Director de la Pastoral del Trabajo: «Es necesaria una formación de militantes obreros cristianos»
Se cumplen 30 años del documento La Pastoral Obrera de toda la Iglesia, que sentó las bases para conocer las necesidades pastorales del mundo obrero con propuestas concretas
Este año se celebra el 30 aniversario del documento La Pastoral Obrera de toda la Iglesia. Propuestas operativas, un texto que fue aprobado por la Asamblea Plenaria de la CEE en noviembre de 1994 pero que mantiene su vigencia hasta nuestros días porque es la guía para las acciones pastorales de la Iglesia ante las realidades del mundo obrero.
El escrito tiene sus comienzos junto con la creación de la Subcomisión de Pastoral Obrera, y nació de un proceso en el que participaron «tanto movimientos específicos como comunidades religiosas y diócesis en las que ya existían delegaciones o coordinadoras de pastoral obrera», explica Antonio Javier Aranda, director del Departamento de la Pastoral del Trabajo de la CEE. Mediante unos cuestionarios, «se pretendía definir qué entendíamos por mundo obrero», así como «conocer la realidad que había detrás de esta pastoral, y qué respuestas se tendrían que plantear para dar una respuesta evangelizadora».
De ahí nació el documento, que este año cumple los treinta años, y que desarrolla 32 propuestas concretas organizadas en cuatro bloques. Por un lado, se «quiere poner las bases para que esta pastoral deje de ser una pastoral de “especialistas” y pase a ser asumida por toda la comunidad eclesial», expresa Aranda en conversación con Alfa y Omega.
Por otro lado, también se analiza la presencia de esta pastoral en la sociedad. «Esta propuesta», asegura el director del departamento, «nos recuerda que la presencia pública es una exigencia de la misión de la Iglesia» y que no somos ajenos a las situaciones en las que viven los trabajadores más pobres, los desempleados y precarios ni a las estructuras sociales y económicas que condicionan sus vidas.
«Para que la respuesta sea “eficaz” es necesaria una formación», sentencia Aranda. Por ello, el tercer bloque de propuestas se enfoca en la formación de militantes obreros cristianos en base a la Doctrina Social de la Iglesia. «Esta formación y esta espiritualidad son imprescindibles para poder desarrollar “cristianamente” nuestra presencia de forma pública», apunta. Por último, el documento señala una serie de tareas específicas «para que la pastoral sea cada vez más conocida y fecunda».
Sin embargo, y aunque el texto cuente ya con 30 años de andadura, no ha perdido su vigencia. Aranda asegura que, aunque se ha avanzado mucho durante estos años, «en algunas cuestiones todavía debemos seguir profundizando e insistiendo» porque «mientras las situaciones de los trabajadores sean una preocupación humana, también serán preocupación de la Iglesia». De hecho, ya san Juan Pablo II definía como «estructuras de pecado» los sistemas sociales, económicos y políticos que provocan «que el mundo obrero viva en situación de precariedad, pobreza y exclusión», como explica el responsable del departamento de la CEE.
Un aniversario con iniciativas concretas
La CEE invita a vivir este aniversario como «una oportunidad para hacer memoria y proyectar esta pastoral en los próximos años». Con el objetivo de difundir el documento, se han planificado una serie de actividades de junio a noviembre en las que se irán destacando aspectos concretos del texto. Cada lunes se publicará un fotomensaje y cada jueves, un videomensaje en el que harán memoria los directores y obispos responsables que han pasado por este departamento desde su constitución. De hecho, esta serie de mensajes ya se han estrenado con la intervención del primer obispo responsable, Victorio Oliver. Todas estas iniciativas se podrán seguir a través de la página web de la Comisión Episcopal para la Pastoral social y Promoción humana así como en el canal de Youtube del departamento de Pastoral del Trabajo y sus redes sociales.
Todas estas actividades servirán también para preparar las XXX Jornadas Generales de la Pastoral del Trabajo, que tendrán lugar en Ávila el 23 y 24 de noviembre. Además, durante el evento, se presentará la exposición itinerante Los rostros del mundo obrero y del trabajo, que recorrerá las distintas diócesis durante el próximo Jubileo de la Esperanza.
1. El 18 de noviembre de 1994, en el transcurso de la LXII Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal Española, se aprobó el documento “La Pastoral Obrera de toda la Iglesia”. Se cumple ahora, por tanto, el trigésimo aniversario de su publicación. Con ocasión de su vigésimo aniversario, los obispos de la entonces Comisión Episcopal de Apostolado Seglar hicieron público un mensaje en el que, entre otras cosas, decían:
“Con la publicación del documento se ofreció a la Iglesia que peregrina en España, una serie de orientaciones que invitaban a acoger la pastoral obrera no solo como la actividad propia de especialistas, de quienes de manera expresa eran enviados a evangelizar esa realidad, sino como eje transversal que pudiera estar presente en las distintas actividades pastorales de la Iglesia que quiere acompañar el sufrimiento de sus hijos, de todo el hombre, y de todos los hombres.
Hoy es conveniente seguir mirando con detenimiento y con misericordia entrañable esa realidad, mirar a los hombres y mujeres del trabajo, ver cuáles son sus esperanzas y sus gozos, sus sufrimientos y luchas; una mirada que nos permita actualizar en las nuevas circunstancias una propuesta pastoral para toda la Iglesia.
