¿De dónde proceden quienes naufragan en el Mediterráneo?
¿Te has preguntado alguna vez de dónde proceden las personas que fallecen ahogadas en los naufragios del Mediterráneo? Es la pregunta que lanza la ONG salesiana Jóvenes y Desarrollo en su Campaña #StopNaufragios
Muchas —incluidas familias con hijos pequeños— han huido de países arrasados por la guerra, como Siria, Afganistán, Sudán e Irak. Otras han sido perseguidas por sus opiniones políticas, torturadas e incluso amenazadas de muerte.
En 2014, las personas procedentes de Siria y Eritrea representaban casi la mitad de las aproximadamente 170.000 personas que llegaron a Italia en barco. Pero hay más…
Las personas que llegan del África Subsahariana huyendo de las penurias y la pobreza. En los campamentos improvisados esperan un sin número de hombres y mujeres de distintas nacionalidades africanas y asiáticas, muchos de ellos son de Senegal, Gambia, Sudán, Somalia, Eritrea y Etiopía, República Centro Africana, Yemen, Siria, Bangladés, que huyen fundamentalmente de guerras y dictaduras.
Desde Senegal, por ejemplo, el viaje que se demora más de dos meses, con infinidad de escollos por vencer en los tres mil kilómetros de caminos que cruzan regiones desérticas, con constantes cambios de vehículos, especialmente camiones donde viajan hacinados, con poca agua y menos alimento.
Los migrantes han debido pagar sobornos a las autoridades en cada frontera que cruzaron y sortear bandas armadas dispuestos a secuestrarlos.
Muchas de las mujeres han sido violadas, otras directamente han sido introducidas en redes de trata de blancas. A los migrantes, antes de subir a las embarcaciones, se los despoja de sus teléfonos móviles. Quienes manejan la embarcación llevan sólo un GPS y un teléfono satelital con el número de los guardacostas para pedir auxilio. Se calcula que los traficantes obtienen en promedio noventa mil dólares por cada nave fletada…
Estamos ante una realidad que no se solucionará levantando muros ni bombardeando embarcaciones. Se trata de un problema que sólo se resolverá cuando, a través del desarrollo de los pueblos más empobrecidos, sus habitantes puedan alcanzar una vida lo suficientemente digna como para no tener que huir a la desesperada hacia otras tierras que contemplan como prometedoras de mayores posibilidades.