Don Javier Cremades: «Hay que situar a las personas en el centro» - Alfa y Omega

Don Javier Cremades: «Hay que situar a las personas en el centro»

Veinte grandes despachos de abogados de todo el mundo han creado en Nueva York la International Network for Financial Litigation. Como Secretario General, ha sido elegido el español don Javier Cremades, presidente de Cremades & Calvo Sotelo, también secretario general de la Fundación Madrid Vivo, que desde la JMJ Madrid 2011, encauza la colaboración de algunas de las más importantes empresas españolas con el Arzobispado de Madrid en diversas obras sociales. La International Network nace para dar soluciones a clientes que operan en un mercado global, pero segmentado por legislaciones nacionales («¿A quién acude un inversor chino que invierte en un fondo luxemburgés que compró en Suiza preferentes de Caja Madrid?», pone el señor Cremades como ejemplo). Pero la Network se propone también contribuir a regenerar y devolver la credibilidad al sistema financiero, sacudido por una grave crisis de confianza. Para ello —señala— es imprescindible restituir, reparar y volver a poner a la persona en el centro

Ricardo Benjumea
La International Network for Financial Litigación, en el acto de su creación en Nueva York (Cremades, sentado, 2º por la izquierda).

¿Cómo hemos llegado a esto?
La crisis financiera que golpea a tantas personas es resultado de muchas malas prácticas y comportamientos inadecuados, basados en la codicia individual, en el afán desmedido de lucro, en la falta de transparencia con los consumidores y ciudadanos…, en no haber puesto a las personas en el centro, en definitiva. Todo ello ha traído como resultado una pérdida profunda de confianza, no sólo en los operadores del sector financiero, sino, en general, en las instituciones. Esa pérdida de confianza, que es la base de la vida en sociedad, tiene consecuencias profundas, y es necesario hacer un trabajo intenso de recuperación de la confianza. Es necesario reparar, devolver, restituir. Y es fundamental que la gente siga confiando en el sistema. El sistema se puede equivocar, pero debe ser capaz de reparar y de hacer honor a aquel dicho de aún quedan jueces en Berlín.

La International Network promoverá, entre otras cosas, un código internacional de buenas prácticas financieras, o la creación de un organismo internacional de arbitraje. Pero la ventaja competitiva de un gran despacho de abogados —al igual que el de una gran entidad financiera— es justamente su capacidad de actuar en un mercado global, fragmentado en legislaciones nacionales, con sus paraísos fiscales, etc.
Un abogado, además de ganarse la vida, debe tener pasión por la justicia. Es cierto que puede haber conflictos de interés. Muchos bufetes grandes no aceptan litigios contra bancos, y es difícil encontrar firmas prestigiosas capaces de enfrentarse a sus clientes preferidos, las entidades financieras, pero yo creo que nosotros, en la Network, hemos hecho una gran labor de identificar a las firmas líderes en el mundo en litigación financiera. Y creo que la ética profesional requiere hoy una respuesta por parte de los profesionales y del sistema, y un compromiso de que las personas están por encima de todo… Le pongo un ejemplo: nosotros representamos a un número significativo de clientes del Banco de Santander afectados por Madoff [presidente de una firma de inversión, condenado por fraude], y conseguimos llegar a un acuerdo con el Banco. Nosotros siempre rechazamos hacer sangre innecesariamente, pero, desde el principio, pusimos de manifiesto que el problema era objetivo, y el Banco fue lo suficientemente inteligente y flexible para dar una respuesta a tiempo, y recuperó la confianza de sus clientes. Fue muy satisfactorio y ahorramos años de litigios. El Banco sabía que esos clientes no conocían al señor Madoff, que era la entidad que había seleccionado sus productos para comercializarlos. El criminal era Madoff. El Banco también fue víctima. Pero supo indemnizar a tiempo a sus clientes y recuperar su confianza. Y hoy el Santander es un cliente importante de nuestro despacho…

