahí la invitación del Papa a la nueva evangelización que, en el contexto actual, marcado por cambios, hace al fiel consciente de su testimonio de vida: ésta refuerza su palabra cuando habla de Dios con valor y abiertamente, para anunciar la Buena Nueva de salvación. En particular, en Oriente Medio, el estudio de la evangelización teológica y pastoral tendrá que mirar en dos dimensiones, la ecuménica y la interreligiosa. Acerca de los movimientos y comunidades eclesiales, el Papa les anima a actuar en comunión con el obispo del lugar, y de acuerdo con sus orientaciones pastorales, teniendo en cuenta la historia de la cultura, la liturgia, la espiritualidad y local, sin confusión ni proselitismo. La Iglesia católica en Oriente Medio está invitada a renovar su espíritu misionero, desafío más urgente que nunca en un contexto multicultural y multirreligioso. Un fuerte estímulo, en este sentido, puede derivar del Año de la Fe. Sobre la caridad, la Exhortación recuerda que la Iglesia debe seguir el ejemplo de Cristo, que se hizo cercano a los más débiles: los huérfanos, los pobres, los discapacitados, los enfermos. Por último, el Papa saluda y alienta a todas las personas que trabajan, de modo impresionante, en los centros educativos, las escuelas, los colegios y las universidades católicas de Oriente Medio. Estos instrumentos de cultura -que debe ser apoyados por los políticos- muestran que existe, en Oriente Medio, la oportunidad de vivir en el respeto y la colaboración a través de la educación a la tolerancia.
La catequesis y la formación cristiana: el documento papal estimula la lectura y la enseñanza del Catecismo de la Iglesia Católica y una iniciación concreta a la Doctrina Social de la Iglesia. Al mismo tiempo, el Papa invita a los Sínodos y otros organismos episcopales a facilitar a los fieles el acercamiento a la riqueza espiritual de los Padres de la Iglesia y a actualizar la enseñanza patrística, complemento de la formación bíblica.
Conclusiones
De un modo solemne, Benedicto XVI pide, en el nombre de Dios, a los líderes políticos y religiosos no sólo aliviar los sufrimientos de todos los que viven en el Oriente Medio, sino también eliminar las causas, haciendo todo lo posible para llegar a la paz. Al mismo tiempo, a los fieles católicos se les insta a consolidar y vivir la comunión entre ellos, dando vida al dinamismo pastoral. «La tibieza disgusta a Dios», y por tanto los cristianos de Oriente Medio, los católicos y los demás, den testimonio de Cristo, unidos y con coraje. Se trata de un testimonio no fácil, pero emocionante.