«Dios es misericordia y siempre nos espera», dice Francisco en su última catequesis - Alfa y Omega

«Dios es misericordia y siempre nos espera», dice Francisco en su última catequesis

Preparada por el Pontífice durante su convalecencia en Casa Santa Marta, se centra en la samaritana a la que Jesús pidió agua. «¡No perdamos la esperanza!», emplaza

Rodrigo Moreno Quicios
Sillas vacías en la Plaza de San Pedro porque Francisco no realizó audiencia general. Foto: CNS / Pablo Esparza

La catequesis que este miércoles ha preparado el Papa —quien no celebrará audiencias generales como mínimo durante los próximos dos meses— se centra en la samaritana a la que Jesús pide de beber en el Evangelio de San Juan. Como este personaje de la Biblia se desplazó sola al pozo que aparece en las escrituras, según Francisco «quizá se avergüenza de su vida, quizá se ha sentido juzgada, condenada, incomprendida, y por eso se ha aislado, ha roto las relaciones con todos». El Santo Padre llama a que «no perdamos la esperanza» porque, «aunque nuestra historia nos parezca pesada, complicada, tal vez incluso destrozada, siempre tenemos la posibilidad de entregarla a Dios y comenzar de nuevo nuestro camino». «¡Dios es misericordia y siempre nos espera!», sentencia.

Pero aunque la samaritana «esperaba no encontrar a nadie», se topó con Jesús, quien «podría haber elegido otro camino y no atravesar Samaria». Sobre todo teniendo en cuenta «las tensas relaciones entre judíos y samaritanos». El Papa recalca que «Él quiere pasar por allí y se detiene en ese pozo justo a esa hora» porque «Jesús nos espera y hace que lo encontremos justo cuando pensamos que ya no hay esperanza para nosotros». Añadiendo contexto a este pasaje, el Pontífice detalla que «el pozo, en el antiguo Oriente Medio, es un lugar de encuentro, donde a veces se conciertan matrimonios». «Es un lugar de compromiso», subraya, por lo que cobra un sentido especial que Jesús le ayudara allí a «comprender dónde buscar la verdadera respuesta a su deseo de ser amada».

Francisco explica además cómo, para evitar asustar a la samaritana, «Jesús se muestra débil, así hace que la otra persona se sienta cómoda». Y detalla que «la sed es a menudo, también en la Biblia, la imagen del deseo». Parafraseando a san Agustín, señala que «el que pedía de beber tenía sed de la fe de esta mujer». Cuenta además cómo «Jesús se da a conocer ante ella como el Mesías y arroja luz sobre su vida», que no era fácil después de haber tenido cinco maridos y tener una relación con un sexto hombre con el que no estaba casada. «El número seis no es casual, sino que suele indicar imperfección», contextualiza el Papa, quien apunta además que podría ser una velada «alusión al séptimo esposo, el que finalmente podrá saciar el deseo de esta mujer de ser amada de verdad». «Y ese esposo solo puede ser Jesús», sentencia.

En su catequesis, Francisco narra cómo, «cuando se da cuenta de que Jesús conoce su vida, la mujer cambia el tema a la cuestión religiosa que dividía a judíos y samaritanos». Es, a su juicio, «una barrera de protección» que levanta al sentirse vulnerable y que «nos pasa a veces también a nosotros cuando rezamos». Pero asegura que «el Señor es siempre más grande, y a aquella mujer samaritana, a la que según los esquemas culturales ni siquiera debería haberle dirigido la palabra, le regala la revelación más alta: le habla del Padre».

El Papa cuenta también cómo, al oír hablar de Dios, «la mujer corre a llamar a la gente del pueblo, porque es precisamente de la experiencia de sentirse amada de donde surge la misión». Y en su celo, «como una persona enamorada, la samaritana olvida su ánfora a los pies de Jesús». Según Francisco, «el peso de esa ánfora sobre su cabeza, cada vez que volvía a casa, le recordaba su condición, su vida atribulada». Pero tras conocer a Jesús, «el pasado ya no es una carga, ella está reconciliada». Finalmente, alega que «lo mismo nos pasa a nosotros» y que «para ir a anunciar el Evangelio, primero tenemos que dejar la carga de nuestra historia a los pies del Señor». «Solo las personas reconciliadas pueden llevar el Evangelio», concluye.