Cuando la COPE se partió por la mitad por la guerra de Irak
En 2003, cuando varios comunicadores de la Cadena COPE apoyaban la invasión de Irak, Cristina López Schlichting se opuso, «a riesgo de ser asimilada a los comunistas». Su razón: la posición de la Iglesia, que gracias a su profundo conocimiento de la región sabía que la intervención militar solo desencadenaría más violencia
La invasión de Irak por parte de una coalición internacional liderada por Estados Unidos en 2003 no solo supuso «una ruptura profunda en la sociedad española», sino también en la Cadena COPE. Y esta invasión desencadenó la violencia contra los cristianos que, agravada en el último año, ha hecho que su presencia en el país haya pasado de un millón a apenas 300.000. Así lo relató la periodista Cristina López Schlichting este martes, durante la presentación del libro «Antes de que sea demasiado tarde». Hablan los cristianos perseguidos en Irak (Palabra), de Raquel Martín, responsable de comunicación de Ayuda a la Iglesia Necesitada.
Durante el acto, que tuvo lugar en el salón de actos de Alfa y Omega, la periodista explicó que «parte del pueblo español percibió que había una injusticia en la invasión de Irak», apoyada por el gobierno de José María Aznar. «La propia COPE se partió por la mitad. Para mí fue un momento durísimo. Había comunicadores absolutamente partidarios de la invasión de Irak, y servidora decidió ponerse en contra, en un momento en que uno corría el riesgo de ser asimilado a los comunistas si adoptaba esta opción».
¿Por qué lo hizo? «No por rebeldía —respondió López Schlichting—, sino por la Santa Sede, que tiene una larguísima presencia en la zona de Oriente Medio. Eran los diplomáticos del Vaticano los que conocían perfectamente que la tremenda dictadura de Sadam Husein mantenía paradójicamente el orden en un lugar donde la ruptura entre suníes, chiíes y kurdos podía llegar a ser sangrienta». Así lo han demostrado los acontecimientos de los años posteriores: «Se han desintegrado las estructuras sociales y ha crecido el integrismo».
«Ellos nos dan esperanza»
La periodista reconoció que lo que más le ha impactado de «Antes de que sea demasiado tarde» es «el pánico con el que la gente define al Dáesh». Este movimiento yihadista no solo ha torturado de forma brutal a la gente, sino que «ha producido la ruptura en una región donde había una convivencia ejemplar», y donde «musulmanes y cristianos compartían las fiestas».
Después de repasar algunas de las historias que recoge el libro, López Schlichting invitó a los presentes a «utilizarlo como una especie de calendario de Adviento. Cada noche se puede leer una de estas historias en familia, y rezar por esa persona».
Pero —continuó— no se trata solo de rezar por ellos. «Este libro abre un horizonte de esperanza extraordinario. Los cristianos en España vivimos en un lamento perpetuo», por los daños que causa la secularización. «Y de repente nos llega esta esperanza de hombres y mujeres que nos dicen «El Señor nos sostiene en este Jueves Santo y estamos contentos». Una y otra vez el Señor nos envía su ayuda cuando pensábamos que no había esperanza. Y ahora nos la envía desde Irak».
Tarde, pero no demasiado tarde
En el acto intervino también, además de la autora, monseñor Alberto Ortega, recientemente nombrado nuncio apostólico en Jordania e Irak. En sus palabras, agradeció la publicación del libro, porque «es una iniciativa muy importante para no olvidar» la cuestión de la desaparición de los cristianos de Oriente Medio; algo que «sería muy injusto». A diferencia de la comunidad internacional, que «no ha mostrado suficiente interés», desde hace años «la Iglesia ha seguido con mucho interés» esta desaparición, por ejemplo a través del Sínodo de los obispos para Oriente Medio en 2010.
Los acontecimientos del año pasado sí «han despertado la atención en mucha gente. La comunidad internacional ha tomado más interés y la Santa Sede ha intentado responder de la mejor forma posible. El Papa no deja de hablar» de ello. El nuncio recordó, por ejemplo, que desde hace un año no se celebra Misa en la ciudad de Mosul, donde se había celebrado ininterrumpidamente durante 2.000 años. «Se ha tomado conciencia tarde» de este problema, «pero todavía no es demasiado tarde».
Monseñor Ortega resaltó que en este momento «está en juego la presencia de los cristianos en una región donde llevan desde el principio» del cristianismo. Su permanencia «es fundamental para la Iglesia, pero también para la sociedad, porque están llamados a realizar un papel de construcción de la paz. Si en la región hay deseos de más libertad», como se puso de manifiesto en la “primavera árabe”, «los cristianos pueden ofrecer una contribución importante».
«Ningún cristiano ha renunciado a la fe»
La situación actual, explicó, es «un desafío y un reto para los cristianos, y podría ser también la ocasión para un nuevo inicio». Dentro del drama que supone, el éxodo de miles de cristianos significa también que «lo han dejado todo con tal de mantener la fe. Nosotros lo hemos visto con emoción. No consta que ningún cristiano que se haya convertido para conservar su vida» tal como era.
Esto «nos mueve y nos lleva a intentar ayudarlos». La primera forma es la oración y «sostener su “sí” al Señor con nuestra propia fidelidad». También hace falta ayudarles materialmente —«a algunos les quitaron hasta los zapatos»—. «También hay mucha labor a nivel internacional» para que «puedan volver a sus casas y pueblos de origen. Tienen derecho a volver con seguridad», por lo que hay que «intentar eliminar todo lo que les amenaza», y también garantizarles la integración. Está claro que para esto no basta la fuerza militar. Ahí la educación juega un papel muy importante».
Monseñor Ortega subrayó que «los cristianos no quieren sentirse tolerados» en su propio país, «sino ciudadanos, como todos, con los mismos derechos y deberes». Pero va a hacer falta «una labor muy importante de reconstrucción», porque «se han sentido traicionados por sus vecinos. También ellos tendrán que dar un paso adelante para la reconciliación».