«¡Cómo quisiera una Iglesia pobre y para los pobres!» - Alfa y Omega

«¡Cómo quisiera una Iglesia pobre y para los pobres!»

En la Misa del inauguración de pontificado, el Papa Francisco apenas ofreció unos trazos generales sobre por dónde puede ir su ministerio petrino. Tampoco hacía falta. Con la elección del nombre, ya lo ha dicho todo. «Debería haber visto –le dijo su Vicario General para la Ciudad del Vaticano– la cara de los cardenales», cuando lo oyeron

Ricardo Benjumea
Instantánea, el pasado domingo, durante el primer rezo del ángelus del Papa Francisco, en la plaza de San Pedro
Instantánea, el pasado domingo, durante el primer rezo del ángelus del Papa Francisco, en la plaza de San Pedro.

¿Por qué el nombre de Francisco? «Les contaré la historia –dijo el Papa a los periodistas, durante la audiencia del sábado–. Durante las elecciones, tenía al lado al arzobispo emérito de San Pablo, y también Prefecto emérito de la Congregación para el Clero, el cardenal Claudio Hummes: un gran amigo, un gran amigo. Cuando la cosa se ponía un poco peligrosa, él me confortaba. Y cuando los votos subieron a los dos tercios, hubo el acostumbrado aplauso, porque había sido elegido. Y él me abrazó, me besó, y me dijo: No te olvides de los pobres. Y esta palabra ha entrado aquí [se lleva el dedo índice a la sien]: los pobres, los pobres. De inmediato, en relación con los pobres, he pensado en Francisco de Asís. Después he pensado en las guerras, mientras proseguía el escrutinio hasta terminar todos los votos. Y Francisco es el hombre de la paz. Y así, el nombre ha entrado en mi corazón: Francisco de Asís. Para mí es el hombre de la pobreza, el hombre de la paz, el hombre que ama y custodia la creación; en este momento, también nosotros mantenemos con la creación una relación no tan buena, ¿no? Es el hombre que nos da este espíritu de paz, el hombre pobre… ¡Ah, cómo quisiera una Iglesia pobre y para los pobres!».

El Papa mencionó una serie de comentarios que hicieron poco después los cardenales. «Pero tú deberías llamarte Adriano, porque Adriano VI fue el reformador, y hace falta reformar…». Y otro me decía: «No, no, tu nombre debería ser Clemente». –«Y ¿por qué?». –«Clemente XV: así te vengas de Clemente XIV, que suprimió la Compañía de Jesús».

Debería haber visto la cara de los cardenales

Esta última broma se la hizo el cardenal brasileño Raymundo Damasceno. El Papa no quiso volver de la Capilla Sixtina a la residencia de Santa Marta en su vehículo oficial, sino que prefirió hacerlo en un microbús, con los cardenales. Y había sitio libre al lado del arzobispo de Aparecida.

El breve trayecto dio ocasión a algunas bromas, tras la fuerte conmoción que produjo el nombre elegido por Jorge Bergoglio; ya que, hasta ahora, existía la idea de que Francisco era un nombre tabú para un Romano Pontífice. «Debería haber visto la cara de los cardenales», le dijo el domingo el cardenal Angelo Comastri, Vicario General del Papa para la Ciudad del Vaticano, en la parroquia de Santa Ana. «A mí personalmente me vino a la mente un episodio. En 1993, Juan Pablo II fue a La Verna, yo era obispo en Toscana y fuimos a acogerlo. En el gran refectorio de La Verna, al concluir el almuerzo, Juan Pablo II, conversando con los frailes y obispos, dijo: Aquí en La Verna y Asís, de algún modo, nacieron los franciscanos, y también de alguna manera renació el cristianismo, reencontrando la sencillez y el fervor de los inicios. Es de algún modo, Santo Padre, lo que está sucediendo: estamos reencontrando la llaneza y el fervor de los inicios», dijo el cardenal, en un breve discurso, recogido por Zenit.

Francisco es un nombre muy fuerte, sobre todo en Italia. «Particularísimo», reconoció el Presidente de la Conferencia Episcopal Italiana, cardenal Bagnasco. «Mi corazón empezó a latir muy fuerte; eran verdaderos latidos de alegría», confesó el cardenal Antonelli, Presidente emérito del Consejo Pontificio para la Familia.

Era el colofón a un Cónclave que se había desarrollado de un modo sorprendente para los propios cardenales, del que salió elegido un insospechado candidato por «abrumadora mayoría», muy por encima de los dos tercios requeridos, según ha revelado el cardenal Re. «No hubiera esperado que ocurriera de este modo, ni tan rápido o del modo en que se desarrolló», contó el cardenal George, norteamericano. «Creo que el Espíritu Santo deja claro qué camino debemos tomar. Y tomamos ese camino muy rápidamente».

El filipino cardenal Tagle reconoce a Radio Vaticano que, tras la renuncia de Benedicto XVI, sintió «mucho miedo», pero «el temor se transformó en fe en el Señor cuando se verificó durante el Cónclave» cómo Cristo conduce a su Iglesia e indica claramente «la voluntad de Dios» y cuál es la persona señalada como sucesor de Pedro, a pesar de que en la Capilla Sixtina no hay «programas ni proyectos personales».

Muy similar es la conclusión que saca, en su blog, el cardenal Dolan, de Nueva York: «No exagero si os digo que Jesús todavía vive en esta casa dedicada a su amiga, santa Marta». El arzobispo vuelve a los Estados Unidos con una idea clara confirmada en su mente: «Es Su Iglesia. No mía, no del Vaticano, ni siquiera del Papa Francisco. Es Su Iglesia. Y sobre la roca de Pedo construirá Su Iglesia».

Dolan decía, pocos días antes del Cónclave, que los cardenales buscaban a la persona que más les recordara a Jesucristo. A juzgar por la expresión de su rostro, el viernes, durante un breve y fortuito encuentro con un grupo de profesionales en el Centro de Prensa, el cardenal norteamericano está convencido de que lo han encontrado. Y de que el parecido es verdaderamente asombroso.