«Deseo estar cerca especialmente de los más pobres»
Francisco Jesús Orozco Mengíbar, ya como obispo de Guadix, muestra su plena disponibilidad y el deseo de acompañar y servir a todos en la diócesis más pequeña y más antigua de España
La diócesis de Guadix ya tiene obispo. En la mañana del sábado 22 de diciembre, la catedral accitana acogió la ordenación episcopal de monseñor Francisco Jesús Orozco Mengíbar y su toma de posesión de la diócesis de Guadix como obispo de la misma. Fue una celebración solemne y emotiva, a la que han asistido el nuncio, cuatro cardenales, cinco arzobispos, una quincena de obispos y dos centenares de sacerdotes. Entre los asistentes estaban el presidente y el secretario general de la CEE, y el anterior obispo de Guadix y actual de Getafe, Ginés García. El arzobispo de Granada, Javier Martínez, fue el consagrante principal.
La celebración comenzó con las palabras de bienvenida del administrador diocesano, José Francisco Serrano, que recordó cómo «la Iglesia que camina en Guadix acogió su nombramiento con emoción y brotó en todos los diocesanos –laicos, religiosos, religiosas y sacerdotes– un espontáneo sentimiento de cariño hacia su persona y una profunda corriente de oración por su nuevo ministerio». Y presentó la diócesis de Guadix al nuevo obispo. Aunque pequeña en extensión, dijo, «descubrirá una diócesis grande: grande por historia; grande por su trabajo evangelizador en el pasado y en el presente; grande, sobre todo, por sus proyectos apostólicos de futuro».
El nuncio de Su Santidad, Renzo Fratini, también saludó a los asistentes, en especial a José Francisco Serrano, que ha sido administrador diocesano durante los últimos ocho meses, y a Ginés García Beltrán, que fue obispo de Guadix durante los últimos ocho años. Al nuevo obispo le dijo que la tarea episcopal que comienza es «ilusionante pero ardua». Y, sobre la diócesis de Guadix, comentó que es «una Iglesia particular ilustre por su historia de fe y por la santidad de tantos accitanos».
En la homilía, el arzobispo Javier Martínez vinculó la ordenación episcopal a la celebración de la Navidad: no se entiende sino vinculada a la Encarnación del Señor, con todo lo que supone de compromiso y entrega, pero, también de epifanía y vida, vino a decir.
Tras la alocución, tuvieron lugar los ritos de consagración episcopal –el nuevo obispo recibió el báculo, el anillo, la mitra y el encargo de anunciar y ser fiel al Evangelio– y, finalmente, se sentó en la cátedra, ya como obispo de Guadix. Antes de terminar la Eucaristía, el nuevo obispo se dirigió a sus diocesanos a los que dijo que inicia «con alegría, la misión que acabo de recibir del mismo Cristo, por manos de los apóstoles, en la Iglesia»; y continuó diciendo: «Pido al Señor que mi ministerio sirva siempre para que el Pueblo de Dios, que camina en esta Iglesia particular, siga siempre fiel al magisterio del Papa y de los obispos en comunión con él».
Y tras, agradecer la presencia de los que asistieron y el esfuerzo de los que prepararon la celebración, expresó su plena disponibilidad: «Deseo que me permitáis caminar con vosotros, como un hermano envido por el Señor, que viene a unirse a los trabajos duros que lleváis adelante por el Evangelio y que quiere serviros y estar cerca especialmente de los más pobres y quienes peor lo pasan».