Dar consejo al que lo necesita
Si «el nombre de Dios es Misericordia», como dice el Papa, sus apellidos bien pueden ser los 14 modos que desde hace siglos propone la Iglesia para vivir y practicar el amor de Dios: las obras de misericordia. Estos son testimonios reales de cómo se puede vivir el Año de la Misericordia
«La vida familiar es preciosa, pero chico, el matrimonio y la paternidad tienen muchos recovecos, y hay momentos en los que parece que solo hay problemas… Es ahí donde muchas parejas tiran la toalla, y es ahí donde nosotros entramos para mostrar que casi todos tenemos los mismos problemas, para rebajar la tensión y el dramatismo, y para explicar cómo se pueden salvar los escollos». Así resume Joaquín Chacón lo que, junto a su mujer Catalina Aguilera, hacen desde el Centro de Orientación Familiar Juan Pablo II, de Lucena, en Córdoba. «Nuestra labor –afirma– es acompañar como matrimonio a otras familias que buscan solucionar sus problemas. Quedamos con ellos, les escuchamos, intentamos detectar lo que les pasa y les aconsejamos, desde nuestra experiencia y desde la formación que recibimos en el COF, sobre el mejor modo de salvar sus obstáculos; o bien los derivamos a un especialista si es necesario». Porque, en esencia, «ante una persona que necesita un consejo, cualquier católico puede seguir esos pasos: vencer la indiferencia ante sus problemas, ponerte en la piel del otro, evitar juzgar, y aconsejar si estás seguro de algo, o derivarlo a quien pueda ayudarle mejor que tú». Y así, la misericordia de Dios le gana el terreno al aislamiento, al egoísmo y a la desorientación.