La brecha abierta por un misil entre los escombros de Mosul pone en el punto de mira al Papa Francisco durante uno de los momentos más impactantes de su viaje a Irak, el primero que realizó en 2021. Un destino desaconsejado y que solo fue posible por la firmeza del Pontífice.
El gris del polvo y de los restos de lo que antes eran las cuatro iglesias de una de las plazas del centro histórico de Mosul desdibuja y a la vez iguala el fondo de esta escenografía de la destrucción y odio fanático que se cebaron sobre Irak. Allí el Papa, en medio de un paraje desolador y sobre una alfombra de color rojo sangre, alzó la voz para que nadie, nunca más, mate a los hermanos en nombre de Dios. Francisco se conmovió al pensar en los cristianos que tuvieron que abandonar Irak para no ser degollados, y la imagen de un Pontífice de blanco entre las ruinas provocadas por la barbarie sirvió de revulsivo al mundo para ayudar al país en su reconstrucción y para recordarnos a todos que la fraternidad es más fuerte que el fratricidio, y la esperanza más fuerte que la muerte.
Quienes conocen a Francisco saben bien que sus viajes se planifican bajo el único enfoque que le interesa: el misionero. Por eso, aun convaleciente de la operación del pasado mes de julio, puso rumbo a Budapest para presidir la Misa de clausura del 52 Congreso Eucarístico Internacional. Fue el inicio de un agotador periplo de cuatro días con destino final en Eslovaquia, donde rindió homenaje a millones de católicos que sufrieron el comunismo, y puso de manifiesto que aún se discrimina a la población gitana que sobrevive en barrios convertidos en guetos amurallados. Días antes de cumplir 85 años sintió que tenía fuerza para más y se dirigió a las antiguas fuentes de Europa, Chipre y Grecia, para pedir solidaridad ante el drama de los refugiados y mejorar la relación fraterna con los ortodoxos. En Lesbos tocó de nuevo las llagas de las migraciones forzadas y recordó a Europa que le falta humanidad. En el fondo, todo es cuestión de enfoque: que salgan en las fotos aquellos a los que muchos se empeñan en dejar fuera de plano.