¿Cómo leer el décimo consistorio del Papa Francisco? - Alfa y Omega

El décimo consistorio del Papa Francisco llega, como de costumbre, de forma sorprendente; al menos si se mira la elección de cardenales. El Papa Francisco sigue favoreciendo a las Iglesias periféricas; parece utilizar el método del cardenal-mensaje para indicar cuáles cree que son las prioridades y sigue sin elegir en función de las sedes o de las posiciones consideradas cardenalicias.

La de Francisco es, en cierto sentido, una revolución cultural. Antes, los Pontífices identificaban a personas que consideraban de confianza, las acercaban a ellos, en cargos de gobierno o en diócesis de cierta importancia, y luego les imponían el capelo cardenalicio rojo, legitimando su participación en el gobierno de la Iglesia. Con este Papa, sin embargo, los cardenales están lejos de los centros de poder. Su contribución al gobierno de la Iglesia solo puede venir desde una perspectiva descentralizada, porque —como dice el Santo Padre— «es desde las periferias desde donde mejor se ve el centro».

¿Cómo leer entonces este consistorio de Francisco? Hay tres pautas: números, perfiles, legado. En cuanto a los números, el Papa, el próximo 7 de diciembre, creará 21 nuevos cardenales y, de ellos, 20 tienen derecho a voto en el cónclave por tener menos de 80 años. Por lo tanto, poco después habrá 141 cardenales electores que se convertirán en 140 a finales de 2024. De estos 140 cardenales, 112 (80 %) han sido creados por él. Durante 2025, 13 cardenales superarán los 80 años y ya no podrán votar en la Capilla Sixtina. Sin embargo, serán 127 cardenales los que podrán votar en el cónclave, siete más que el límite de 120 fijado por Pablo VI. Un Papa después de Francisco podría esperar al menos dos años para convocar un nuevo consistorio.

En total, en once años de pontificado, el Papa Francisco ha creado 163 cardenales y ha convocado diez consistorios. Es un cambio generacional notable. En lo que respecta a los continentes, el peso de Asia y África en el colegio cardenalicio está creciendo; Australia tiene un nuevo cardenal que, sin embargo, debe ser considerado en la cuota de la Iglesia grecocatólica ucraniana, y tres nuevos cardenales aún no son obispos y deberán serlo antes de ponerse la birreta roja.

Cuatro nuevos cardenales son italianos (tres con derecho a voto en el cónclave), Europa gana tres birretas rojas; cinco van a América Latina, que contará, a partir del 7 de diciembre con hasta 18 cardenales electores. Asia aumenta cuatro en el recuento de cardenales, África dos, mientras que hay un nuevo cardenal procedente de América del Norte. Once de los 21 nuevos cardenales pertenecen a órdenes religiosas: cuatro franciscanos, dos dominicos, dos misioneros del Verbo Divino, un redentorista, un scalabriniano y un vicenciano. La composición continental de un posible cónclave se cuenta de la siguiente manera: 55 cardenales de Europa, 39 de América (norte y sur), 26 de Asia, 18 de África y cuatro de Oceanía.

Los perfiles de estos cardenales son variados. La atención por Iberoamérica es evidente y premia a Perú, a Chile, a Brasil y al Ecuador del Congreso Eucarístico Internacional. En Europa, el Papa Francisco mira a Belgrado y le entrega la púrpura al arzobispo Laszlo Nemet. Quedan fuera de la lista de escaños cardenalicios capitales importantes como París, Bruselas y Lisboa. El Papa nombrará cardenal al arzobispo Rolandas Makrickas, arcipreste coadjutor de Santa María la Mayor, que ha trabajado duro para resolver los asuntos financieros. En Italia, el Papa Francisco premia a Baldassarre Reina, que lo ha apoyado en la gestión del vicariato como vicegerente y que será su vicario en la diócesis de Roma. Pero también al padre Fabio Baggio, subsecretario del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral, que también es director de los proyectos que el Papa tiene en el corazón. Por tanto, uno de los perfiles es el de colaboradores leales, entre los que también figura el organizador de los viajes papales, el padre Koovakand.

El otro perfil es el de los teólogos —entran en el colegio cardenalicio el arzobispo de Turín, Repole, y el padre Timothy Radcliffe—. Por último, el de las periferias, con las púrpuras al arzobispo de Argel, Vesco; al de Teherán-Isfahan, Mathieu; al eparca grecocatólico ucraniano de Melbourne, Bychok, y al arzobispo de Tokio, Kikuchi, que también es presidente de Caritas Internationalis. Todavía dentro de este perfil de las periferias, la birreta roja va además al arzobispo Cabrera, de Guayaquil, en Ecuador; a Siongco, obispo de Kalookan, en Filipinas, y a Syukur, el de Bogor, en Indonesia.

En cuanto al legado, el Papa Francisco ha blindado así un posible cónclave, pero ha dejado una indicación precisa de cuál quiere que sea la dirección de la Iglesia. El 48 % de los nuevos cardenales son padres sinodales y es una señal de que el Santo Padre quiere dar cada vez más importancia al Sínodo. Es un consistorio que vale al menos para dos años y que no hay que subestimar. Serán los purpurados que nos acompañarán durante el Jubileo 2025.