Monuments men. Dispuestos a dar la vida por la propia tradición
Con un reparto inmejorable (George Clooney, Matt Damon, Bill Murray…), se estrena Monuments men, dirigida por Clooney: original y amena crítica al nacional-socialismo, que plantea además una profunda reflexión sobre el sentido del arte y de la tradición: salvando el patrimonio artístico, salvaguardamos el sentido de lo que somos
En la cúpula del Tercer Reich se daban dos actitudes diferentes hacia la cultura y el arte. Por un lado, el delirio utópico de Hitler que imaginaba un futuro a su medida, en el que Berlín fuera la capital del imperio germánico. Un Berlín nuevo, grandioso, diseñado por el arquitecto Albert Speer, destinado a durar milenios, comparable a la magnificencia del antiguo Egipto y haciendo pequeña la grandiosidad de la Roma imperial. Ninguna ciudad europea podría hacer sombra a la nueva Berlín, y por ello Hitler pensó en un momento determinado destruir París.
Goebbels y Speer, con formación humanística, participaban, con matices, de esta actitud. Por el contrario, personajes como Göring, lo que querían era aprovecharse de Reich para forrarse, vivir en palacios, y tener en el salón de casa las obras de arte más caras y preciadas de la Humanidad. Ambas actitudes convergieron en el deseo del Reich de expropiar todo el arte de los territorios conquistados y llevárselo a Alemania. Si añadimos el robo perpetrado a tantas colecciones privadas de judíos dentro y fuera de Alemania, el resultado fueron miles de piezas de arte sustraídas y escondidas a la espera de un futuro victorioso.
Aquí es cuando entran en acción los Monuments men: un pequeño comando de expertos en arte convertidos a la fuerza en militares, capitaneados por Frank Stoker (George Clooney), que reciben la misión de recuperar las obras robadas para devolverlas a su lugar de origen, o a sus legítimos propietarios. Esta película, dirigida por el propio Clooney, se basa en la historia real relatada en el libro The Monuments Men: Allied heroes, nazi thieves and the greatest treasure hunt in History, de Robert M. Edsel. Lo primero que llama la atención es el inmejorable reparto, en el que —además de Clooney— encontramos a Matt Damon, Bill Murray, John Goodman, Jean Dujardin, Bob Balaban, Hugh Bonneville, Cate Blanchett. Estos excelentes actores sostienen con fuerza una película que, por su naturaleza coral, corre el riesgo de la dispersión dramática.
El tono de The Monuments men es absolutamente clásico, en su estructura, en el desarrollo de las tramas, en el uso de la banda sonora —a menudo irónico— y en el perfil de los personajes. Ese clasicismo elegante está atravesado de un sutil e inteligente sentido del humor, que hace que el resultado sea mucho más oxigenado y fresco de lo que solemos ver en cintas sobre la Segunda Guerra Mundial.
El sentido de la tradición
Sin embargo, no estamos ante una película frívola o superficial. Al contrario, Clooney propone una profunda reflexión sobre el sentido de la tradición, en su manifestación artística y cultural. Hay un momento en el que uno de estos oficiales americanos que está ayudando a unos sacerdotes a salvar una obra de arte sobre la Virgen, es preguntado por uno de los clérigos: «¿Es usted católico?» A lo que responde: «En este momento, sí». Esto es muy interesante, porque demuestra el valor identitario de la propia tradición. Ese hombre está dispuesto a dar su vida por una obra de arte que expresa la fe católica, precisamente porque esa obra explica su modo de vida y su forma de entender el mundo, aunque él no profese dicha fe religiosa.
Esta cuestión de si es razonable o no dar la vida por una obra artística, por ejemplo, de Miguel Ángel, se plantea explícitamente en la película varias veces, y la respuesta que dan los personajes siempre es positiva. Salvando el patrimonio artístico, salvaguardamos el sentido de lo que somos, el significado del hombre y de la Historia. En realidad, el film tiene algo de homenaje a la iconografía cristiana, dos de cuyas mejores representaciones, la escultura de la Madonna de Brujas, de Miguel Ángel, y el políptico de la Adoración del Cordero Místico, de Gante, tienen un papel fundamental en la película.
El aspecto más cómico del film viene dado por el contraste de unos hombres de cultura convertidos en soldados y sometidos a riesgos bélicos reales. Pero también es el aspecto más dramático, ya que más de uno tuvo que dar su vida por la causa. En conclusión, una interesante y amena película, que ofrece niveles de lectura diversos, y que propone una crítica novedosa y original al nazismo, distinta al Holocausto, la que nace de su concepción del arte y de la tradición occidental. Sin embargo, es de justicia recordar aquella excelente película de John Frankenheimer, El tren (1964), con Burt Lancaster, Paul Scofield, Jeanne Moreau y Michel Simon, en la que se nos contaban las argucias de la resistencia para evitar el expolio artístico de París, desviando el tren que llevaba los cuadros hacia Alemania.
George Clooney
Estados Unidos
2014
Bélico
+7 años