De la familia depende el futuro de la Iglesia
El Encuentro Mundial que clausurará el Papa en Valencia plantea el desafío central de la transmisión de la fe a las nuevas generaciones. Por este motivo, el lema que el Santo Padre ha escogido para este viaje es: ¡Familia, vive y transmite la fe!
Benedicto XVI está terminando de preparar las maletas para viajar a Valencia, y ya ha confesado públicamente tanto su emoción como sus esperanzas para su tercer Viaje apostólico internacional. Este domingo, al encontrarse con los peregrinos, reveló el eslogan del viaje: ¡Familia, vive y transmite la fe!
Del V Encuentro Mundial de las Familias, en definitiva, de la familia, como reconoció el Papa, depende en última instancia el futuro de la Iglesia.
El ámbito de transmisión de la fe
«En tantas comunidades que hoy están secularizadas, la primera urgencia para los creyentes en Cristo consiste precisamente en renovar la fe de los adultos, para que sean capaces de comunicarla a las nuevas generaciones», reconoció el Papa al rezar el ángelus con los peregrinos congregados en la Plaza de San Pedro del Vaticano.
Pero los padres no pueden transmitir la fe a sus hijos y –añadió el Papa–, sin el compromiso «de profundizar en el conocimiento de la propia fe, reavivando la llama con la oración y la asidua práctica de los sacramentos de la Confesión y de la Eucaristía».
Por eso, antes de tomar el avión rumbo a la ciudad levantina, el Santo Padre encomendó a María «el éxito del próximo gran Encuentro de Valencia, y todas las familias del mundo, para que sean auténticas comunidades de amor y de vida, en las que la llama de la fe se transmita de generación en generación».
Ridiculizada en los medios de comunicación
Benedicto XVI sabe muy bien lo que se juega la Iglesia y la sociedad con la desintegración de la familia. Y sin embargo, como explicó el viernes pasado al nuevo embajador de Uruguay ante la Santa Sede, don Mario Juan Bosco Cayota Zappettini, es común ver cómo los medios de comunicación ridiculizan a la familia.
«Los valores más altos, arraigados en el corazón de las personas y en el tejido social, son como el alma de los pueblos, que los hace fuertes en la adversidad, generosos en la colaboración leal e ilusionados en la construcción de un futuro mejor y lleno de vida, en el que todos sin excepción tengan la oportunidad de desarrollar la plena dignidad del ser humano», constató el Santo Padre. Por eso manifestó su preocupación ante «algunas tendencias que tratan de limitar el valor inviolable de la vida humana misma, desde su concepción hasta su ocaso natural, o de disociarla de su ambiente natural, como es el amor humano en el matrimonio y la familia».
«La Iglesia promueve ciertamente una cultura de la vida, generosa y creadora de esperanza, y no sólo por motivos estrictamente confesionales». De hecho –explicó–, hay muchas personas que comparten preocupaciones similares «por motivos éticos y racionales».
«Con ello se relaciona, por su propia naturaleza, la cuestión de la familia, estructura esencial de la sociedad, y de la unión en matrimonio de un hombre y una mujer, según el designio impreso por el Creador en la naturaleza humana».
«No faltan quienes desde algunos medios de comunicación social denigran o ridiculizan el alto valor del matrimonio y la familia, favoreciendo así el egoísmo y la desorientación, en vez de la generosidad y el sacrificio necesarios para mantener vigorosa esta auténtica célula primaria de la comunidad humana».
«Fomentar la familia, ayudarla a cumplir sus cometidos indispensables, es ganar también cohesión social y, sobre todo, respetar sus propios derechos, que no pueden ser disipados ante otras formas de unión que pretendieran usurparlos».
Escuela donde se aprende a rezar
El arzobispo Piero Marini, Maestro de las celebraciones litúrgicas pontificias, antes de que el Papa tome el avión, subraya la importancia de este viaje, que quiere mostrar a la Iglesia que «la transmisión de la fe encuentra en la familia un entramado de comunicación, afecto y exigencia que permite hacerla vida».
«En el ámbito de las relaciones personales –añade–, se produce el despertar religioso que tan difícilmente se logra en otras circunstancias. Igualmente, es un lugar privilegiado para aprender la oración. En la familia, la plegaria se une a los acontecimientos de la vida, ordinarios y especiales». Y monseñor Marini reconoce que «la oración familiar es germen e inicio del diálogo de cada hombre con Dios. El seno de la familia es el primer lugar natural para la preparación de los sacramentos».
Al hablar de los momentos más destacados de este viaje, el arzobispo italiano no tiene dudas: el culmen se alcanzará con la celebración de la Eucaristía del domingo por la mañana. Y concluye:
«Si la Iglesia, una, santa, católica y apostólica, familia de Dios, tiene su máxima expresión cuando celebra la Eucaristía presidida por el obispo, cuánto más en esta ocasión, cuando se reúne para el Santo Sacrificio en torno al Sucesor de Pedro, rodeado por los obispos, presbíteros y diáconos, con la participación de todos los fieles con sus familias, que han venido de todo el mundo».