«El metaverso puede ayudar en la humanización de internet»
También hay que «ser consciente de que la experiencia en ese entorno virtual es ficticia» y no debe sustituir a determinadas actividades de la vida real, afirma la neuropsicóloga María Fernández en el Día de Internet
Sordos que escuchan, ciegos que ven… Sí, pero no se trata de milagros como los que hacía Jesús en el siglo I, sino de las posibilidades de la tecnología del siglo XXI y del metaverso, un concepto en boga que contiene un sinfín de oportunidades y frente al que también hay que estar precavidos ante sus posibles riesgos.
«El metaverso es una experiencia inmersiva en internet a través de entornos virtuales o realidad aumentada», explica Nicolás Montes, ingeniero en Electrónica y Automática Industrial y profesor de la Universidad CEU Cardenal Herrera. Suena a Facebook «porque Mark Zuckerberg ha cambiado recientemente el nombre de esta empresa por el de Meta», lo que ha provocado que el término aparezca últimamente en los medios de comunicación, pero, «en realidad, es una tecnología que ya lleva muchísimos años investigándose y trabajándose», añade Montes, que reflexiona sobre estas cuestiones cuando se celebra el Día de Internet.
Precisamente, el metaverso vendría a solucionar uno de las grandes taras de internet: la deshumanización. «En la actualidad, estar en internet significa estar interactuando con una máquina, y una de las aplicaciones del metaverso puede ir en la línea de intentar humanizar el acceso a los datos y a la información», señala el experto. Además, por supuesto, de propiciar los avances en el sector educativo o en el médico. «Se está trabajando mucho en el tema de los nanobots [mini robots]», para que sean capaces de «llevar medicamentos directamente a las células cancerígenas», subraya.
Líneas rojas
Junto a las posibilidades, «hay una serie de riesgos, de malas prácticas», ante los que «la sociedad tiene un gran reto por delante». La moralidad, o su afectación a la salud mental, dependerá «del uso que se le pueda dar a estas aplicaciones», concluye Nicolás Montes. «En sí no genera prejuicios ni beneficios. El punto clave va a estar en cómo se use esa tecnología virtual y el tiempo que se dedique a ello», añade María Fernández Andújar, neuropsicóloga clínica, psicóloga general sanitaria y profesora adjunta del Grado de Psicología de la Universitat Abat Oliba CEU.
La experta, sin embargo, insta a la sociedad a «estudiar y regular las interacciones y el comportamiento» que se pueda dar por parte de los usuarios dentro de estos entornos virtuales. Es una tecnología todavía en desarrollo y aún «no cuenta con jurisdicción al respecto», lo que «representa un reto para nuestra sociedad».
Desde su posición, Fernández Andújar anticipa varias líneas rojas. En primer lugar, habla de garantizar el «derecho a la intimidad», la «confidencialidad» o la «protección de los datos» de los usuarios. Por otro lado, pide «ser consciente de que la experiencia en ese entorno virtual es ficticia y que, por tanto, no se puede dejar de realizar actividades de la vida real en el ámbito social, académico o laboral». Además, insta a estar atento a posibles «cambios en los hábitos de vida saludable. No debe haber privación del sueño o cambios en los hábitos alimentarios». De igual modo, «la persona tiene que tener en cuenta la identidad que aporta en esta realidad virtual, así como la información que da». Por último, la neuropsicóloga advierte ante los posibles cambios en el humor, «tales como irritabilidad o nerviosismo por no poderse conectar a estos entornos».
Teniendo en cuenta todo esto, «la experiencia dentro del metaverso puede ser complementaria y beneficiosa», concluye.