Delegado de Liturgia de Madrid: «Dios puede darnos la gracia a través de la comunión espiritual»
Ahora que la gran mayoría de los fieles españoles no se pueda acercar al sacramento de la Eucaristía, el delegado de Liturgia y Patrimonio de la Archidiócesis de Madrid, Daniel Escobar Portillo, reflexiona sobre la comunión espiritual en esta entrevista con Alfa y Omega. «Si por nuestra parte hacemos lo posible para recibir este sacramento, Dios tiene el modo, para nosotros desconocido, de darnos su gracia» a través de esta oración, asegura
Con gran parte de las iglesias de España cerradas, la mayoría de las celebraciones públicas suspendidas por culpa del coronavirus y con los fieles sin poder recibir la comunión sacramental, se ha puesto de manifiesto la importancia de la comunión espiritual. Esta pequeña oración, que «consiste en el deseo de recibir al Señor sacramentalmente en la Eucaristía», surgió precisamente «en el contexto de grandes epidemias» —y también «de controversias en torno a la presencia real de Cristo en la Eucaristía»— durante «la Edad Media», tal y como explica Daniel Escobar Portillo, delegado de Liturgia y Patrimonio de la Archidiócesis de Madrid.
Desde entonces, «la Iglesia siempre nos ha recordado que debemos fomentar el deseo constante del sacramento eucarístico» y por ello son muchos los santos maestros de la vida espiritual que han difundido la práctica de la comunión espiritual. Por ejemplo, Santa Teresa de Jesús «hablaba del grandísimo provecho de esta comunión», asegura Escobar.
Además, «Dios puede darnos la gracia a través de la comunión espiritual» porque esta oración «va unida al deseo firme y sincero de recibir la comunión sacramental». «Y si por nuestra parte hacemos lo posible para recibir este sacramento, Dios tiene el modo, para nosotros desconocido, de darnos su gracia», explica el delegado.
¿Qué es la comunión espiritual?
La comunión espiritualconsiste en el deseo de recibir al Señor sacramentalmente en la Eucaristía. Por eso se la llama también comunión de deseo. Aunque se puede realizar siempre, ordinariamente está vinculada a las situaciones en las que hay un impedimento objetivo o subjetivo para comulgar. Así sucede, por ejemplo, cuando alguien que participa en la Misa no está preparado interiormente para comulgar al no haber recibido el perdón en el sacramento de la penitencia; o en el caso de los enfermos que no pueden salir de sus casas; o, como ocurre en estos días, porque por razones sanitarias se han suprimido las celebraciones públicas de la Eucaristía.
¿De dónde nace la comunión espiritual?
Históricamente surge en la Edad Media, en el contexto de grandes epidemias y de controversias en torno a la presencia real de Cristo en la Eucaristía. La Iglesia siempre nos ha recordado que debemos fomentar el deseo constante del sacramento eucarístico. Se trata de una práctica difundida desde hace siglos y recomendada por santos maestros de la vida espiritual. Santa Teresa de Jesús, por ejemplo, hablaba del grandísimo provecho de esta comunión. No podemos olvidar que la frecuencia de la comunión eucarística a lo largo de los siglos ha sido casi siempre menor que hoy, y por eso, al pasar los fieles tanto tiempo sin comulgar, se recomendaba la comunión de deseo.
¿Dios puede darnos la gracia a través de la comunión espiritual?
Sí. Precisamente porque la comunión espiritual va unida al deseo firme y sincero de recibir la comunión sacramental. Siempre podemos acercarnos con gran amor a Dios allá donde estemos. Y si por nuestra parte hacemos lo posible para recibir este sacramento, Dios tiene el modo, para nosotros desconocido, de darnos su gracia. La gracia del sacramento es la unión a Cristo por el amor, que lleva a ser parte viva de su cuerpo que es la Iglesia. Esta gracia se regala a quien la quiere y desea con sinceridad, aunque no se pueda recibir el sacramento. En momentos como este nos puede ayudar mucho la certeza de que el Señor no nos retira su gracia aunque no podamos ir a Misa y comulgar. En estos días, la casi única opción de recibir al Señor a través de la comunión espiritual puede ayudarnos también a reflexionar sobre varias cuestiones que habitualmente pueden pasarnos desapercibidas. En primer lugar, podemos valorar aún más el bien infinito de la participación en la Santa Misa, de modo que pidamos al Señor el don de una verdadera conversión eucarística, que nos permita situar nuestra vida en torno a la Eucaristía. En segundo lugar, debemos huir de una concepción de los sacramentos como una especie de derechos individuales; los sacramentos han sido confiados por Cristo a su Iglesia y esta determina el modo de recepción de los mismos, buscando siempre el bien de los hombres.
¿Hay alguna oración de comunión espiritual?
La Tradición de la Iglesia ha conocido varios modelos de oración que pueden servir para hacer la comunión de deseo. Aunque no exista una fórmula única ni necesario para desear recibir al Señor, pues lo imprescindible es precisamente ese deseo sincero, proponemos esta oración:
Creo, Jesús mío, que estás realmente presente en el Santísimo Sacramento del altar. Te amo sobre todas las cosas y deseo ardientemente recibirte dentro de mi alma, pero no pudiendo hacerlo sacramentalmente, ven al menos espiritualmente a mi corazón. Y como si estuvieras conmigo os abrazo y me uno con vos. Quédate conmigo y no permitas que me separe de ti.