¿Cómo mejorar la imagen de la Iglesia en los medios? - Alfa y Omega

¿Cómo mejorar la imagen de la Iglesia en los medios?

Los profesionales de la comunicación premiados con el ¡Bravo! 2013, -merecedores del galardón por su «servicio a la dignidad del hombre, los derechos humanos y los valores evangélicos», según la propia Conferencia Episcopal Española describe en las normas del Premio- explican por qué a veces llega a la sociedad una imagen tan distorsionada de la Iglesia, y ofrecen algunas reflexiones sobre cómo mejorarla

Redacción

Iglesia Noticia, Premio ¡Bravo! de radio

Eva Galvache, co-presentadora y co-directora

El mensaje de la Iglesia es sorprendente. Se podría vender solo. Nos tenemos que preguntar si la imagen que ofrece la Iglesia es comprensible para el hombre y mujer de hoy. Y si llega una imagen distorsionada, algo se está haciendo mal. Es primordial comunicar bien, de manera convincente y, muy importante, con alegría. El reconocimiento de los propios errores por parte de la Iglesia, como hizo Benedicto XVI, por ejemplo, con el tema de los abusos sexuales y que luego ha continuado el Papa Francisco con su petición de perdón, ha contribuido a humanizar esa imagen y a acortar distancias con una parte de la sociedad.

Mejorarla es una tarea de todos: de la propia Iglesia y de los comunicadores. Y pasa por aprender a comunicar bien el mensaje que se quiere transmitir. La Iglesia se ha actualizado y ha cambiado mucho en el modo de comunicar. Es importante creer en lo que se cuenta y no tener miedo a contarlo. Siempre en clave de esperanza. Por otro lado, es fundamental la formación de los comunicadores.

Faustino Catalina, co-presentador y co-director

La imagen de la Iglesia llega a veces distorsionada, entre otras cosas, porque vivimos en una sociedad que juzga y valora a las personas e instituciones por determinados clichés o ideas preconcebidas y alimentadas por amplios sectores de los medios de comunicación. Así, mientras la identificación de la Iglesia con sus dirigentes goza de una mala imagen, su labor caritativa y social está ampliamente reconocida y apreciada.

Una imagen, y sobre todo si es mala, no se cambia de la noche a la mañana. Y no es fácil, porque a pesar de los cambios y mejoras en la comunicación de y desde las instituciones eclesiásticas, se echa de menos una mayor y deseable claridad, transparencia, presencia en los medios y redes sociales. Hoy día, esa inmediatez exige respuestas sobre temas que van desde la familia a la educación, o a diversas cuestiones éticas. Y aunque la responsabilidad de contarlo es del mensajero, en este caso el periodista, en no pocas ocasiones se echa de menos desde las instituciones católicas su visión y opinión sobre todo aquello que puede contribuir a una cultura de mayor justicia y solidaridad con los más necesitados.

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Mundo Cristiano, Premio ¡Bravo! de prensa

Darío Chimeno, director

Creo que hay un interés en la imagen de la Iglesia que llegue distorsionada: por motivos históricos y culturales en España existe un gran anticlericalismo. En este sentido, en nuestro país se ha mezclado la política y la religión en el debate público y llevamos años confundiendo al personal. Junto con ello, y al mismo nivel, hay una falta de formación religiosa enorme: no se ha trasmitido el mensaje evangélico de forma agradable, y, en algunas ocasiones, se ha insistido en lo negativo, en vez de lo positivo. Dicho esto, la Iglesia siempre estará contracorriente, porque ya lo experimentó así su Fundador y porque su seguimiento exige lucha.

Se dice que Mark Twain oraba con estas palabras: «Señor, haz que los malos lleguen a ser buenos, pero te lo suplico, ¡qué los buenos lleguen a ser simpáticos!» En la Iglesia hay gente muy santa, personas que se entregan hasta lo indescriptible. Y suele coincidir que esas personas son alegres, amables (es decir, dignos de ser amados), cariñosas… Si somos de los que nos cuesta todavía entregarnos del todo a Dios y a los demás, por lo menos, pongamos un rostro alegre, porque lo único que podemos vender de nuestra fe a otra persona no creyente -o incluso con prejuicios contra la fe cristiana- es la alegría sincera. Con un cenizo al lado no se va a ninguna parte, y menos al cielo.

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ODISUR, Premio ¡Bravo! al trabajo diocesano en medios de comunicación

Antonio Gómez, director

Reconozco que no siempre sabemos comunicar bien, y esto es grave, porque una misión esencial de la Iglesia es la de comunicar la Buena Noticia del Evangelio. Quizá pecamos, a veces, de discursos demasiado teóricos y alejados de nuestros destinatarios, con un lenguaje que no es el de la calle, y no nos entienden. Sin embargo, cuando presentamos lo mucho que la Iglesia hace en favor de los más necesitados del mundo, sí que nuestro mensaje se entiende con claridad y llega a todos, y es bien recibido. Tenemos que aprender a usar más y mejor los medios de comunicación. También hay que reconocer que hay quienes están interesados en distorsionar la imagen de la Iglesia. Pero esto, lejos de amedrentarnos, debe ser un estímulo para seguir comunicando, más y mejor.

