Diez años del asesinato de Shahbaz Bhatti: «Sé que esto significa la cruz y quiero seguirla»
Se cumplen diez años del asesinato de Salman Taseer y Shahbaz Bhatti. Musulmán y cristiano, unieron fuerzas por Asia Bibi. Pero la causa de beatificación del segundo parece estancada
El 4 de enero de 2011, cuando el gobernador de Punyab (Pakistán), Salman Taseer, fue asesinado en Islamabad, el ministro para los Asuntos de las Minorías, Shahbaz Bhatti, acompañaba a su padre en un hospital de la misma ciudad. «Oímos la noticia y de repente me di cuenta de que Shahbaz había desaparecido», narra para Alfa y Omega su hermano Paul. Tras buscarlo infructuosamente, «media hora después salió en la televisión dando una rueda de prensa».
Su amigo Taseer acababa de morir a manos de su guardaespaldas por defender a Asia Bibi, condenada a muerte al amparo de la ley antiblasfemia. «Él sabía que también estaba en el punto de mira». Pero no se escondió. Esa misma tarde fue a su parroquia a pedir en Misa por Taseer, musulmán. Pocos días después, él mismo dio la mala noticia a Bibi. Ordenó que la aislaran por su seguridad y le aseguró que iba a proteger a su marido e hijas. «No estás sola y serás liberada, estoy convencido», le dijo con dulzura a la aterrada campesina cristiana.
Continuar esta lucha «fue uno de los actos más valientes» que su hermano Paul recuerda. Y el punto final de su sentencia de muerte. Shahbaz Bhatti fue asesinado el 2 de marzo del mismo año por un miembro del Movimiento de los Talibanes Pakistaníes. Una década después, y pasados cinco años desde la apertura de su causa de beatificación, esta está estancada. El obispo de Islamabad-Rawalpindi Rufin Anthony, quien le dio impulso en 2016, murió repentinamente ese mismo año. Y su sucesor, Joseph Arshad, no parece muy interesado por que siga adelante.
La diócesis no ha respondido a las preguntas de este semanario, y Bhatti no conoce los motivos de su reticencia. Aunque la ley antiblasfemia y la persecución a los cristianos siguen siendo cuestiones muy sensibles en el país, «la situación está mucho más controlada que cuando Shahbaz era ministro». Entre los 2.000 testimonios que recogió Paul para su causa hay, junto a políticos internacionales y personalidades de la Iglesia, pakistaníes hindúes y musulmanes. «No creo que su beatificación pudiera ser un problema», asegura.
Una decisión a los 13 años
Aunque de momento no parezca cercana la proclamación de su martirio, quienes le conocieron están convencidos de que la muerte de Bhatti fue el broche final de una vida entregada por defender a los cristianos y otras minorías. Una opción que el joven Shahbaz tomó a la edad de 13 años. Acompañando como monaguillo a un sacerdote en sus visitas a las aldeas, conoció las condiciones de vida de otros cristianos, ciudadanos de segunda de facto. Y un Viernes Santo «sintió la inspiración de entregar su vida siguiendo» el ejemplo de Cristo.
En 1985, siendo un universitario de tan solo 17 años, fundó el Frente de Liberación Cristiana, que en 2002 se transformó en la Alianza de Todas las Minorías de Pakistán. Además de implicarse en casos particulares de discriminación, Bhatti luchó para acabar con que los carnets de identidad señalaran la religión y contra un intento de implantar la sharia. Quería que se celebraran las fiestas de todas las minorías y que tuvieran escaños reservados en el Parlamento. Los testimonios que Paul ha recogido narran «cómo dedicó toda su vida a mejorar» las condiciones de vida de los grupos más marginados. Asimismo, no dudaba en ayudar a los musulmanes si conocía casos de necesidad. De hecho, organizaba encuentros interreligiosos con invitados de todo el mundo para «hablar y poner fin al odio».
Contó entre sus íntimos amigos con musulmanes como el imán de la Gran Mezquita de Lahore. Pero desde muy joven se acostumbró también a las amenazas de los radicales. Su hermano Paul lo recuerda levantándose antes del amanecer para coger fuerzas en la oración. «Creo en Jesucristo que sacrificó su vida por nosotros; yo sé que esto significa la cruz, y yo quiero seguir esta cruz», afirmaba en un testamento que grabó en vídeo. Por eso, aunque «nuestros padres no hacían más que presionarle para que se casara y llevara una vida normal», un día le confesó «que no podía formar una familia» y que estuviera siempre en peligro, o no poder apenas verla por sus continuos desplazamientos.
El gobernador del Punyab, Salman Taseer, «era extraordinario, muy independiente», asegura Paul Bhatti. No lo conoció personalmente, solo por lo que le contaba su hermano Shahbaz, que lo trató bastante al estar ambos en el Partido Popular de Pakistán.
Cuando Bhatti, «con el corazón roto» al conocer el caso de Asia Bibi, contactó con él, encontró «un amigo que le iba a apoyar totalmente». Incluso organizó una rueda de prensa en la cárcel de Sheikhupura. Después de hablar en su favor, agitando una pequeña bandera, subrayó: «El verde por el islam, el blanco por las minorías». «Tenía una visión muy clara para el país».
Peleas de hermanos
«Durante muchos años me opuse» a su trabajo, confiesa Paul. Intentó convencerle de que se uniera a él en Europa. Llegaron a intercambiarse palabras fuertes. Shahbaz siempre respondía que «estaba siguiendo a Cristo y que qué testimonio daría si se rendía». Es más, contraatacaba pidiendo a su hermano que volviera a Pakistán y se uniera a su labor. Tuvo que morir para que este aceptara tomarle el relevo.
«Nunca quiso nada para sí mismo». De hecho, durante mucho tiempo rechazó los cargos que le ofrecían desde el Partido Popular de Pakistán, del que formaba parte. Intentaba, en cambio, que sus colaboradores ocuparan escaños. Solo para constatar con frustración, una y otra vez, que «no estaban suficientemente preparados y no lograban cambiar las leyes». Solo por eso aceptó en 2008 el ofrecimiento del primer ministro Yousaf Raza Gillani de hacerse cargo del recién creado Ministerio para los Asuntos de las Minorías, en el que «podía hacer mucho bien no solo a favor de las minorías, sino de todo el país».