Cristo vino al mundo para todos los pueblos
Responden los participantes en la Jornada de oración de líderes religiosos por la paz convocada por Juan Pablo II
La foto del jueves pasado en Asís vale más que mil palabras: cientos de líderes de todas las religiones unidos por una certeza común: La paz es un don de Dios; la violencia, su profanación. Ha sido, sin duda, el momento culmen del diálogo interreligioso promovido por la Iglesia católica a partir del Concilio Vaticano II.
Una iniciativa, que, como había advertido ya Juan Pablo II en las vísperas, «no pretende condescender con el sincretismo religioso». Por este motivo, en la ciudad de san Francisco no hubo un momento de oración conjunta, sino que cada grupo religioso rezó en lugares diferentes, incluidos los zoroástricos, que encendieron su fuego litúrgico en un claustro a cielo abierto.
Diálogo sí, sincretismo no: es la clave de lectura de Asís 2002. Así lo ha confirmado a Alfa y Omega uno de los máximos organizadores del acontecimiento, el cardenal Francis Arinzé, presidente del Consejo Pontificio para el Diálogo interreligioso, quien se pregunta: «Para alcanzar la paz, ¿qué nos hace falta?».
«Ciertamente —responde el cardenal nigeriano—, tenemos necesidad de Gobiernos, asociaciones nacionales e internacionales, de la Organización de las Naciones Unidas, de negociaciones. Pero el Santo Padre ha querido subrayar que tenemos necesidad, especialmente, de la oración, de la dimensión espiritual. A fin de cuentas, la paz no es algo que hacemos nosotros, es un don que recibimos de Dios. Como escribió el Papa en la encíclica Centesimus annus, hace once años: Yo creo que, en el futuro, la cooperación de todas las religiones será necesaria para la construcción de la paz. Las religiones preparan el alma y los corazones para la paz: no es algo que viene automáticamente, hace falta preparación. La guerra comienza en los corazones antes de convertirse en un asunto de armamentos».
La respuesta de los líderes religiosos en esta ocasión ha sido realmente sorprendente. El tren de la paz, como se bautizó al convoy de siete vagones que les llevó del Vaticano a la ciudad del Poverello, constituye un acontecimiento cuyas repercusiones son imposibles de prever.
La respuesta cristiana
Ciertamente, igual que en el primer encuentro de estas características, que el Papa convocó en plena guerra fría en Asís, en 1986, la respuesta de líderes cristianos ha sido masiva: han enviado a sus más altos representantes la Comunión Anglicana, la Federación Luterana Mundial, la Alianza de las Iglesias Reformadas, los Pentecostales, la Alianza Bautista Mundial, incluso el Ejército de Salvación, sin olvidar el Consejo Mundial de las Iglesias, la organización ecuménica que reúne a casi todas las confesiones cristianas a excepción de la Iglesia católica.
Ahora bien, la respuesta más significativa la han dado las Iglesias ortodoxas, comenzando por el primus inter pares entre los cristianos del así llamado cisma de Oriente, el Patriarca Bartolomé I de Constantinopla. Junto a él estaban presentes representantes de otras dieciséis Iglesias orientales. Lo más llamativo era la presencia del representante del Patriarca ortodoxo de Moscú, Alejo II. Tras la caída de la Unión Soviética, la Iglesia ortodoxa rusa había rechazado todo contacto o invitación del Pontífice. La presencia del arzobispo Pitirim, metropolita de Volokolamsk, y Juriev, Vicario patriarcal de Moscú, en Asís permite pensar, por primera vez, en la posibilidad real de un viaje a Rusia del Pontífice. De hecho, en su reciente viaje a Polonia, el presidente ruso Vladimir Putin declaró que está dispuesto a invitar al Pontífice «en todo momento». Palabras así no las había pronunciado hasta ahora.
El arzobispo metropolita Gennadios Zervos, representante del Patriarcado de Constantinopla en Italia, ha comentado a Alfa y Omega el significado de Asís: «Es una responsabilidad para todos nosotros, un compromiso a colaborar juntos para vivir hombro a hombro el amor en Dios. Todos somos hijos del mismo Dios. El Patriarca ecuménico ha venido aquí lleno de entusiasmo, de amor, de paz: para rezar y dialogar con los demás representantes cristianos, de las demás religiones, y con Su Santidad, el Papa de Roma. Asís ha sido verdaderamente una gran idea para toda la Humanidad».
Colaboración islámica
Después de los cristianos, los más numerosos en Asís han sido los líderes islámicos. El encuentro respondía a los atentados del 11 de septiembre y Juan Pablo II tenía mucho interés en promover su participación. Vinieron representantes islámicos de Arabia Saudí, Irán (país que promovió el encuentro con un dinamismo sorprendente), Irak, Egipto, Jordania (se encontraba el príncipe El Hassan bin Talal), Jerusalén, Marruecos, Sudán, Filipinas, Libia, además de otros países de Europa (varios de Bosnia y Herzegovina), del África negra y de Estados Unidos.
