COMECE pide a la UE apoyo para el Líbano en nombre de la Iglesia local
El presidente de COMECE ha pedido al Comisario para la Política de Vecindad que colabore con entidades religiosas para llevar ayuda humanitaria y reconstruir el tejido social
La Comisión de las Conferencias Episcopales de la Comunidad Europea (COMECE) ha instado a la Unión Europea a apoyar a la población libanesa en su lucha por preservar su identidad y el tejido social del Líbano frente a la crisis que sufre el país desde octubre de 2019.
En una reciente reunión, la COMECE ha trasladado al Comisario de la UE para la Política de Vecindad y de Ampliación, Olivér Várhelyi, una petición de ayuda en nombre de la Iglesia del país. Y ha propuesto formas concretas de abordar las necesidades sociales, de vivienda, de atención sanitaria y de educación de los libaneses.
Entre ellas, se ha instado a la UE a «buscar formas creativas de compromiso y asociación con las iglesias y los actores religiosos sobre el terreno», ha explicado Manuel Barrios, secretario general de COMECE. A falta de políticas y acciones públicas eficaces, la Iglesia y los actores confesionales (como Cáritas Líbano y L’Œuvre d’Orient) prestan servicios humanitarios indispensables a todas las comunidades. «Sin embargo, la crisis socioeconómica amplificada por la pandemia del COVID-19 está suponiendo una amenaza existencial para muchas de sus operaciones».
Una identidad de encuentro
Fue la Asamblea de Patriarcas y Obispos Católicos del Líbano (APECL) quien, el 21 de abril, dirigió una carta al cardenal Jean-Claude Hollerich SJ, presidente de COMECE. En ella, le pedían ayuda para trasladar su mensaje a la UE. La actual crisis política, social, sanitaria y económica a la que se enfrenta el país, explicaban, pone en peligro su propia identidad, forjada por «el encuentro, la pluralidad y la fraternidad». Cualidades que «lo convierten en el lugar natural para el diálogo entre las diversas comunidades religiosas y culturales».
Haciéndose eco de los reiterados llamamientos del Papa Francisco, la Iglesia libanesa instaba a la comunidad internacional, incluida la UE, a garantizar «el mantenimiento de sus derechos individuales, colectivos y nacionales, contribuyendo a la lucha contra la crisis económica, a la protección del tejido social y a la preservación de la identidad y la especificidad del Líbano».
En su carta, los Patriarcas y Obispos católicos destacaban también la necesidad de apoyar la presencia cristiana en la región a través de las instituciones de la Iglesia. Ellas «están y estarán siempre al servicio de todos los ciudadanos, sin distinción ni discriminación, y seguirán trabajando incansablemente por el bien común».