«¿Sabes cuánto cuesta mi hijo?», preguntaba una joven mamá a Javier, mientras miraban a su pequeñín de 2 años que devoraba una galleta con ansia. Javier contemplaba a ese ratoncito con pañales y miraba a la madre, pero no entendía la pregunta. Estaban en la puerta de la parroquia, a punto de comenzar el grupo Ángel, al que asisten una legión de mamás con bebés y niños que corretean. En la sala, mientras las mamás aprenden de lo divino y lo humano, los bebés amamantan, los niños gatean, y muchos lloran.
«Pues mi hijo cuesta 500 euros» –concluyó la madre. «¿Usted cree que mi hijo pueda valer 500 euros? Pues eso es lo que me ofrecía mi pareja para abortar. No quería a su bebé y me daba 500 euros para acabar con su vida. Pero yo me negué y me fui de casa. Y ahora he encontrado una familia en la parroquia».
Javier, el hombre que escuchaba atónito esta historia, es el marido de la directora del coro. Venía a la parroquia simplemente a acompañar a su mujer. Cada día hablaba con la gente que frecuentaba la parroquia y se quedaba alucinado con cada historia. Pero esta fue la gota que colmó el vaso. Casi se pone a llorar, tenía un nudo en la garganta y no sabía qué decir. Decidió pasar a la acción. Fue recorriendo colegio por colegio. Se presentaba en el despacho del director y le contaba su proyecto: conseguir pañales y leche para las mamás de Puente de Vallecas. «Oiga, que son más de 100 mamás. Hay que ser generoso», insistía a los directores. Consiguió convencer e ilusionar a seis colegios, que promovieron la generosidad de las familias de los escolares. Él mismo iba con su coche a recoger los pañales. Contando, contando… al final sumó el total: 10.000 pañales para los bebés de Vallecas.