A Francisco, «como a los futbolistas, se le observa en el terreno de juego: en los viajes, con la gente…». Palabras del cardenal Osoro en la presentación del libro 33 claves del Papa Francisco. Los años duros (San Pablo) en el salón de actos de Alfa y Omega, homenaje anticipado al Pontífice por el día de san Pedro y san Pablo.
Juan Vicente Boo, corresponsal de ABC en el Vaticano desde hace más de 20 años, retrata en una serie de artículos el período 2017-2018, el más difícil del pontificado, con continuos ataques contra el Obispo de Roma. Francisco, sin embargo, no solo no pierde la paz, sino que «la contagia» a su alrededor, prosiguió el arzobispo de Madrid. Y no se amedrenta. Es «un Papa que gobierna», firme en sus decisiones, pero antes de tomarlas «escucha» e incorpora los puntos de vista de los demás, incluidos los comentarios más ácidos. «Realmente se cree que es el siervo de los siervos de Dios», asegura Osoro.
Para conocerle, «nos lo pone fácil». «No esconde nada»; está siempre «a la vista pública». «Vemos hasta lo que come» en la residencia de Santa Marta. «No se ha guardado nada».
En cierto modo, él mismo es la reforma. «No busca solo un reajuste en la Curia romana, sino infundir en la Iglesia universal una cultura de servicio y entrega», cree Carlos Osoro.
Juan Vicente Boo vaticina que, tras estos «años difíciles», vendrán «los años decisivos», en los que se sustanciarán las líneas iniciadas desde 2013, junto a nuevas sorpresas. El pontificado, afirma, no solo no disminuye su intensidad, sino que la acrecienta. Francisco no da señales de fatiga.
A punto de ver la luz está ya la reforma de los dicasterios vaticanos. Boo aplaude el nuevo esquema. Salvo en un aspecto: la comunicación. Se acentúan, en lugar de corregirse, los problemas que comenzaron con Benedicto XVI, elegido Papa «en un estado de salud desastrosa». Eso obligó a ahorrarle tareas. Joaquín Navarro Valls, portavoz papal, perdió el acceso directo que había tenido con Juan Pablo II. Los ritmos informativos los marcaban entonces los telediarios de la noche y los periódicos de la mañana. Hoy los plazos se han acortado enormemente, los incendios mediáticos se propagan en cuestión de minutos, pero la burocracia vaticana ha seguido estableciendo nuevas barreras que harán que el próximo portavoz esté «llamado a ser un mártir, un héroe que cae en acto de servicio», lamenta el veterano vaticanista. Cierto que hasta ahora Francisco no ha necesitado mucho intérprete para que traduzca al mundo sus mensajes, pero qué ganas hay de jugársela, apunta Boo.