Queremos invitaros de nuevo -decíamos los obispos- a recorrer un camino de mirada y misericordia entrañable, que nos lleve a transitar senderos de justicia, en los que sembrar el Evangelio en la vida de los hombres y mujeres del mundo obrero y del trabajo. Queremos invitar a nuestras comunidades diocesanas, a las delegaciones y secretariados de pastoral obrera y del trabajo, a los movimientos apostólicos especializados en el mundo obrero, a las parroquias, comunidades, congregaciones religiosas presentes en estos ámbitos de evangelización, a mostrar desde su cercanía encarnada el rostro sufriente de Cristo que nos sigue preguntando: «¿Dónde está tu hermano?»”
2. Hacer memoria agradecida de la presencia evangelizadora de la Iglesia en salida hacia el mundo obrero y del trabajo a lo largo de estos treinta años, nos invita “a cada uno de los obispos en sus respectivas diócesis y a la Conferencia Episcopal en el ámbito nacional, a potenciar la promoción, presencia y participación de la Pastoral Obrera en la Iglesia”[1], también a “seguir dando los pasos necesarios para que dentro de la misma Conferencia se aseguren en todo momento los cauces adecuados de coordinación e impulso de la misma Pastoral Obrera”[2], así como “oír y consultar a las Delegaciones de Pastoral Obrera para conocer e interpretar las diversas situaciones por las que pasa el mundo del trabajo”[3]. Y nos hace contemplar con agradecimiento el camino recorrido en muchas diócesis y el compromiso militante de personas concretas que han vivido su fe en el mundo del trabajo y cómo la Iglesia ha sabido hacer de puente en tantas ocasiones dentro del mundo obrero, nos satisfacen tantas reflexiones, jornadas, encuentros con agentes sociales. Igualmente esta celebración nos impulsa hoy a renovar esa misma invitación para mirar con misericordia entrañable la realidad del trabajo humano y para continuar recorriendo los senderos de la misericordia y la justicia en el acompañamiento de los hombres y mujeres del trabajo.
3. Desde la aprobación del documento en 1994 hemos recorrido un largo y fructífero camino en la dirección de lograr lo que entonces era un deseo y hoy ya va siendo realidad palpable: la pastoral obrera es pastoral de toda la Iglesia, y así se va manifestando en la estructura pastoral de numerosas diócesis, en la transversalidad con que la realidad del trabajo humano va iluminando la catequesis, la predicación, la liturgia, la diaconía de la caridad y la misión evangelizadora de toda la Iglesia. De manera muy especial, la iniciativa Iglesia por el Trabajo Decente y la celebración de la Jornada Mundial del Trabajo Decente cada 7 de octubre, van calando en nuestro caminar eclesial, expresando el compromiso de toda la Iglesia en la recuperación del trabajo humano como lugar de vida y como lugar eclesial y teológico, siempre, en primer lugar, en nuestra propia realidad eclesial. Defender un trabajo decente reclama que la propia Iglesia seamos un ámbito de trabajo con absoluto respeto a la dignidad de cada persona trabajadora en todas las instancias eclesiales.
4. La Iglesia, tras las huellas del resucitado, reconoce en cada persona, en su sagrada dignidad, el rostro de Cristo, que acompaña nuestro caminar en las alegrías y gozos, en las luchas y esperanzas de todo el género humano. La realidad de la falta de salud y seguridad en el trabajo, el drama de la siniestralidad laboral con las consecuencias que ello tiene para las víctimas y sus familias, la precarización del empleo y de los derechos sociales de las familias, la realidad de los trabajadores pobres, la falta de esperanza con la que los jóvenes ven su futuro laboral, la realidad de tantos trabajadores migrantes sin derechos, la desesperanzada mirada con que las personas en situación de desempleo de larga duración afrontan su vida, o la de tantos pensionistas sin recursos suficientes para una vida digna tras años de trabajo, son lamentos y súplicas que llegan hasta el corazón de Dios, que nos pide nuestra manera samaritana de acompañar la vida de estas personas.
Por eso hoy sigue siendo más necesaria y significativa la presencia eclesial en estas realidades en la tarea de unir misericordia y justicia, en la construcción del Reino de Dios, en la tarea de volver a hacer del trabajo humano una relación de cuidado de los propios trabajadores, de la sociedad humana, de la casa común, mediante la que seguir cuidando del mismo Dios. Queremos contribuir a que el trabajo sea una manera de cuidarnos construyendo fraternidad.
5. Queremos hacer llegar a todas las personas trabajadoras y sus familias nuestra solidaria y fraterna cercanía. A los militantes de los movimientos apostólicos obreros, a los miembros de las Delegaciones y Secretariados Diocesanos y a los equipos parroquiales de pastoral del trabajo, os agradecemos vuestro callado y entregado servicio estos años, y con todo el Pueblo de Dios que peregrinamos en la Iglesia de España, os animamos a seguir transparentando con vuestra vida el amor misericordioso de Dios a todos los que sufren, y a seguir ofreciendo la salvación de Jesucristo a todos nuestros hermanos y hermanas del trabajo con la propuesta humanizadora del Evangelio.