Dios viene a darnos todo - Alfa y Omega

Dios viene a darnos todo

Martes de la 8ª semana de Tiempo Ordinario / Marcos 10, 28-31

Carlos Pérez Laporta
Jesús con Pedro de James Tissot. Museo de Brooklyn, Nueva York.

Evangelio: Marcos 10, 28-31

En aquel tiempo, Pedro se puso a decir a Jesús:

«Ya ves que nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido». Jesús dijo:

«En verdad os digo que no hay nadie que haya dejado casa, o hermanos o hermanas, o madre o padre, o hijos o tierras, por mí y por el Evangelio, que no reciba ahora, en este tiempo, cien veces más – casas y hermanos y hermanas y madres e hijos y tierras, con persecuciones -, y en la edad futura, vida eterna. Muchos primeros serán últimos, y muchos últimos primeros».

Comentario

La liturgia recorta el Evangelio y parece que lo que diga Pedro no venga a cuento de nada. En realidad, el diálogo es más extenso y las palabras de Pedro vienen a continuación de otras de Jesús. Con todo, el recorte no es ficticio, porque es muy probable que estas palabras que ahora pronuncie las llevase Pedro siempre en su corazón: «Ya ves que nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido».

Pedro había visto lo suficiente de Jesús como para dejarlo todo por Él, pero eso no significaba que dejarlo todo fuera algo pacífico e inmediato. No es descabellado pensar que Pedro tuvo siempre estas palabras a flor de piel, porque seguir a Jesús no significaba estar tranquilo, en una situación cómoda y con todo arreglado. Constantemente le venía a la mente lo que había dejado atrás, como la esposa de Lot. Estaba seguro de su elección, pero esa seguridad no resolvía todas las tensiones de su corazón, que seguía amando aquello que había dejado atrás. Pues no se sigue a Jesús porque no se ame la vida; antes bien, se le sigue precisamente porque se ama la vida, y se la quiere amar más aún.

Sabiendo eso, Jesús le respondió. «En verdad os digo que no hay nadie que haya dejado casa, o hermanos o hermanas, o madre o padre, o hijos o tierras, por mí y por el Evangelio, que no reciba ahora, en este tiempo, cien veces más —casas y hermanos y hermanas y madres e hijos y tierras, con persecuciones— y en la edad futura, vida eterna. Muchos primeros serán últimos, y muchos últimos primeros».

Dios no viene a quitarnos nada, sino a dárnoslo todo con su Hijo. No es una posesión pacífica, porque no es una posesión según nuestro poder. Habrá persecuciones. Por eso, para que podamos tenerlo todo con Él, es necesario dejarlo todo por Él, y vivirlo todo según Él.