Para mejorar, lo primero que se me ocurre es superar el recelo, por no decir miedo, que existe en muchos sectores de la Iglesia hacia los medios. Considerarlos como herramientas útiles para la evangelización es un primer paso indispensable. Lo segundo es utilizarlos, sin más. Se aprende su manejo haciendo uso de los mismos, sobre todo los nuevos medios digitales, tan económicos y cada vez más accesibles. Tenemos que ser una voz que suene fuerte y clara, sabiendo que tenemos un mensaje positivo que ofrecer, lleno de Vida y de esperanza.

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Un Dios prohibido, Premio ¡Bravo! de cine

Pablo Moreno, director

Gran parte del problema está en la forma en la que la Iglesia se comunica a la sociedad. Una parte tiene una visión de la Iglesia como algo decimonónico y obsoleto, con normas y juicios morales de otras épocas. Y aunque se han hecho grandes esfuerzos comunicativos, aún falta dar ese gran salto para mostrar lo que la Iglesia es en realidad. Esa mala comunicación desemboca en falta de información, y eso ha favorecido que muchas personas no comprendan el funcionamiento y los objetivos de la Iglesia. Personalmente, creo que la Iglesia no tiene por qué obsesionarse en lavar su imagen, creo que sería mucho más efectivo que comunicase con honestidad y coherencia cada una de sus dimensiones.

Para mejorarla, hay que afrontar con valentía y de forma evangélica los conflictos, saliendo al paso de las injusticias y las necesidades que surgen en las periferias existenciales, en los extrarradios de la sociedad, en los nuevos foros y areópagos, por las vías de comunicación tradicional y por las nuevas redes de comunicación. El mejor comunicado es siempre el del amor al prójimo, no se debe olvidar que la Iglesia no es otra institución más. El mundo necesita esperanza, amor, conciliación, comprensión, paz, mediación y diálogo y la Iglesia tiene que estar a la altura de todas esas expectativas.

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Premio ¡Bravo! de nuevas tecnologías

Agencia 101, por la cuenta @pontifex

«El Papa Francisco está marcando el camino a seguir a la Iglesia en el uso de las nuevas tecnologías», afirma el director de la Agencia 101, Gustavo Entrala, creador de la cuenta de Twitter @pontifex. Una cuenta que nació durante el pontificado de Benedicto XVI, y «significó una auténtica revolución para la comunicación de la Iglesia católica. Por primera vez en la Historia, un Papa entraba como uno más en una red social», explica Entrala. Su sucesor, «el Papa Francisco, ha continuado con esta línea de apertura a las nuevas tecnologías y ha abrazado con entusiasmo el impulso digital de Benedicto XVI, aumentando significativamente el número de textos que publica y enviando mensajes específicos a los católicos de países concretos donde necesitan su apoyo», añade.

Pero aún, reconoce el director de la Agencia 101, «queda mucho camino por recorrer, tanto en las formas como en el fondo». Para Entrala, «lo importante no es la mera presencia de los líderes de la Iglesia en las redes sociales, sino que los católicos conviertan los medios sociales en un genuino punto de encuentro con los demás, a través de una presencia que refleje el espíritu cristiano tanto en los contenidos de lo que se aporta como en el estilo con el que se participa».

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Premio ¡Bravo! de publicidad

ONCE, por la campaña con motivo de su 75 aniversario

Para el director de Comunicación e Imagen de la ONCE, Antonio Mayor, que recoge el Premio ¡Bravo!, este galardón «es un honor, ya que la ONCE y su Fundación tienen siempre como máxima de su actuación el respeto a las personas y la igualdad de oportunidades», y este Premio de la Comisión episcopal de Medios de Comunicación Social reconoce «la dignidad del hombre y los derechos humanos».

Especialmente, para la ONCE «es emocionante y muy esperanzador que premien la labor que hacemos en el mundo de la publicidad. Desde la ONCE y su Fundación llevamos muchos años trabajando para mejorar la imagen y el tratamiento de las personas con discapacidad en los medios y en la sociedad en general y, por ello, consideramos la publicidad como un instrumento clave». Y reconoce que las campañas publicitarias de la institución «tratan de que la sociedad reconozca a estas personas como unos ciudadanos más y, por ello, impulsamos siempre una publicidad responsable, capaz de derribar conciencias, que siempre son las más difíciles de superar».

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Premio ¡Bravo! de televisión

Alba Castilla, MasterChef

Alba Castilla, miembro de Shine Iberia, la productora del talent culinario MasterChef, agradece, de parte de todo el equipo del programa, «el Premio ¡Bravo!, que llega tras el éxito de audiencia cosechado tanto en la primera temporada del talent culinario como en la versión infantil, MasterChef Junior». Para la productora, «es un gran honor este reconocimiento, ya que fortalece, aún más, nuestra apuesta por el entretenimiento familiar. Además, nos amina a continuar trabajando en este espacio televisivo que se basa en valores como el esfuerzo, la constancia y el trabajo en equipo».