Dios nace en la cárcel - Alfa y Omega

Dios nace en la cárcel

Los presos de las cárceles españolas son los grandes olvidados de la sociedad, pero en estos días voluntarios y capellanes de la pastoral penitenciaria se esfuerzan por hacerles llegar la Navidad

Redacción
Emilio, ante los muros de la prisión de Alcalá-Meco. Foto: Emilio Vereda Cuevas

«La cárcel es como un mundo fuera de nuestro mundo. Está apartado y lejos, como si la sociedad no lo quisiera ver», dice Emilio, un seminarista de Guadalajara que cada viernes acude junto a otros voluntarios y al capellán de la cárcel al centro penitenciario de Alcalá-Meco. «Aunque tu madre te olvidase, yo no te olvidaré», dice Isaías, el profeta del Adviento por excelencia, y así lo han podido vivir los internos de la prisión durante estos días de preparación a la Navidad, gracias a los voluntarios de pastoral penitenciaria.

«Hemos tenido una celebración penitencial con ellos por el Adviento, y ha sido muy bonito comprobar que, hayan hecho lo que hayan hecho, Jesús quiere acercarse a ellos para perdonar sus pecados y que le puedan recibir en la Eucaristía. No son peores que cualquiera de nosotros», reconoce Emilio, quien durante todo este tiempo visitando a los presos se ha dado cuenta de que «no podemos juzgar a la gente. Si están aquí es porque han hecho algo, eso ya lo sabemos, pero ahora se trata de que aquí podamos tratarles como Jesús nos trata a cada uno de nosotros. Yo no soy el bueno y ellos los malos». Es más, «cada vez que veo los muros y los alambres de la cárcel me doy cuenta de que Jesús mismo está prisionero aquí».

La Misa de los viernes, en la que participan cerca de 40 internos, «es muy especial porque es muy sencilla. No hay una gran liturgia, pero es muy participativa; ellos leen y hacen las peticiones, muy espontáneas, por sus familias, por sus juicios, por otros presos… Hay mucho compañerismo que se percibe cuando se abrazan en el momento de la paz. La primera vez que fui allí me di cuenta de que el Jesús que está en la Sagrada Forma es el mismo que el preso que tengo a mi lado».

Días intensos

Si estos días de preparación de la Navidad son intensos en los hogares españoles, también lo son para los voluntarios de pastoral penitenciaria de toda España, que se esfuerzan también por hacer llegar la Navidad al otro lado de los muros de las prisiones, y muchos obispos aprovechan para visitar a los internos que no han obtenido permiso para salir a ver a sus familias.

Así, los cerca de 80 agentes de pastoral penitenciaria de la diócesis de Orihuela-Alicante, junto a la Universidad CEU Cardenal Herrera de Elche, han puesto en marcha la campaña Hoy sí… con sitio en la posada, para obtener los recursos económicos necesarios para seguir manteniendo abiertas las casas de acogida para internos que salen del centro en permisos penitenciarios, un primer paso hacia la reinserción. Además, la campaña también busca ayudar a la alimentación de sus familias, pagar el comedor escolar para los niños y sus libros de texto, así como comprar medicamentos y paliar otras necesidades urgentes. Junto a ello, se quiere también facilitar la comunicación telefónica con la familia por parte de los internos extranjeros y ayudar a sus familias para que puedan visitarlos en la cárcel.

Como explica Mariola Ballester, directora del Secretariado Diocesano de Pastoral Penitenciaria de Orihuela-Alicante, «Dios vino al mundo y los hombres no le abrimos, pero hoy tenemos la llave para ser la esperanza de futuro de muchos hombres y mujeres que esperan, muchos de ellos con temor, que se les vuelvan a abrir las puertas».

Llamadas a familiares

Otra iniciativa en beneficio de los internos es Minutos de esperanza, desarrollada por las diócesis de Aragón para comprar tarjetas telefónicas y que los 2.030 presos de la comunidad autónoma puedan desear feliz Navidad a sus seres queridos. «Queremos que en todas las casas se pueda decir: “Ha llamado papá —o ha llamado mamá—, es Navidad”», explica Isabel Escartín, delegada de Pastoral Penitenciaria de la archidiócesis de Zaragoza, «porque para la sociedad son solo presos, pero para sus familias los presos son ante todo padres, hermanos, hijas, esposos…».

«En la cárcel no hay móviles y en la calle ya no se venden las tarjetas. Además, aunque siguieran existiendo, muchos de ellos no tienen recursos para comprarlas», asegura Escartín. Es, por tanto, «el mejor regalo que se les puede hacer», explican los capellanes de las cárceles. «La Navidad es una época muy emotiva y conectar con los familiares por teléfono es algo que les llena el alma».

Estos días los voluntarios de pastoral penitenciaria echan el resto, porque «queremos acortar la distancia de lo que se vive en la cárcel con lo que se vive fuera. Cada vez más hay más conciencia de la necesidad de intentar alegrar a los internos estas fiestas», asegura Florencio Roselló, director del Departamento de la Pastoral Penitenciaria de la Conferencia Episcopal.

«Durante estas fechas hay sentimientos encontrados —explica—. Ellos echan en falta lo que no tienen, la familia sobre todo, pero los que participan en las actividades de la pastoral también viven estos días con esperanza por el Niño que nace. El belén que montan es la familia que quieren encontrar cuando salen, y muchos internos consiguen vivir estos días con normalidad».

Son días de comunicaciones, de visitas, de llamadas telefónicas, de cartas…, y es habitual en muchos centros penitenciarios que se hagan concursos de belenes, de villancicos, de tarjetas navideñas o representaciones de belenes vivientes, y en Nochebuena hay una cena especial para todos, «actividades que ayudan a vivir estos días y no estar pensando en lo que uno no tiene. Es verdad que siempre hay cierta nostalgia, pero muchos lo viven con normalidad y hasta con esperanza, porque en estas fechas Dios nace también dentro de la cárcel».

Juan Luis Vázquez Díaz-Mayordomo
José Calderero de Aldecoa @jcalderero

La pastoral penitenciaria en cifras

164 capellanes. 2.755 voluntarios. 7.150 reclusos participan en las celebraciones religiosas (12 % de la población total). 75 casas de acogida. 810 personas en trabajos por el bien de la comunidad tuteladas por la Iglesia. 1.302.620 euros invertidos por delegaciones y capellanías.