Desarrollan cunas climatizadas para el tercer mundo en la FP
Tras fabricar respiradores durante la pandemia, ocho centros salesianos de España se han embarcado en un proyecto para construir incubadoras a bajo coste y mandarlas a países en vías de desarrollo
La cuna climatizada que están elaborando en el colegio salesiano de Pamplona, y que están enviando a distintos países en vías de desarrollo, no es el primer producto que fabrican y que salva vidas —en este caso, de neonatos prematuros—. Durante la pandemia desarrollaron un prototipo de respirador mecánico, que posteriormente se replicó hasta 400 veces. «Como las empresas estaban cerradas, unos empresarios nos contactaron para ver si podíamos crear los respiradores». Tras la respuesta afirmativa, y con un permiso especial del Gobierno de Navarra para poder ir al colegio, «fuimos varios profesores al taller y fabricamos dos prototipos», explica Alfonso Gordillo, jefe del Departamento de Mecánica de Salesianos Pamplona. Posteriormente, el trabajo de los docentes pasó las pruebas en animales —ovejas y cerdos— y tras el visto bueno definitivo de Sanidad, se fabricaron 400 respiradores que ahora «están almacenados en una nave».
Poco después, esta historia llegó a oídos de dos ONG que habían diseñado una incubadora —«a la que nosotros luego le cambiamos el nombre por el de cuna climática, porque no hace las mismas funciones»— para países del tercer mundo, pero tenían problemas con la producción. «Si los salesianos han podido fabricar los respiradores, seguro que nos pueden echar una mano en este proyecto», pensaron los responsables de Medicina Abierta al Mundo y Ayuda Contenedores. «Y se pusieron en contacto con nosotros». Después de escuchar la propuesta, Alfonso Gordillo terminó aceptando el reto, pero con una condición: en este caso no serían las profesores los que desarrollarían el proyecto, sino sus alumnos de FP. «Lo de los respiradores fue algo excepcional porque nos encontrábamos en una pandemia mundial, pero este es un colegio con Formación Profesional y este proyecto podía ser interesante para sacarlo adelante con los chicos», subraya. Ningún problema, a pesar de que la participación de los alumnos iba a hacer que el proceso de construcción se dilatara en el tiempo. En cualquier caso, «las ONG pasaron de no poder fabricar las cunas a tener a alguien dispuesto a hacerlo. Y nos pusimos a ello».
Bebés en cajas de zapatos
Antes de ponerse manos a la obra, el jefe del departamento pidió al representante de una de las dos organizaciones que fuera al colegio a contar a los alumnos la iniciativa. «Quería que supieran que no iban a fabricar la carcasa de un móvil para que quedara chula, sino que tenían entre sus manos un producto que podía salvar la vida de muchos niños».
Los estudiantes se pusieron a trabajar en septiembre de 2020 y tardaron cuatro meses en desarrollar la primera pieza. «Es lo normal, porque hasta que sale la primera tienes que hacer muchas pruebas, ajustes, simulaciones…», explica Gordillo. De esta forma, no fue hasta después de Navidad cuando comenzaron con la fabricación de las dos primeras cunas, que concluyó en febrero de 2021. Una vez terminado el proceso, «se las mandamos a Pablo Sánchez, que es un ingeniero de Medicina Abierta al Mundo. Él instaló la parte eléctrica y la electrónica, que es la que controla el tema de la temperatura, la humedad y la fototerapia, y, posteriormente, se enviaron a un hospital en Cabo Verde». Entonces, los estudiantes salesianos, «al ver a los bebés dentro de lo que ellos habían fabricado, tomaron conciencia de que habían hecho algo que realmente salvaba vidas».
Entre los alumnos que fabricaron los dos primeros prototipos, y otras 13 cunas realizadas posteriormente, se encuentra Xabier Mikel Arrastia, un joven navarro de 19 años que por las mañanas estudia en el centro de los salesianos de Pamplona y, por la tarde, hace prácticas en una empresa local.
«De aquella experiencia aprendí mucho y, además, me hizo pensar», asegura en conversación con Alfa y Omega. «Nos enseñaron algunas cajas de zapatos y mantas que utilizan para poner allí a los recién nacidos, y aquello me impactó. No es justo que puedas disponer de unos medios técnicos o no en función del lugar de nacimiento, que es algo que nadie ha elegido», reflexiona. Todo ello ha hecho que Arrastia se esté planteando participar en otro programa de voluntariado. «Justo hoy nos han dado una charla en el colegio sobre un proyecto en Mozambique». Se trata de «formar a la gente de allí para que ellos, a su vez, puedan ser profesores y así ir mejorando la formación profesional del país. Me estoy planteando apuntarme», concluye Mikel Arrastia.
Precisamente a Mozambique se ha mandado una de las primeras 15 cunas. El resto se han distribuido entre Camerún (cuatro), Senegal (cuatro), Bolivia (dos) y las dos últimas, que van a salir en diciembre hacia el Congo. Sin embargo, esta tan solo es la primera parte del proyecto, porque «para este curso nos hemos comprometido con las ONG a hacer 40 cunas», asegura Gordillo, quien además se ha embarcado en un viaje por distintos centros salesianos de toda la geografía española para tratar de involucrar a más gente y, así, poder fabricar más. «Una incubadora cuesta entre 10.000 y 50.000 euros y esta cuna está en 350 euros. Nos están llegando muchísimas peticiones y a mí me encantaría poder sumar a los salesianos de toda España», concluye Gordillo, que hasta el momento ha conseguido la implicación de siete centros salesianos en Asturias, Castilla y León, La Rioja, Madrid y País Vasco.