De rezar a Shiva, a enamorarse de Dios
Fallece Sister Nirmala, sucesora de la beata Teresa de Calcuta
Sister Nirmala, sucesora de Madre Teresa al frente de las Misioneras de la Caridad, murió el martes en Calcuta por un paro cardíaco, a los 81 años. Tras la muerte en 1997 de la Beata, la religiosa india pasó a ocupar su puesto en la dirección de las Misioneras de la Caridad hasta 2009, cuando pidió ser relevada para llevar «una vida de contemplación».
Nadie sabía quien era esta mujer de pequeña estatura –como su antecesora y referente–. Pero su imagen dio la vuelta al mundo cuando, en el multitudinario funeral de la Madre Teresa, tras llevar el cáliz hasta el altar durante el ofertorio, se desvió de su rumbo y fue a acariciar la mano de su amiga y maestra.
Nirmala era una mujer «de pocas y sencillas palabras», como escribía en L’Osservatore Romano, en 1998, el periodista Giampaolo Mattei. Entrevista complicada aquella, pues la mujer hacía suyas las palabras de la beata: «No escriba sobre mí, sino sobre Dios. Y si realmente debe escribir, debe también ir y ofrecer una caricia a cualquier persona que está sufriendo».
La religiosa, la mayor de diez hermanos, nació en 1934 en el estado del Bihar, en una familia de la casta de los brahmanes, la más alta de la India. Su padre, nepalí, era oficial del ejército. «Yo rezaba a Dios, por entonces, con los nombres de Rama, Krishna y Shiva» contó al periodista. Shiva pasó a ser su divinidad favorita «cuando me enteré de que no se le quería mucho a causa de su aspecto feo», contaba la religiosa.
Fue a los siete años cuando Kusum –así se llamaba– escuchó por primera vez el nombre de Jesús, gracias a que sus padres la llevaron a un centro regido por misioneros católicos. Dos años después, jugando un día con sus amigas, llegó al patio de una iglesia católica y se encontró «una gran estatua blanca con los brazos extendidos. Era el Sagrado Corazón. Desde ese día, al salir de la escuela, me desviaba antes de llegar a casa solo para ver esa imagen».
Su conversión fue lenta. «Viví muchos años de dudas y luchas» hasta que un jesuita le habló de Madre Teresa y su fundación. «A los 17 años, me entregué a Jesús, que me había estado siguiendo tanto tiempo, y me quedé con Teresa». Fue bautizada en 1958 con el nombre de Nirmala, que significa pureza. Aunque fue un escándalo en su familia y pasaron años hasta que sus padres aceptaron su conversión.