Tengo la suerte de poder saludar cada mañana, camino de mi despacho, a uno de los grandes directores de la historia del cine: Woody Allen. En Oviedo, como sabrán, tenemos levantada —a tamaño natural— una estatua del director neoyorquino como consecuencia de su Premio Príncipe de Asturias de las Artes en 2002 y de las numerosas muestras de cariño que el cineasta ha ofrecido al Principado. Un saludo que, como les digo, hago cada día con un breve y discreto gesto de cabeza en agradecimiento al hombre que con sus películas, guiones y escritos fue, es y será parte de eso que acostumbro a llamar mi «educación sentimental».
Pues ya era hora, pienso, de rendir también homenaje a Allen en esta sugerencia seriéfila que les traigo cada principio de mes. Porque hace no tantos años, y producida por Amazon Studios —donde la tienen disponible—, Woody Allen filmó Crisis en seis escenas, una miniserie del mismo número de capítulos que escenas lleva su título, de unas dos horas y media de duración total y que, como todo lo de él, se devora por su agilidad, brillantez y comicidad. Ambientada en los años 60 y protagonizada por Elaine Mayne, Miley Cirus, John Magaro y el propio cineasta, relata la tranquila vida de un matrimonio de mediana edad que ve su vida revolucionada por la aparición de una fugitiva que pide asilo en su casa.
Quizá no sea el trabajo más brillante de Woody Allen, lo confieso, pero cuando comenzamos a verla, tras esa primera escena en una barbería —de las de toda la vida— donde el alopécico director pide al peluquero que dé lo mejor de sí y le corte el pelo «a lo James Dean», uno no quiere quitar esta crisis rodada que nos intenta hacer ver, una vez más, aquella alleniana idea que introdujo en Delitos y faltas y subyace en toda su filmografía. Esa idea de que «drama más tiempo es igual a comedia» y de que el cine, la pantalla, siempre es un refugio para los tiempos difíciles de la vida.