«Condenaríamos a la humanidad a un futuro sin esperanza si le quitáramos la capacidad de decidir»
En su mensaje para la reunión en Hiroshima sobre Inteligencia Artificial, el Papa reitera que «ninguna máquina debería elegir poner fin a una vida humana»
«Frente a los prodigios de las máquinas, que parecen saber elegir de manera independiente, debemos tener bien claro que al ser humano le corresponde siempre la decisión», sostiene el Papa en su mensaje para la cumbre Ética de la IA para la paz. Tiene lugar en Hiroshima estos 9 y 10 de julio, una ciudad barrida por una bomba nuclear en 1945 y que, según Francisco, «tiene una gran importancia simbólica» para desarrollar lo que él mismo siempre ha llamado como «una algorética», esto es, un conjunto de normas para el uso moral de la inteligencia artificial. Es un término al que, por ejemplo, ya hizo referencia en la 57 Jornada Mundial por la Paz de este año.
En su menaje para esta ocasión, el Santo Padre parafrasea su propio discurso durante el G7 celebrado en Apulia (Italia) el pasado 14 de junio de 2024. Entonces ya dijo que «en un drama como el de los conflictos armados, es urgente replantearse el desarrollo y la utilización de dispositivos como las llamadas armas autónomas letales para prohibir su uso». Un discurso que recupera literalmente para esta nueva reunión organizada en Japón y en la que repite con fuerza que «ninguna máquina debería elegir jamás poner fin a la vida de un ser humano».
Francisco matiza además que, aunque las máquinas sean capaces de realizar «una elección técnica entre varias posibilidades» basada en «criterios bien definidos o en inferencias estadísticas», lo que hace el ser humano es completamente diferente. Aparte de seleccionar, «en su corazón es capaz de decidir». Y subraya la diferencia entre una mera elección y una decisión, que «requiere una evaluación práctica». «Frecuentemente en la difícil tarea de gobernar, también estamos llamados a decidir con consecuencias para muchas personas», pone como ejemplo.
El Papa reivindica con fuerza que «condenaríamos a la humanidad a un futuro sin esperanza si quitáramos a las personas la capacidad de decidir por sí mismas y por sus vidas». Y subraya la necesidad de «garantizar y proteger un espacio de control significativo del ser humano» sobre las decisiones tomadas por una inteligencia artificial. De lo contrario, se vería obligado «a depender de las elecciones de las máquinas». «Está en juego la misma dignidad humana», sentencia.
Finalmente, acabando el texto en una nota positiva, exige «incluir la riqueza cultural de los pueblos y las religiones» para una «sabia gestión de la innovación tecnológica». Desea «que esta reunión dé frutos de fraternidad y colaboración». Y reza «para que cada uno de nosotros pueda convertirse en un instrumento de paz para el mundo».