Dios en la noche
Un profesor universitario blanco, neoyorkino y escéptico está a punto de arrojarse al Metro cuando, en el último momento, un negro sureño, poco cultivado y sin blanca, lo rescata. Se lo lleva a la escombrera de su hogar y charla con él toda la noche. Esto es justo lo que Cormac McCarthy nos cuenta en su última novela, El Sunset Limited, una obra de teatro en la que sólo hay dos personajes: Negro y Blanco. La acción comienza justo cuando rompen a hablar sobre el sentido de la vida, y ya no callarán hasta la última página. El profesor está desesperado, y en la muerte no ve sólo una solución urgente a sus problemas, sino la actitud más sincera ante una vida que envejece lo que toca y lo torna caduco. El negro es el clásico sureño cuya única lectura ha sido la Biblia, pero al tiempo es un hombre que ha tenido un pasado y luchas.
Como en otras ocasiones —No es país para viejos y La carretera—, las conversaciones del escritor son poderosísimas y afiladas. McCarthy tiene un talento indiscutible para saber contar lo mucho en lo breve. Y, aquí, lo mucho es Dios. Negro reprocha a Blanco que su vasta cultura no le ha servido para mantenerle clavado en el andén del Metro. Le dice que ha vivido como un muerto en vida: «Preso ya lo estaba antes de entrar aquí, un preso del corredor de la muerte». Negro le sugiere la posibilidad de Dios, que hace nuevas todas las cosas y convierte la realidad ajada en un parto hacia un amor nuevo. Negro relata su propia conversión: «Yo no sabía qué era, pero creía tener la sartén por el mango. No supe lo que pesaba de verdad esa cruz, hasta que me la quité de encima. Posiblemente fue lo mejor de todo. Decir: Ahora mandas tú».
Lo más interesante de El Sunset Limited es que se justifica todo ese caudal de conversación filosófica imparable, porque los protagonistas acaban de vivir una situación límite. Nunca se escabullen en naderías. Escoger el negro o el blanco es una elección que marca el propio destino. O el mundo es un mundo de excelencia en el que Dios se hace el encontradizo, o es un progresivo aniquilamiento. Negro dice: «Yo creo que está ahí, a nuestra disposición. Hay que ponerse a la cola buena, comprar el billete adecuado». Son 96 páginas apasionantes, en las que el lector se juega también su posición en la vida.