Presentada con éxito en el pasado Festival de Málaga (ya no sorprende que las series se presenten en el cine), Días mejores es un retrato coral del duelo, que —como debe de ser— duele y mucho, así que absténgase quienes, en todo su derecho, busquen solo entretenimiento frugal que echarse a la boca. Días mejores es plato de pesada digestión y, aún así, recomendable. Se trata de la última serie de Cristóbal Garrido y Adolfo Valor, responsables de la fallida Reyes de la noche sobre el duelo, aquel bien diferente, en el que se batían en las noches radiofónicas José María García y José Ramón de la Morena.
En esta ocasión, con mayor acierto, se adentran en los siempre espinosos territorios de la pérdida. En la historia acompañamos a un grupo de personas que asisten a terapia, bajo la batuta de la doctora Laforet (una inconmensurable Blanca Portillo). Son notables las interpretaciones también de Marta Haas, Erick Elías y Alba Planas, y sobresaliente la de Francesc Orella.
Cuatro pacientes, una doctora y diez capítulos para pasarlo francamente mal, o bien, según se mire, porque al fin y al cabo pretende ser eso que ahora se llama dramedia y echar el azúcar de las risas en el amargo café de la tragedia.
En este sentido, la serie va con la situación más cruda y dura por delante, y se va relajando a medida que avanzan los capítulos. El resultado no siempre es satisfactorio y no sale bien parada en todas las ocasiones. Le falta, por ejemplo, un tratamiento acorde de las cuestiones últimas, que en este caso y con esa materia prima, venían casi dadas, pero, en conjunto, es una apuesta valiente que les puede dar mucho juego a todos aquellos que trabajen profesionalmente en el ámbito de los cuidados y en particular del duelo, acompañando, aliviando cargas y siendo luz para otros en medio de la noche oscura, que tanto y de forma tan estéril puebla la mayoría de nuestras series.