¿Cuál es el origen de la palabra Papa?
En las catacumbas de san Calixto está el testimonio más antiguo del uso de la palabra Papa referida al obispo de Roma, término que procede del griego
Si uno va a las catacumbas de san Calixto de Roma -en la foto-, es posible que el guía turístico le informe de que allí se encuentra el primer testimonio arqueológico del uso de la palabra Papa, que sería el pintoresco acrónimo de la frase «del apóstol Pedro tomo el poder» (Petri Apostoli Potestatem Accipiens), algo así como los Viva Verdi que cantaban los italianos en el Risorgimento. Por supuesto, esta interpretación está bien lejos de ser correcta, como también la interpretación del juego de palabras Pater Patrum (padre de los padres), que sería una descripción y relectura posterior del oficio papal.
Desde el punto de vista histórico-etimológico, el término Papa sin embargo no es un acrónimo, sino una palabra de origen griego. El vocabulario griego la define palabra onomatopéyica que significa padre, papá en sentido familiar y afectuoso. Es el término usado en los primeros siglos del cristianismo para dirigirse a los miembros del clero y sobre todo a los obispos. Aún hoy el Patriarca copto de Alejandría de Egipto es llamado Papa. Solamente en un segundo momento, hacia el siglo IX-X, se convierte en exclusivo del obispo de Roma: de padre en sentido general a padre en sentido específico, el padre de Roma.
La referencia a las catacumbas de san Calixto es interesante, porque en ellas está el testimonio más antiguo en Roma del uso de la palabra Papa referida al obispo de Roma. El diácono Severo declara haber recibido la orden del obispo romano Marcelino (296-304) de construir para sí y sus familiares un nicho sepulcral dentro de dichas catacumbas: iussu pp. sui Marcellini diaconus iste Severus fecit… (cfr. Testini, Archeologia cristiana, Bari 1980, p.384). Reasumiendo: es la historia de un término genérico que con el paso del tiempo asume un significado cada vez más específico hasta convertirse en exclusivo.
En el Dictatus Papae, un documento nacido en el ambiente gregoriano durante la lucha de las investiduras y que subraya fuertemente el primado universal del obispo de Roma, los términos Sumo Pontífice y Papa se usan como sinónimos e intercambiables. Sólo por poner un ejemplo, en la Regla de San Francisco (cap.XII) se habla de Dominus Papa.
Ya desde hacía una decena de siglos, la palabra Papa (con los términos derivados, papal, papado…) indica solamente al obispo de Roma.
Aunque son varios los títulos del Papa: Sumo Pontífice, obispo de Roma, sucesor de Pedro, Patriarca de Occidente (este último, dejado de usar por Benedicto XVI), Primado de Italia…, lo teológicamente más verdadero y del que derivan todos los demás es obispo de Roma, y por tanto heredero y sucesor de Pedro y cabeza del colegio apostólico. Y éste es el título que le califica en el sentido más profundo. Podemos terminar citando dos textos, uno de la antigüedad cristiana, uno de nuestros días, sobre la importancia teológica del título romano.
«Pero como sería demasiado largo enumerar las sucesiones de todas las Iglesias en este volumen, indicaremos sobre todo las de las más antiguas y de todos conocidas, la de la Iglesia fundada y constituida en Roma por los dos gloriosísimos Apóstoles Pedro y Pablo, la que desde los Apóstoles conserva la Tradición y a fe anunciada a los hombres por los sucesores de los Apóstoles que llegan hasta nosotros… Es necesario que cualquier Iglesia esté en armonía con esta Iglesia, cuya fundación es la más garantizada -me refiero a todos los fieles de cualquier lugar-, porque en ella todos los que se encuentran en todas partes han conservado la Tradición apostólica» (cfr: S. Ireneo, Contra las herejías, libro tercero, parte primera).
«Además, dentro de la comunión eclesiástica, existen legítimamente Iglesias particulares, que gozan de tradiciones propias, permaneciendo inmutable el primado de la cátedra de Pedro, que preside la asamblea universal de la caridad [25], protege las diferencias legítimas y simultáneamente vela para que las divergencias sirvan a la unidad en vez de dañarla» (Lumen Gentium 13).
Giovanni Roncari. Novena.it / Aleteia