Diez años después, Abby Johnson recuerda al bebé abortado que le cambió la vida
Desde que se convirtió en provida y al catolicismo, la exabortista Abby Johnson ha ayudado a 525 trabajadores de esta industria a dejar sus trabajos
Era el 26 de septiembre de 2009. El compañero del centro abortista de Planned Parenthood de Bryan (Texas) del que era directora pidió a Abby Johnson que le echara una mano durante un aborto. El feto tenía 13 semanas. «Lo vi luchar por su vida. Lo vi justo delante de mi cara, en una pantalla de ecografía –contó en un testimonio hace cinco años–. Estaba entumecida, en shock, horrorizada…».
Pero había más: «Con bastante sinceridad, me sentía muy estúpida. ¿Cómo podía haberme tragado las mentiras de esta organización? ¿Cómo podría haber dejado que pasara durante ocho años?». No era una empleada cualquiera. Además de pasar de ser una simple voluntaria a dirigir la clínica, un año antes había sido nombrada empleada del año.
No podía seguir después de esta experiencia. La había golpeado la realidad del trabajo que había realizado durante ocho años… y de los dos abortos a los que ella misma se había sometido. Unos días después, salió de su oficina, se subió al coche y condujo hasta el centro provida que estaba cerca. Pidió que le abrieran la puerta del garaje para que nadie la viera entrar. Y allí se derrumbó y les dijo que quería dejar su trabajo.
«Simplemente me perdonaron»
«Y me perdonaron. No empezaron a hacer una lista con todas las faltas de mi pasado. No me hicieron humillarme ni pedir perdón. Simplemente me perdonaron».
Este jueves, diez años después, Johnson recordó a ese bebé. Ella se refiere a él como Paul. Con una foto de la placa en su honor en el Memorial Nacional por los No Nacidos de Chattanooga (Tennessee), publicó un mensaje en Twitter en el que afirmaba que «mi historia es una prueba de que Dios puede usar todo para el bien».
Comenzó entonces un camino de sanación, que la llevó por un lado a implicarse en el movimiento provida y por otro a profundizar más en su fe (había sido baptista y metodista), hasta que, en 2012, ella y su marido Doug se convirtieron al catolicismo.
Ese mismo año, decidió transformar su apostolado provida genérico, basado sobre todo en su testimonio, y fundar And then there were none (Y no quedó ninguno, título en Estados Unidos de la novela Diez negritos, de Agatha Christie). Esta entidad busca tender la mano a los trabajadores de los centros abortistas. Johnson sabe por propia experiencia que algunos pueden tener dudas sobre su trabajo, pero no se atreven a dejarlo por miedo a quedarse sin ingresos. Hay, además, obstáculos psicológicos y espirituales.
En And then there were none, se les ofrece apoyo económico para los primeros meses sin trabajo, se les ayuda a buscar trabajo en otros centros médicos, y también se les brinda apoyo psicológico. Pero una de las herramientas clave es el acompañamiento hacia la sanación, con retiros espirituales. En los siete años que lleva en marcha, esta asociación ha ayudado a 525 exabortistas.