Detenido un sospechoso por el asesinato del obispo auxiliar de Los Ángeles
Carlos Medina, de 65 años, es el marido del ama de llaves de David O’Connell. Varios dirigentes públicos han alabado la figura del obispo auxiliar como constructor de paz y abogado de los inmigrantes y los vulnerables
La Policía de Los Ángeles detuvo este lunes a un sospechoso por el asesinato de uno de los obispos auxiliares de la archidiócesis del mismo nombre, David O’Connell. Se trata de Carlos Medina, un hombre de 65 años casado con el ama de llaves de O’Connell. La detención se produjo a las 8:15 de la mañana hora local (17:15 hora española), después de que el sospechoso se atrincherara durante seis horas en su domicilio en la localidad de Torrance. Al registrar su domicilio, encontraron dos armas que se están procesando.
El sheriff del condado de Los Ángeles, Robert Luna, explicó en rueda de prensa que su oficina recibió el aviso de un testigo que afirmaba que Medina «se estaba comportando de forma extraña e irracional y hacía comentarios sobre que el obispo le debía dinero». Se cree que también él había trabajado en alguna ocasión para el auxiliar. Su coche es similar a uno que aparece en los vídeos de vigilancia de la zona del crimen, la residencia de O’Connell en Hacienda Heights. Con todo, afirmó que de momento no se puede afirmar con certeza que este sea el motivo del asesinato. La investigación sigue en curso.
El sheriff también agradeció la labor de los investigadores, algunos de los cuales «no han dormido en este tiempo» y la colaboración de la comunidad, sin la cual «no estaríamos aquí» informando de la detención del sospechoso «48 horas después» de que se descubriera el cuerpo sin vida de O’Connell con una herida de bala en el pecho. Explicó también que el hallazgo se produjo porque un diácono acudió a su residencia, alertado por que O’Connell había faltado a una reunión.
La emoción del arzobispo Gómez
«No puedo decirles cuántas llamadas hemos recibido de gente que trabajó con él. Este obispo era querido en nuestra comunidad», subrayó Luna, a pesar de reconocer que él no lo trató. Sí lo hicieron varios servidores públicos que intervinieron en la rueda de prensa. La intervención más impactante fue la de José H. Gómez, arzobispo de Los Ángeles. O’Connell, afirmó, «era un buen amigo de Los Ángeles», que «por su amor a Dios sirvió a esta ciudad durante más de 40 años».
A pesar de ser de origen irlandés, «hablaba español con fluidez aunque con acento irlandés». «Cada día trabajaba para mostrar compasión por los pobres, los sintecho, los inmigrantes. Era un buen sacerdote, un buen obispo y un hombre de paz». No pudo decir más. En el momento de agradecer la labor de las Fuerzas de Seguridad Gómez se conmovió tanto que fue incapaz de terminar su intervención.
«Su muerte no será en vano»
Antes, el senador estatal Bob Archuleta había asegurado que «dondequiera que iba, el obispo tocaba a todos. Tenía la capacidad de pisar las calles y unir a la gente»: a las familias, y también a miembros de bandas. «Cuando las bandas se estaban juntando para pelearse», era capaz de tender puentes entre ellas.
Janice Hahn, presidenta de la Junta de Supervisores, el órgano de gobierno del condado, definió al obispo como «un viejo amigo» que «se acercaba a los miembros de bandas, a las personas sin hogar. Sabía que servir a Dios era servir al hombre. Incluso ayudaba a menores inmigrantes no acompañados a entrar en colegios católicos y hasta en la universidad». Hahn informó, además, de que había ordenado que las banderas del condado ondearan a media asta porque «Los Ángeles ha perdido aun líder increíble». Hilda Solís, miembro de la misma institución, aseguró en una declaración leída por una colaboradora que «su muerte no será en vano, haremos lo que nos enseñó: amar, cuidar y luchar por los vulnerables».
Unas 150 personas se sumaron el lunes por la tarde —hora local— a una vigilia por el obispo O’Connell en la parroquia de San Juan María Vianney, en Hacienda Heights (California). Según informa la publicación diocesana Angelus, se trataba del segundo día de una novena por su eterno descanso convocada por los parroquianos y por el grupo local de los Caballeros de Colón. La oración estuvo presidida por el arzobispo José H. Gómez, que se presentó de forma inesperada después de participar en la rueda de prensa del sheriff.
«Creemos que el obispo Dave ha recibido la recompensa por su vida y su ministerio», afirmó Gómez dirigiéndose a los asistentes. «Sabemos que está en el cielo. Pidamos su intercesión porque seguirá estando muy cerca de nosotros, igual que lo estuvo de tanta gente durante toda su vida».