Diálogo intenso con los retos de este momento - Alfa y Omega

En el discurso de apertura de la Plenaria de otoño de la Conferencia Episcopal, Luis Argüello ha desplegado un intenso diálogo entre la propuesta cristiana y el actual momento histórico con sus esperanzas y tribulaciones. En cada época, dijo Argüello, la presencia católica debe discernir los cambios que se presentan y las preguntas que se plantean, sin ingenuidad, pero con disponibilidad. Y debe acuñar un nuevo lenguaje (obras y palabras) para llevar adelante el diálogo de la evangelización.

El presidente de la CEE toma nota del amplio debate social suscitado por lo que algunos llaman un nuevo «momento católico» o, como él prefiere, el regreso de unas «coordenadas espirituales que parecían proscritas». Esa nueva apertura, tenga la forma y los límites que tenga, desvela la antigua proclamación de Agustín de Hipona: «nos hiciste, Señor, para ti y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en ti». Ante las diversas búsquedas de espiritualidad, Luis Argüello subraya la pertinencia y actualidad de la propuesta de la fe contenida en el Credo. De esa fuente nace un marco de referencia que ha precisado en sus elementos esenciales: Dios creador y Padre; el hombre, varón y mujer, razón que busca la verdad y libertad para adherirse a ella; la familia, genealogía y biografía de la persona; el reino de verdad, justicia y paz para toda la familia humana, desde los más pobres; y la Iglesia, pueblo entre los pueblos, tienda de encuentro y hospital de campaña, escuela de reconciliación y comunión.

La Plenaria ha coincidido con los 50 años de la muerte de Franco y de la proclamación del Rey, y Argüello no ha querido eludir la cuestión. Tras describir el papel de la Iglesia en aquel gran giro histórico, ha propuesto un esfuerzo de purificación de la memoria para superar la polarización ideológica y ahondar en la reconciliación que habíamos logrado en la Transición. En plena crisis de confianza en la política, subraya que los católicos estamos llamados a colaborar en la edificación de la ciudad común «a través del elogio de la razón, la amistad social y la acción iluminada por la Doctrina Social de la Iglesia». Y concluye significativamente con una cita del cardenal Fernando Sebastián: «no es un sueño pensar que los católicos españoles pueden llegar a ser los más leales y decididos defensores de la democracia».