Diez años después, «aún hay escombros en Haití»
Este domingo se cumplen diez años del terremoto que asoló Haití, una de las mayores emergencias humanitarias del siglo XXI
El movimiento de tierra, de intensidad 7,3 en la escala Richter, dejó 300.000 muertos, 400.000 heridos y un millón y medio de personas sin hogar. Aunque las cifras no reflejan el dolor de los vivos por la pérdida de hijos, padres, esposos, amigos, vecinos…, y tampoco cómo, minutos después del terremoto, muchos haitianos «comenzaron a cantar, a rezar, a abrazarse y a ayudarse con lo poco que les quedaba. Se ayudaron unos a otros a buscar supervivientes, a hacerse cargo de huérfanos y de ancianos, a enterrar a los muertos y a compartir el dolor», como explica el coordinador de proyectos de Manos Unidas en Haití.
A pesar de la solidaridad de los haitianos y de muchos ciudadanos de todo el mundo, los esfuerzos por reconstruir el país han sido insuficientes. La magnitud del desastre, la falta de organización y la corrupción a todos los niveles no han logrado cambiar la fisonomía de un país aún marcado por la pobreza, el hambre, la ausencia de infraestructuras, la migración de los jóvenes y la degradación ambiental.
El doctor Sadrack Paulime, coordinador de proyectos de Concert Action, atribuye al caos y a la desorganización la falta de efectividad de la ayuda: «Las organizaciones internacionales llegaban sobre la marcha y por docenas, pero había una organización deficiente de la ayuda». Por ejemplo, «algunas personas podían beneficiarse de ella varias veces, mientras que otras no eran atendidas», explica a través de la ONG Manos Unidas.
Diez años después, la situación sigue siendo caótica. Muchas personas aún viven en refugios temporales y no pueden reconstruir sus hogares y, además, el país vive una gravísima crisis política. Varios meses de manifestaciones contra un gobierno acusado de dilapidar la ayuda internacional han generado un clima de violencia e impunidad que ha paralizado Haití y ha debilitado aún más las pocas estructuras estatales, llevando a una gran parte de la población al borde de la emergencia alimentaria.
Incluso de vez en cuando se perciben fallas sísmicas, pero el Gobierno no está tomando ninguna medida que pueda limitar los daños en el caso que el país experimente un eventual terremoto. Hasta los escombros permanecen en algunas zonas de la capital haitiana. «La reconstrucción de muchos edificios públicos está bloqueada, especialmente con el despilfarro de los Fondos Petrocaribe, porque gran parte del dinero dedicado a este proyecto no tuvo un uso adecuado», asegura Jocelyne Colas, de Justicia y Paz. «A pesar de que muchas personas están desanimadas, se trasladan a otros lugares en busca de bienestar, aún mantienen la esperanza de que algo puede cambiar en Haití. El despertar ciudadano constatado durante los últimos años es también una buena razón para la esperanza», concluye.