Coronavirus: los curas de Madrid «no van a dejar a nadie en la estacada»
Los sacerdotes madrileños se están presentando voluntarios para acudir a IFEMA y al Palacio de Hielo, para atender de noche las llamadas del SARCU, para seguir atendiendo a los más pobres en las Cáritas parroquiales… A pesar de no poder celebrar físicamente junto a los fieles, el vicario del Clero de la archidiócesis de Madrid, Gil González, destaca el papel de los curas de la capital en una situación «de la que la Iglesia saldrá reforzada»
¿Cómo están ahora mismo los sacerdotes de Madrid en lo que respecta al estado de salud?
Tenemos a bastantes sacerdotes ingresados, entre los que están en planta y los que están en la UCI. Y hay unos cuantos más en casa con síntomas, y otros aislados en su casa por haber tenido contacto con personas enfermas. En total deben de ser unos 55. Y no podemos olvidar a los que han fallecido, entre los que cuento a seis personas.
¿Cómo mantiene el contacto con todos ellos?
Usamos las llamadas telefónicas y WhatsApp con el que se puede. Ayer mismo llamé a uno de los curas que están ingresados, pero me escribió: «No puedo hablar», porque estaba conectado a un respirador. Nos vamos comunicando como podemos. Estamos al tanto de la situación de estos sacerdotes gracias a los vicarios territoriales, que nos mantienen informados.
Un grupo de riesgo lo constituyen los curas mayores de la residencia sacerdotal San Pedro. ¿Cómo está la situación allí?
Lo último que sé es que están bien. No hay casos de coronavirus hasta hoy. Están haciendo vida aislada en su habitación, porque son un grupo vulnerable y muchos tienen enfermedades.
¿Cómo viven usted y los obispos de Madrid esta situación de no poder cuidar a sus pastores como quisieran?
Con inquietud, sobre todo. Pero no se puede hacer nada, no te puedes mover. Yo vivo con mi madre, que tiene 93 años. Si salgo sería un riesgo para ella. Pero es verdad que tengo inquietud por no poder estar más cerca y acompañarlos más.
¿Cuál es el estado de ánimo de los que están bien de salud?
Me impresiona cómo ahora mismo estoy recibiendo llamadas de sacerdotes que se ofrecen a ir a IFEMA para ayudar; otros se han ofrecido para ir al Palacio de Hielo; algunos se han presentado voluntarios para el SARCU. Y luego está la generosidad de los capellanes de los hospitales, o el testimonio del párroco de los jesuitas de la Ventilla, o el de Ángel Amigo, el párroco de Colmenarejo. Hay sacerdotes que se están comportando de manera notable en estas circunstancias.
En las parroquias la situación ha cambiado mucho…
Sí, y muchos párrocos se están reinventando. Uno de ellos me escribía hace poco, y me decía que estaba siendo párroco de un modo diferente. Hay sacerdotes que se están buscando la vida para ofrecer la Eucaristía a través de internet y llegar a sus feligreses. Hay quedadas por WhatsApp para rezar el rosario, para rezar el vía crucis…
¿Y la labor caritativa?
Me consta que no se está dejando de atender a nadie, y me temo que, a medida que pasan los días, las necesidades van a ir en aumento. Por lo que sé, los párrocos siguen atendiendo directamente, y aunque sus equipos no pueden hacerlo, hay alguno que incluso ha escrito un tipo de salvoconducto para atender alguna necesidad, o llevar alimentos a una casa concreta. No van a dejar a la gente en la estacada.
¿Cómo llevan los curas no poder celebrar con el pueblo y no poder atenderles como querrían?
Lo llevan mal, es verdad, pero también hay que recordar que la Eucaristía tiene valor más allá del número de personas que acuden a ella. Esto puede ayudar mucho al sacerdote que celebra solo, y también saber que la oración en la Iglesia nos sostiene unos a otros. Hay muchos caminos por los que se puede mantener la vida cristiana, que no son solamente la posibilidad de seguir la Misa por internet o por televisión. Por ejemplo, mantener los templos abiertos o el toque de campanas son un signo de que no estamos abandonados de la mano de Dios, que podemos mantener la confianza. Me acuerdo mucho estos días del salmo que dice: «Sé valiente, ten ánimo, espera en el Señor». Es tiempo de vivir así, de no venirnos abajo y de esperar en el Señor, que no nos abandona y va delante de nosotros.
¿Cómo cree que saldrá de esta prueba la Iglesia en Madrid?
Creo que se está generando un sentido más familiar de la comunidad parroquial al no poder vivir la presencia física y, sin duda, la Iglesia saldrá reforzada.