¿Es cierto que ésta no es una crisis más, que se tambalea el sistema?
La crisis está muy extendida y afecta a valores muy profundos. Estamos viendo algunos brotes de violencia, escraches, agresiones verbales… Y eso no es bueno para la sociedad. Yo estuve en la Junta General de Bankia, del año pasado, y me encontré con muchos hijos de jubilados explicando que sus padres habían luchado toda su vida por darles un futuro, y que ahora, en su última etapa, habían perdido sus ahorros. A través de la confianza que tenían normalmente en el director de su caja de ahorros, pusieron su dinero en un producto del que ignoraban su verdadero riesgo.

En Bankia estaban ya los nuevos gestores, pero estas personas afectadas ya no se fiaban de nadie. Y como ellas, hay otras muchas. Son muchas cosas las que están fallando, y la confianza es básica para una vida amable y civilizada en sociedad. Si España no ha tenido fuertes estallidos sociales, es gracias a su red familiar. Si la gente no está desesperada, es porque sabe que su familia responde. Yo creo que ésta es la única explicación de por qué España sigue siendo un país con una cierta paz social.

Afectados por las preferentes.

En casos así, ¿cómo se restituye, quién, con qué dinero?
Nuestro despacho representa a numerosos preferentistas con un perfil muy conservador, que depositaron en productos que habían considerado de bajo riesgo su colchón económico para los últimos años de su vida. Esas personas han sido engañadas. Si se estudian sus perfiles, era fácil deducir que nunca habrían apostado por este tipo de productos. Ahora resulta que no hay dinero para compensar a los preferentistas, y se han inventado este sistema del arbitraje, pensado sólo para casos muy extremos. A la gente se le está llevando a la creencia de que, en ese arbitraje, va a encontrar una reparación, y desgraciadamente no es así, porque no hay dinero. Algunas entidades financieras han pedido perdón y han reconocido errores, pero no es suficiente. Hay que restituir.

Estamos, además, ante la primera reclamación en la historia de Europa contra un supervisor, contra un Banco central: mil accionistas reclaman al Banco de España una compensación por no haber supervisado correctamente la puesta en el mercado de un Banco quebrado (la quiebra se produjo sólo siete meses después de la salida a Bolsa). Los inversores institucionales apenas suscribieron un 2 % del capital, es decir, los que sabían no pusieron su dinero, pero se hizo una gran campaña, con el aval del Estado. Eso es una cuestión muy grave, que afecta a los administradores, a los auditores y a los supervisores.

En su libro Micropoder. La fuerza del ciudadano en la era digital (ed. Espasa), se muestra usted muy optimista sobre las posibilidades de las nuevas tecnologías…
El mundo digital ha proporcionado lo que yo llamo tecnologías de la libertad, la posibilidad de crear redes. Ha empoderado a los individuos, ha posibilitado que ese capitalismo agresivo encuentre un rostro humano, porque las personas están cada vez más en el centro, se pueden conectar unas con otras, acceder a la información, influir… De algún modo, hemos retomado los orígenes del capitalismo, donde, uno a uno, se fueron juntando medios, instrumentos, recursos para poder alcanzar objetivos. Ahora, después de haber conseguido grandes masas de capital que desarrollaron la economía, vuelven las personas, una a una, a ser más importantes. Cuando uno deja un comentario en una web de viajes, o sobre un restaurante, todo eso influye mucho. Entonces, sí, soy optimista, pero en la medida en que no se pierda de vista que la batalla de verdad se da en cada persona, en cada familia, en cada escuela… Si fabricamos una sociedad de orcos, de gente que se regocija con el daño a terceros y se queda indiferente ante el mal, esos orcos podrán también multiplicarse a través de las redes sociales; pero, si conseguimos personas capaces de trasladar a la red los valores más nobles, encontrarán en el mundo digital una enorme palanca para su influencia.