Con la Sibila se abre la Navidad en Mallorca
Si el canto de esta profetisa griega ha llegado a ser patrimonio de la UNESCO «es gracias a que se mantuvo aquí», aseguran desde el archivo de la catedral. En él hay datos desde el siglo XIV
«Oh humil Verge! Vós qui heu parit / Jesús Infant aquesta nit, / a vostre en Fill vullau pregar / que de l’infern vulla’ns lliurar! El jorn del Judici / parrà qui haurà fet servici»: «¡Oh, Virgen humilde! Vos que habéis parido al infante Jesús esta noche, a vuestro Hijo debéis pedir, que del infierno nos quiera guardar. El día del Juicio aparecerá quien haya servido». Con estas palabras, cantadas habitualmente por un niño o una mujer, arranca la Misa del gallo en la catedral de Mallorca, en el monasterio de Lluc y prácticamente en todos los templos de la isla. Es el canto de la Sibila, una tradición que se ha conservado desde la Edad Media.
En la catedral «se viene cantando desde el siglo XIII, aunque de entonces no tenemos ninguna referencia», explica Rafel Morro, encargado del archivo capitular. «Del XIV sí»: la Consueta de tempore, un ceremonial en latín muy deteriorado, ya incluye referencias a ella. De hecho, en otros lugares se conservan documentos más antiguos sobre esta tradición, que estuvo muy extendida por todo el suroeste de Europa: un manuscrito francés de época carolingia y uno visigodo de la catedral de Córdoba, en el siglo X.
El canto es una adaptación de un texto, atribuido a una profetisa griega, que describió el fin del mundo en términos análogos al juicio final cristiano. En La ciudad de Dios, san Agustín habla de un códice griego en el que la primera letra de cada verso de dicho oráculo deletreaba «Jesucristo, Hijo de Dios, Salvador». Vio en ello una profecía sobre su nacimiento. Esta sibila «no solo no tiene en todo su poema expresión alguna que pertenezca al culto de los dioses falsos, sino que de tal manera razona contra ellos» que el santo de Hipona propone considerarla dentro del número de los fieles a Dios. Fue la versión cristianizada, con alusiones explícitas a Jesús, la que se popularizó en latín y en algún momento se estableció el vínculo con la Navidad.
En el archivo capitular de Mallorca se encuentra además la Consueta de sagristia, del año 1511, que está en mejor estado que la Consueta de tempore. «Explica cómo es la ceremonia de los maitines de Navidad, que es cuando se cantaba», explica Morro. «Ya está escrita en catalán», lo que hace pensar que la lengua romance se había introducido lo suficiente para que también el canto se realizara en esta lengua. Se sabe además que desde el siglo XV los canónigos que lo cantaban podían ser sustituidos por niños, pues en los libros de cuentas aparecen anotaciones como «pagué a un niño de la escuela por cantar la Sibila». Estos pagos están anotados en libras mallorquinas, una moneda local en vigor hasta el siglo XIX.
Las principales investigaciones sobre el canto de la Sibila hacen referencia a su tradición en el conjunto de la isla de Mallorca. «No hay ningún estudio monográfico sobre su presencia en la catedral. Se ha investigado muy poco», reconoce Rafel Morro, el responsable del archivo capitular. Aun así, dado que «la catedral es la iglesia madre, es casi seguro que entrara por aquí y se expandiera por la isla», igual que los cambios posteriores. Pero cree que «es importante seguir investigando». Lamenta que no esté de moda ahondar en la historia medieval, porque «podrían salir muchas tesis doctorales».
Poco después de que se escribiera la segunda consueta, esta secular tradición se vio en peligro. Como consecuencia del Concilio de Trento (1545-1563) y de su esfuerzo por unificar y depurar la liturgia, el canto de la Sibila se prohibió y terminó desapareciendo de prácticamente todos los lugares. «Solo se conservó en Mallorca y en el Alguer», en Cerdeña, donde se habla un dialecto del catalán, explica el archivero. En las actas capitulares de la catedral mallorquina se recoge cómo también allí varios obispos intentaron prohibirlo. Pero luego otros sucesores, más tolerantes, lo permitían con algunos límites, como que se representara solo el día de Navidad. Esto hace pensar que «se debía de cantar también en otras fiestas». Lo cierto es que «no se dejó de cantar, porque en los libros de cuentas posteriores se siguen encontrando pagos relacionados». Por eso, aunque recientemente se está recuperando en otros lugares de Cataluña y Valencia, si en 2010 la UNESCO declaró el canto de la Sibila patrimonio inmaterial de la humanidad «es gracias a que se mantuvo aquí y en el Alguer».