De Roux pide «perdón» a las víctimas, pero defiende su actuación - Alfa y Omega

De Roux pide «perdón» a las víctimas, pero defiende su actuación

Ante las acusaciones de encubrir a un jesuita acusado de abusos sexuales en los 70, explica que no llevó el caso a los tribunales civiles porque los abogados le dijeron que había prescrito

Redacción
Francisco de Roux durante la rueda de prensa
Francisco de Roux durante la rueda de prensa. Foto: EFE / Carlos Ortega.

El sacerdote jesuita Francisco de Roux, expresidente de la Comisión de la Verdad de Colombia, pidió «perdón» el pasado jueves a las víctimas de abusos sexuales por parte de un miembro de la Compañía de Jesús. De Roux fue denunciado por lo penal recientemente por el supuesto encubrimiento al fallecido padre Darío Chavarriaga, acusado de abusar sexualmente de un joven y de sus siete hermanas en la década de los 70 en un colegio de la orden.

Durante una comparecencia ante la prensa, el expresidente de la Comisión de la Verdad aseguró que «hoy en día» hubiese repetido «el proceso canónico, porque es muy riguroso». Pero sí es cierto que «habría llevado el caso a la Fiscalía», dijo. Si no lo hizo entonces, aseguró De Roux, es porque cuando consultó a los abogados qué hacer con el caso, estos le respondieron que, por tiempo, «ya había prescrito». Al no haber recorrido legal posible, decidió no presentarlo.

Procedimiento canónico

Sin embargo, «se ha dicho que soy un encubridor». Ante esta acusación, «quiero compartir los pasos que dí, uno a uno, en este procedimiento», expresó el sacerdote según la Agencia EFE. Acto seguido, el jesuita relató cronológicamente todo lo ocurrido desde la demanda, en 2014, hasta el cese del abusador.

Según De Roux, tras escuchar el testimonio de los hermanos sobre los hechos ocurridos entre 1975 y 1979, se comunicó con el sacerdote responsable de los crímenes, quien aceptó su culpa. El deseo de las víctimas era que el caso «no quedara impune y llegara a los tribunales para obtener justicia y reparación».

A los dos días, cesó a Chavarriaga, que entonces tenía 75 años, de su cargo como decano en la Universidad Javeriana y lo destinó a «la enfermería donde están los jesuitas terminales, para que se quedara recluido allí».