Dilexit nos, el magisterio del Papa Francisco en todo su esplendor - Alfa y Omega

Dilexit nos, el magisterio del Papa Francisco en todo su esplendor

El teólogo que presentó la cuarta encíclica del Papa asegura que el bagaje vital del Pontífice le ha llevado a reconocer la centralidad de la devoción al Sagrado Corazón de Jesús

Victoria Isabel Cardiel C.
El Santo Padre venera una imagen del Sagrado Corazón de Jesús en la plaza de San Pedro, el 22 de mayo de 2013
El Santo Padre venera una imagen del Sagrado Corazón de Jesús en la plaza de San Pedro, el 22 de mayo de 2013. Foto: Vatican Media.

Además de ser una crítica mordaz contra la modernidad, la encíclica Dilexit nos exhibe en toda su plenitud el hondo pensamiento de Francisco. El eco mediático que tuvieron los documentos Laudato si (2015) y Fratelli tutti (2020) ensombreció parte del legado teológico de Francisco al acotarlo al plano social. En cambio, este documento demuestra que en la raíz del grito del Pontífice contra los abusos de las empresas extractivistas y en su aspiración a la fraternidad y a la justicia social más allá de las fronteras está «la revelación del amor de Dios en el Corazón de Cristo». Con suma claridad lo expone el teólogo Bruno Forte, quien presentó Dilexit nos a la prensa mundial como un compendio de todo el magisterio del Pontífice. Como en sus anteriores encíclicas, Francisco quiere que «seamos capaces de tejer lazos fraternos, de reconocer la dignidad de todo ser humano y de cuidar juntos nuestra casa común», explica.

En efecto, dedica el quinto capítulo de la que puede ser la última encíclica de su pontificado a la dimensión social y misionera de los cristianos. Esta, escribe el Santo Padre, se completa al ofrecer «al Corazón de Cristo una nueva posibilidad de difundir en este mundo las llamas de su ardiente ternura».

El también arzobispo de Chieti-Vasto asegura que todos los senderos vitales emprendidos por Jorge Mario Bergoglio beben de su «espiritualidad ignaciana», en la que influye en buena medida la relación que tejió con el Corazón de Jesús santa Margarita María Alacoque, que recibió hace 350 años las revelaciones del Sagrado Corazón en Paray-le-Monial, y el jesuita san Claudio La Colombière, su director espiritual, que supo reconocer su autenticidad. La Compañía de Jesús «está consagrada a su devoción» y no resulta extraño enjaretar en este hilo fecundo la «vocación sacerdotal a los 17 años» del Papa. Más allá de su experiencia espiritual, «ha sido testigo de innumerables sufrimientos y tragedias; por ejemplo, durante la dictadura en Argentina, cuando defendió muchas vidas a pesar de poner en riesgo la suya», asegura el experto. Es precisamente su bagaje personal el que le ha llevado a saber que «solo el corazón del Evangelio se traduce en perdón y amor gratuito».

El papel de España

Tal y como expone Javier Burrieza Sánchez, autor del libro En Vos confío. Historia de la devoción del Sagrado Corazón de Jesús, publicado por Mensajero, las revelaciones al jesuita Bernardo Francisco de Hoyos (1711-1735), beatificado en abril de 2010, fueron esenciales «en la expansión hispana» de la devoción al Sagrado Corazón. La «condición misionera» de la Compañía fue fundamental para su difusión a través de los virreinatos americanos y en Filipinas, sobre todo, con el libro que escribió a su director espiritual dentro de la orden, Juan de Loyola, titulado El tesoro escondido.

Además, la «primera demostración pública de esta devoción en la enorme Monarquía de España», fue en el Colegio de San Ambrosio, en Valladolid, en junio de 1735. Se utilizaron los «entonces medios modernos de la difusión con estampas, novenas, y la iconografía».

En toda la encíclica el Pontífice desarrolla esta idea del sentido social de la reparación, que «nos invita a esperar que toda herida pueda sanar, aunque sea profunda». La devoción al Corazón ensangrentado y coronado de espinas de Jesucristo gozó de un renacimiento mundial tras sus apariciones a santa Margarita en el siglo XVII, antes de caer en desuso en el XX. El Papa no solo «revaloriza esta piedad popular» sino que también se preocupa, señala Forte, de «salvaguardar su autenticidad» al expresar el fundamento bíblico y teológico que referentes de la Iglesia como san Agustín, san Buenaventura, san Francisco de Sales o el propio san Ignacio de Loyola le han dado a lo largo de los siglos. Francisco también retoma esta devoción para ensalzar una relación personal directa con Cristo frente al jansenismo que en los siglos XVII y XVIII defendía el rigorismo de una salvación solo debida a buenas acciones y que, según denuncia él mismo, «ha adquirido una nueva fuerza en las últimas décadas». En Dilexit nos el Papa denuncia hasta cinco veces esta intransigencia eclesial, así como «las reformas estructurales desprovistas de Evangelio».

«Invito a cada uno a preguntarse si no hay más racionalidad, más verdad y más sabiduría en ciertas manifestaciones de ese amor que busca consolar al Señor que en los fríos, distantes, calculados y mínimos actos de amor de los que somos capaces aquellos que pretendemos poseer una fe más reflexiva, cultivada y madura», pide el Pontífice. Una clara advertencia a los excesos de la deriva eclesial hacia el intelectualismo.