Patriarca Sako: En vez de milicias «debemos tener un ejército fuerte en el que entren los cristianos»
En un país fragmentado hasta el extremo, la Iglesia en Irak no quiere que los cristianos formen sus propias milicias, sino que promuevan el bien común de todos y defiendan un concepto civil de ciudadanía. Lo explica el patriarca caldeo, Luis Rafael I Sako
Buscar solo los intereses de los cristianos «no es nuestra cultura». Por esta razón, Luis Rafael I Sako, patriarca de la Iglesia caldea –mayoritaria en Irak– ha sido siempre reticente a la creación de milicias cristianas. Los hechos le han dado la razón. Como denuncia en estas páginas el líder asirio Srood Maqdasi, algunos de estos grupos armados ya se han enfrentado entre sí.
En Irak existe una treintena de milicias de diversas pertenencias religiosas y étnicas, con unos 100.000 miembros. Ante la irrupción del Daesh en 2014 y el fracaso de un Ejército iraquí formado sobre todo por chiíes, algunos cristianos decidieron también formar sus propias fuerzas armadas, un puñado de grupos que reúnen a unos 10.000 combatientes. El patriarca Sako explica a Alfa y Omega que, en un sistema de milicias sectarias, las cristianas son «tan pequeñas» que «no son capaces de defender a los suyos». Por eso, quedan sujetas a los intereses de los grandes grupos con los que luchan aliados.
El patriarca quiere que la comunidad cristiana contribuya a la reconciliación, no a azuzar las divisiones. Hace unas semanas, Sako volvió a desautorizar las amenazas de un líder armado cristiano hacia los sunitas de Mosul, sospechosos de colaborar con el Daesh. Ni siquiera estuvo conforme el líder de la comunidad caldea con que el presupuesto del Departamento de Defensa de Estados Unidos incluyera el año pasado medios para armar a las minorías, ni con los intentos de singularizar la ayuda occidental en estas.
«Tienen que implicarse»
En un país donde cada grupo persigue objetivos sectarios y la fragmentación llega hasta a lo militar, el patriarca caldeo dice que la defensa armada «es un deber del Estado. Debemos tener un Ejército fuerte, y los cristianos pueden entrar en él» para luchar con todos y por todos.
Esta opinión refleja la que siempre ha sido la gran apuesta de la Iglesia: el futuro de los cristianos en Irak no pasa por ser protegidos como minoría, sino por consolidar en Irak un régimen «civil y democrático que separe religión y Estado, de modo que los cristianos sean ciudadanos iguales a los demás». «Donde hay ciudadanos, ya no hay mayorías y minorías», remata Sako. Para ello, «los cristianos tienen que reclamar sus derechos. No pueden esperar a que se los concedan. Tienen que trabajar, implicarse. Puede haber partidos cristianos» –el Parlamento les reserva cinco escaños–, pero «también pueden estar presentes en los grandes partidos».
La otra cara de la moneda es que, como ciudadanos, los cristianos contribuyan al bien común. Además de la labor social y caritativa, «pueden hacer mucho por la reconciliación». Siendo obispo de Kirkuk (2002-2013), Sako se ganó el reconocimiento de todos promoviendo el diálogo entre suníes, kurdos y turcos. También puso en marcha en 2012 una escuela para niños de todas las religiones y etnias. Como patriarca, sigue impulsando esta línea en su trato con líderes religiosos, sociales y políticos. Esta Cuaresma, los caldeos están recaudando dinero para los refugiados, tanto cristianos como musulmanes. Y, el Domingo de Ramos, ambos credos marcharán por la paz desde Erbil (Kurdistán iraquí) hasta Alqosh (llanos de Nínive).
Eco en el islam
Esta apuesta empieza a encontrar eco en el mundo islámico. «Bastantes musulmanes empiezan a hablar de la separación entre religión y Estado», apunta Sako. En este sentido, considera clave el reciente encuentro organizado por la universidad egipcia Al-Azhar, que el Papa quiere visitar este año. «Los musulmanes están viendo que no pueden» luchar contra la violencia «solos. Necesitan a los cristianos», se felicita Luis Sako.