«Jesús los llama a servirle con alegría», decía el Papa en la carta que envió a los madrileños —de cuna o de adopción— para animarlos a cantar, sin tapujos, «haciendo lío», en la fiesta que la Asociación Católica de Propagandistas organizó en Cibeles el sábado pasado. La Resurrección no solo se debe celebrar en los templos, la alegría de la Buena Noticia no solo se debe compartir dentro de los muros de nuestras casas, y esta institución está apostando fuerte para ayudarnos a ello. No importan las cifras, como muchos se empeñan en contabilizar para sostener el éxito o fracaso del evento. Qué más da si estaba muy llena la plaza, o medio llena. La alegría de saberse amado por un Dios que venció a la muerte brotaba de cada familia —desde abuelos a nietos—, gritando a voz en grito las letras de los muchachos de Hakuna; de cada grupo de monjas con sus tocas bailando al ritmo de Juan Peña; de cada viandante que se acercaba, curioso, a ver a Carlos Baute recordando en el ágora, en la plaza pública, que comenzó cantando gracias a la Iglesia. Que este chute de valentía no caiga en saco roto. La naturalidad de compartir la alegría sin hacer proselitismo es nuestra hoja de ruta.