El director de cine argelino Rashid Benhagi explicaba a Radio Vaticano cómo han visto los musulmanes la convocatoria: «La oración es un momento de recogimiento. Si antes de hacer cualquier cosa, nos detuviéramos un momento para rezar, para ver lo que tenemos dentro, para poner en primer plano esta dimensión interior, humana, entonces, según mi parecer, lograríamos frenar gestos incontrolados, gestos que no tienen sentido…».
«En este momento en el que la palabra se le ha dado a las armas —añade Benhagi—, un acto de este tipo nos lleva, ante todo, a reflexionar. Cuando un gesto así tiene lugar en un momento de caos, es más fuerte. Menos mal que hay alguien que dice: «Deteneos un momento y veamos cuáles son las diferencias que nos llevan hasta matarnos unos a otros». Entonces se comienza a hacer un análisis y nos damos cuenta de que, en realidad, la religión no tiene nada que ver, pues hay otros factores que entran en juego: ya sean políticos, económicos, etc.».
Diálogo con el judaísmo
El judaísmo estuvo representado en Asís por importantes líderes de Israel, Estados Unidos, Francia, Inglaterra, Bélgica, Brasil e Italia. Entre ellos, cabe señalar la presencia de los rabinos jefes Ron Kronish, director del Consejo de Coordinación Internacional en Israel, y David Rosen, presidente del Consejo Internacional de Cristianos y Judíos (Jerusalén).
Giuseppe Laras, rabino jefe de Milán, y presidente de la Asamblea de Rabinos de Italia, nos han explicado con estas palabras la presencia de estos representantes en el encuentro convocado por el Papa: «Es una respuesta a una situación terrible. En las situaciones dramáticas uno se concentra más, como es justo, en los valores del espíritu, en la fuerza de la oración. Me viene a la mente aquel pasaje del Éxodo en el que Moisés, mientras tiene lugar el ataque de Amalec, levanta las manos hacia el cielo e Israel se impone sobre los elementos adversarios y violentos que buscan su destrucción. ¿Qué significa elevar los brazos al cielo? Significa invitar a todos a cambiar de perspectiva, orientándola hacia los valores espirituales: pues esta relación con Dios y con lo alto, con el Trascendente, nos da la fuerza para superar la violencia contingente, que con frecuencia trata de imponerse».
Presencia budista
Particularmente numerosa ha sido también la participación de líderes budistas. En representación del Dalai Lama, vino a Asís Geshe Tashi Tsering. Junto a él se encontraban las principales denominaciones y escuelas budistas, en especial zen, así como la Rissho Kosei-kai, que es una asociación de laicos.
El padre Massimiliano Mizzi, responsable y fundador del Centro Franciscano Internacional para el Diálogo, explica que, para el budismo, «la paz es ante todo una virtud humana, que nace de la armonía del propio corazón. Y la paz interior se alcanza a través de la oración».
En el momento de oración se reunieron todos los budistas juntos en una sala románica, con vistas a la llanura, y uno de ellos comenzó a entonar el dharma, es decir, letanías que fueron repetidas por todos muchas veces, con el objetivo de encontrar la armonía interior y con la Creación.
De todas las religiones
Cinco grandes líderes del hinduismo de India estuvieron también en Asís. Con ellos había también japoneses que profesan el tenrikyo y el sintoísmo, el presidente del Centro nacional para el confucionismo, de Corea, así como exponentes del kainismo, sijismo, zoroastrismo, y de las religiones tradicionales africanas.
Sólo ha habido una voz que se ha levantado contra el encuentro de Asís, al menos de manera pública: ha sido la del obispo Bernard Felley, de la Fraternidad cismática tradicionalista de San Pío X, fundada por el arzobispo fallecido Marcel Lefebvre, quien ya había criticado duramente la cumbre de Asís en 1986.
Tras aquel encuentro con los líderes religiosos, Juan Pablo II recogió esta confesión en su libro-entrevista Cruzando el umbral de la esperanza: «En vez de sorprenderse de que la Providencia permita tal variedad de religiones, deberíamos más bien maravillarnos de los numerosos elementos comunes que se encuentran en ellas».
Esto no significa sincretismo, pues al mismo tiempo el Pontífice subraya -como también lo ha hecho la declaración Dominus Iesus, de la Congregación para la Doctrina de la Fe- que Cristo es el único salvador de la Humanidad. Significa que «Cristo vino al mundo para todos estos pueblos, los ha redimido a todos, y tiene ciertamente Sus caminos para llegar a cada uno de ellos, en la actual etapa escatológica de la historia de la salvación. De hecho, en aquellas religiones muchos Lo aceptan, y muchos más tienen en Él una fe implícita».