Me sucedió hace algo más de un mes. Después de abrir la parroquia me puse a rezar y, al poco tiempo, un grupo de niños entró en el templo pegando gritos. Les dejé hacer pensando que se cansarían si no les hacía caso y se marcharían. Sin embargo, no sucedió como creía, sino que comenzaron a llamar mi atención preguntándome el nombre. Me acerqué a ellos y nos pusimos a hablar. Eran niños y niñas del barrio, entre los 6 y los 13 años, que estudian en el colegio que está pared con pared con la parroquia. Algunos estaban bautizados, pero no habían hecho la Primera Comunión; otros no estaban bautizados y la gran mayoría nunca había entrado en la iglesia. Sin embargo, se encontraban como en casa.
Esta anécdota pone de manifiesto algo que el autor del libro que presentamos, el canonista José San José, deja muy claro: la parroquia es fundamentalmente la casa donde todos caben. Un hogar donde el mismo Dios recibe a todos con los brazos abiertos. «Es la familia de Dios, fraternidad de una sola alma, lugar de encuentro e integración de la diversidad; hace visible y sociológicamente perceptible el proyecto de Dios de invitar a todos los hombres a la alianza sellada en Cristo».
Es verdad que, en los últimos años, especialmente después del Vaticano II y con la aparición de los nuevos movimientos eclesiales, se ha puesto en cuestión el futuro de las parroquias. Incluso se ha llegado a decir que es un modelo pastoral superado. Y, sin embargo, la parroquia tanto en las grandes ciudades como en las zonas rurales, de modo especial en lo que llamamos la España vaciada, sigue siendo el lugar en el que, de forma sencilla y humilde como el grano de mostaza, se muestra el rostro de Cristo que se entrega por nosotros en la celebración de los sacramentos; en el anuncio de la Palabra de Dios que fortalece la fe; dando consuelo y esperanza a los enfermos; mostrando el amor hacia los pobres. En definitiva, la parroquia nos recuerda que Dios sigue amando a este mundo y en Cristo se entrega por la salvación de todos.
A lo largo de estas páginas, José San José nos muestra cómo en la sociedad secularizada en la que vivimos la parroquia actúa con corazón de madre y sale al encuentro de todos. Y todos los que en ella trabajan y colaboran, desde el párroco hasta los agentes de pastoral; todo lo que en ella hay, desde la sacristía hasta el campanario; todo lo que en ella se celebra y se realiza; todo, absolutamente todo, tiene como fin hacer presente el Reino de Dios.
José San José Prisco
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