Costureras misioneras sin salir de la parroquia - Alfa y Omega

Costureras misioneras sin salir de la parroquia

Un grupo de mujeres de la localidad de Nules (Castellón) lleva 20 años cosiendo para las misiones. Este año han entregado dos casullas, un alba, cinco manteles de altar y más de 50 juegos de purificadores y corporales

Begoña Aragoneses
Estampa de una tarde de trabajo de las misioneras costureras de Nules
Estampa de una tarde de trabajo de las misioneras costureras de Nules. Foto: Diócesis de Segorbe-Castellón.

Quién diría que un mantel de altar utilizado en una Misa de Tanzania o una casulla vestida por el sacerdote han salido de las manos de unas hacendosas costureras de Nules (Castellón). Pues sí, se podría decir que la ratio de misioneras en esta localidad, de tan solo 13.000 habitantes, es destacable. Más de 20 años lleva un grupito de mujeres cosiendo ajuar litúrgico destinado a las misiones desde su parroquia, la de San Bartolomé y San Jaime. Una vez por semana se reúnen en los salones para darle a la aguja, al hilo y a la tela. Son mujeres que «ponen sus dones al servicio de la Iglesia», cuenta el párroco, Manuel Agorreta, que se encontró el grupo ya muy hecho y muy autónomo hace tres años, cuando llegó destinado al pueblo. «Hacen cosas bonitas» pero, sobre todo, lo hacen por el prójimo. «Todo lo que sea salir de uno mismo y entregarte es bueno. Y ya salir de ti por amor al otro es fantástico». En el fondo, «da igual cómo sea el mantel» porque «tú, sin que nadie te lo diga, das tu tiempo para algo que no es tuyo». Y de forma anónima, porque «estas mujeres cosen para que nadie sepa quién lo ha hecho». El destinatario, así, no conoce a su costurera; algo sumamente evangélico. Como dice el sacerdote, responde al «que tu mano derecha no sepa lo que hace tu mano izquierda».

Dos costureras de Nules muestran una casulla y un mantel de altar realizados para las misiones
Dos costureras de Nules muestran una casulla y un mantel de altar realizados para las misiones. Foto: Diócesis de Segorbe-Castellón.

Manos, en este caso, muy hábiles. Contó en una ocasión Carmen Navarro, un puntal del grupo, que lo más laborioso son las puntillas, «que dan mucha faena y no tienen precio por las horas que cuestan». Pero «ellas se ven capacitadas para hacer ese trabajo», alaba el sacerdote. Que, además, realizan pagando los materiales de su bolsillo. Cuando no están en el grupo, estas mujeres también participan en la vida de la parroquia: bien rezando el rosario, bien leyendo las lecturas en la Misa. Allí «todo el mundo hace de todo», resume el cura.

Parte de los paños, preparados para su envío a los misioneros
Parte de los paños, preparados para su envío a los misioneros. Foto: Diócesis de Segorbe-Castellón.

Las costureras misioneras entregan para el Domund los frutos de su trabajo. Este año han sido dos casullas, un alba, cinco manteles de altar y más de 50 juegos de purificadores y corporales. Lo hacen en la Delegación de Misiones de la diócesis de Segorbe-Castellón, que es quien luego las distribuye a sus misioneros por todo el mundo. Así, hay bordados de las costureras en Costa Rica, Taiwán, Islandia, Estados Unidos, Chile, Brasil, Honduras o Vietnam. Un trabajo muy importante, porque en las misiones no es fácil encontrar estos ajuares. Su labor no tiene precio. Pero sí recompensa, porque las misioneras costureras de Nules tienen asegurada la oración de aquellos a quienes van destinadas sus labores.

Bufandas para comedores sociales

En el barrio de Canillejas (Madrid), el grupo de las tejedoras de la parroquia Santa María la Blanca lleva ya tiempo preparando las bufandas que entregarán en Navidad a los usuarios de cuatro comedores sociales. «¡Esperamos dar de sí para todo!», se ilusiona Conchi, la iniciadora. El grupo, que nació en 2018 como una forma de hacerse compañía, ha ido creciendo con los años y ya tiene 25 miembros. Además de haber renovado todo el ajuar litúrgico de su parroquia, las tejedoras de Canillejas preparan paños litúrgicos para sacerdotes que tienen «adoptados» fuera de Madrid capital, en Guadarrama o en Cuenca. Son también grupo de vida que acompaña su trabajo de oración.