Nueva caravana de migrantes en Centroamérica: «De mi zona de Nicaragua se fueron 200 familias» - Alfa y Omega

Nueva caravana de migrantes en Centroamérica: «De mi zona de Nicaragua se fueron 200 familias»

La crisis política de Nicaragua añade gasolina a la crisis migratoria en Centroamérica. Por primera vez, nicaragüenses se han sumado de forma significativa a una caravana. Mientras, 800 hondureños emigran cada día

María Martínez López
La caravana cruza Corinto el 15 de enero, frontera entre Honduras y Guatemala. Foto: AFP / Wendell Escoto.

Poco duró la caravana de migrantes que el 15 de enero salió de San Pedro Sula (Honduras). Tras la detención de 300 de sus integrantes en Guatemala al día siguiente, no tardó en disolverse. Era la primera de 2022, y también la primera en la que se detectó una presencia significativa de nicaragüenses. 33 fueron detenidos y deportados. La exdiputada de Nicaragua Edipcia Dubon, implicada en temas de migración, reconoce a Alfa y Omega que no se sabe si tenían información de que iba a salir una caravana o fue una simple casualidad dentro del aumento de la emigración desde su país.

El estallido de la crisis política en 2018 fue un punto de inflexión. Ese año «más de 100.000 nicaragüenses salieron hacia Costa Rica en busca de protección». Siguieron dos años de «goteo permanente» hacia distintos territorios, hasta que el pico de represión de mayo y junio del año pasado generó una nueva oleada, esta vez cruzando Centroamérica hacia Estados Unidos. Desde Costa Rica, que facilitó a los inmigrantes nicaragüenses gestionar sus solicitudes de asilo y obtener un permiso de trabajo, llegaban noticias de que «el mercado estaba saturado». También ha podido contribuir el hecho de que «desde 2018 la diáspora en Estados Unidos ha establecido redes» para intentar ayudarlos al llegar al país.

Llega Xiomara

Este jueves Xiomara Castro se convertirá en la primera mujer presidenta de Honduras, cargo que de 2006 a 2009 ocupó su marido. Los obispos le han pedido que busque «un auténtico desarrollo y crecimiento del país y de cada familia», y han aplaudido su compromiso contra la pobreza.

En la vecina Honduras, Nyzelle Dondé, religiosa scalabriniana y coordinadora nacional de la Pastoral de Movilidad Humana, no ha percibido un aumento de nicaragüenses mayor que el de otras nacionalidades. Pero Dubon se muestra sorprendida por lo que oye en sus conversaciones con compatriotas emigrantes. Cita a «una mujer de Matiare, a 30 kilómetros de Managua, que me decía que de su zona se habían ido 200 familias enteras». De hecho, «hay una crisis en la producción de café porque no hay jornaleros».

En los grupos de discusión que organiza, el 80 % de los migrantes aseguran que dejaron su país por la represión. La exdiputada todavía trata de descifrar hasta qué punto «han sido objeto directos de la misma», o si se ha generado tal clima de miedo que incluso quienes no la han sufrido «tienen la percepción de que pueden ser agredidos en cualquier momento». La semana pasada, recuerda, fue condenada la primera persona acusada de violar la Ley de Ciberdelitos por una publicación contraria al régimen en sus redes sociales.

Sobre el otro 20 % que emigra por razones económicas, Dubon explica que hay un 45 % de la población con trabajos precarios y un 5 % sin trabajo. «La crisis política ha tenido un efecto negativo en la inversión, lo que unido a la pandemia ha supuesto un deterioro en las condiciones de vida». Los precios de algunos productos básicos, como el arroz o los frijoles, se han duplicado. El ambiente de represión obliga a la gente a marcharse «con mucho sigilo», sin poder organizar bien el viaje. «Salen con poquísimos recursos, algunos apenas con 90 dólares», confiando en que «en el camino habrá buenos samaritanos».

En su primera parada, Honduras, esta acogida es aún escasa. Cuando el año pasado empezaron a cruzar el país haitianos, africanos, venezolanos, cubanos y nicaragüenses, «fueron las iglesias las que dieron una respuesta inmediata», narra la hermana Dondé. Luego llegaron las organizaciones internacionales y, en último lugar, el Gobierno.

Centroamérica
Nicaragua:

121.000 refugiados y solicitantes de asilo

Región y México:

819.000 desplazados forzosos

«La gente prefiere jugársela»

Habrá quien diga que la sociedad hondureña tiene sus propios problemas. Las salidas masivas «se siguen organizando para tener más repercusión y ejercer presión sobre el Gobierno», explica Dondé, aunque cada vez lleguen menos lejos. Según Patricio Larrosa, misionero español en San Pedro Sula, también son una opción para quienes no pueden pagar a un coyote que les facilite el camino. Pero la religiosa apunta que no deben hacer olvidar que «cada día sale del país un promedio de 800 personas».

Las causas «son siempre las mismas», apunta la religiosa: «la inseguridad, la pobreza, la falta de recursos económicos, de oportunidades de trabajo y de educación». Larrosa pone ejemplos concretos. «Los niños llevan ya dos años con clases virtuales», inaccesibles para muchos. Además, las zonas afectadas por los huracanes Eta y Iota en otoño de 2020 aún no se han recuperado. Como consecuencia, «hay muchos pueblos y aldeas donde quedan muy pocos habitantes». La gente «sigue prefiriendo jugársela» aunque «el camino es cada vez más difícil» y sepan que pueden volver, como un vecino suyo, «con las dos piernas cortadas por un tren».

El cambio de Gobierno ha generado «una cierta expectativa y esperanza» en este ámbito, explica Dondé. Las entidades que trabajan en migraciones se han reunido con la Comisión de Transición de Movimientos Sociales del nuevo Ejecutivo. Juntos han elaborado más de 100 propuestas a corto, medio y largo plazo, de cara tanto a los migrantes hondureños como a los de otros países que están en tránsito. Ahora solo queda comprobar hasta qué punto serán bien acogidas.