«Dios nos visita en nuestros desiertos existenciales» - Alfa y Omega

«Dios nos visita en nuestros desiertos existenciales»

El Papa asegura que «el Señor viene a liberarnos en las situaciones que parecen sin salida»

Yago González
Francisco durante la Eucaristía celebrada en el Megaron Concert Hall de Atenas
Francisco durante la Eucaristía celebrada en el Megaron Concert Hall de Atenas. Foto: CNS / Paul Haring.

En la recta final de su viaje apostólico por Chipre y Grecia, el Papa ha celebrado una Eucaristía este domingo en el Megaron Concert Hall de Atenas, después de haber visitado por la mañana a los refugiados de la isla de Lesbos. En su homilía, al hilo del Evangelio del día sobre Juan el Bautista, Francisco ha reflexionado sobre cómo Dios ayuda a los hombres en los momentos más duros.

«La redención no comenzó en Atenas o en Jerusalén, sino en el desierto. Juan predicaba en el espacio de la aridez, un lugar inhóspito y lleno de peligros, y ahí se revela la Gloria del Señor», ha recordado el Pontífice. «Dios dirige la mirada hacia donde dominan la tristeza y la soledad. Esto podemos experimentarlo en nuestra vida. A menudo, Él no logra llegar hasta nosotros cuando estamos en medio de los aplausos y sólo pensamos en nosotros mismos, sino en el momento de la prueba, en las situaciones difíciles, en nuestros desiertos existenciales», ha asegurado.

El Papa ha subrayado que «Dios viene a liberarnos en las situaciones que parecen sin salida, irremediables». «No hay lugares que el Señor no quiera visitar. No tengáis miedo de la aridez, es ahí donde Dios viene a visitarnos», ha afirmado.

La conversión

La segunda parte de la homilía ha estado centrada en la conversión que también predicó el Bautista. «Hablar de conversión puede suscitar tristeza, nos parece difícil de conciliar con el Evangelio de la alegría. Pero esto sucede cuando la conversión se reduce a un esfuerzo moral, como si fuera sólo fruto de nuestro esfuerzo», ha advertido Francisco. «Ahí está justo el problema, en basar todo en nuestras fuerzas: ahí anidan también la tristeza espiritual y la frustración. Quisiéramos cambiar, superarnos, pero vemos que no somos plenamente capaces y que, a pesar de nuestra buena voluntad, caemos una y otra vez», ha indicado.

Basándose en la etimología griega de la palabra conversión, el Papa ha afirmado que «convertirse es “ir más allá” de los esquemas habituales a los que estamos acostumbrados, de nuestra pretensión de autosuficiencia, de esos esquemas rígidos en los que siempre se hacen las cosas igual porque “siempre se han hecho así”».

La respuesta, ha asegurado el Pontífice, es que «Dios es más grande»: «Convertirse es no prestar atención a aquello que corroe la esperanza, a los pesimistas que repiten que en la vida nunca cambiará nada; es no rendirse ante los fantasmas interiores que se presentan en los momentos de prueba para desalentarnos y decirnos que ser santos no es para nosotros. No es así, porque está Dios, hay que fiarse de Él, es nuestra fuerza. Todo cambia si se le deja a Él en primer lugar. Le basta que dejemos nuestra puerta abierta para hacer maravillas».