Documental sobre la Eucaristía llega a España: «Nos podemos comer a Dios: es alucinante»
De la mano de Jim Caviezel, Scott Hahn, Raniero Cantalamessa y Emerson Fitipaldi, llega a nuestro país el documental La Misa, el beso de Dios, un recorrido por la liturgia eucarística salpicado con testimonios personales
Scott Hahn y Jim Caviezel, dos de los protagonistas de La Misa, el beso de Dios, que en los próximos meses llega a las pantallas españolas jugaron un papel muy importante en la re-conversión de Tony Gratacós. Veterano del sector audiovisual —Antena 3, Disney Channel y algunas productoras—, confiesa que siempre ha estado en la Iglesia y nunca ha dejado de ir los domingos a Misa, pero «mi vuelta a Dios y el pasar a ir a Misa todos los días fue a raíz precisamente de La Pasión de Cristo», protagonizada por Caviezel. «A mí me gusta mucho el cine y me he dado cuenta de que Dios cuando quiere llamarte te llama por donde más te gusta. El día que fui a ver la película sabía de alguna manera que me iba a tocar. Tenía hasta miedo de ir a verla, pero fui. Y al día siguiente me puse a buscar dónde podía ir a Misa todos los días».
«En esta vida, si no subes bajas», afirma rotundo Tony, que se ha mantenido fiel a la Misa diaria desde entonces, e incluso los lunes hace un ratio de Adoración en el colegio de sus hijos. «No vi a Dios pero me tocó muchísimo». Sus ansias de beber más de la fuente le llevaron seguidamente a leer la encíclica de Juan Pablo II Ecclesia de Eucharistia y el libro de Scott Hahn La Cena del Cordero, «que es alucinante, te pone en la perspectiva de la Misa desde el Apocalipsis».
Tony piensa que muchos conocidos suyos dejaron la fe «el día en que dejaron de ir a Misa». Para él, «Cristo murió en la Cruz para hacerse Pan. Belén significa la casa del Pan, ¡es alucinante! Yo les digo a mis hijos que si no comemos a Cristo no podemos llegar a ningún sitio. Les digo: «Oye, tenéis que comulgar. Tenéis que alimentaros». La Eucaristía nos alimenta aunque no sientas nada. Y la Eucaristía está ligada a la Confesión, una lleva a la otra. Si alguno de mis hijos veo que no comulga le animo a confesarse y a comulgar».
¿Existe el peligro de acostumbrarse a la Eucaristía? Para Tony, «la rutina forma parte del ser humano. Nos pasa con nuestra mujer, con nuestros hijos…, está en nuestra naturaleza. Pero no puedes olvidarte de que comulgar es comerte a Dios. La hemorroísa del Evangelio piensa que con solo tocar el manto de Jesús se sanará. ¡Pero nosotros nos lo comemos! ¡Es mucho más! No hay nada que se pueda comparar a la Misa. Es alucinante».