Colombo. Gabardina para la rentrée

Hay algo en el verano que va más allá de interminables tardes de playa, de sobremesas familiares y de noches de verbena. Ciertamente es un poco todo eso, pero sus sabores y, sobre todo, sus olores inherentes son los de aquellos libros que se guardan en las casas del estío, esas que, por lo general, son o fueron las familiares y en cuyas habitaciones, además de maletas de primos, encontramos viejas novelas, películas y series policíacas o de aventuras, tan devoradas por nosotros cuando niños y a las que hemos vuelto estos días de calor. Julio y agosto huelen, irremediablemente, a esas estanterías y suenan a esos salones cuando abuelos y tíos encienden el televisor y se escucha la sintonía de su serie favorita. Aquellas salitas repletas, entre siesta y digestión, antes de meterse al agua.

Es por eso que para mitigar los efectos de la dichosa rentrée les traigo, como sugerencia y recuerdo, la serie favorita de mi tío abuelo Pepe, que en paz descanse, con la que nos hizo comenzar tantas tardes de verano: Colombo. Serie que todos sus nietos y sobrinos disfrutábamos tumbados en el suelo delante de la tele, traje de baño puesto, y que pueden disfrutar en Amazon Prime para comprender por qué las aventuras del teniente del departamento de homicidios de la Policía de Los Ángeles son para quien escribe una prórroga al verano.

Estos casos del teniente Colombo, encarnado por Peter Falk —a quien recordamos en su papel de abuelo en La princesa prometida o de detective al más puro estilo Bogart en Un cadáver a los postres—, bien merecen el calificativo de entrañables. Su protagonista, despistado, desgarbado y desaliñado —acompañado de su sabueso de nombre Perro—, su oscilación entre la inteligencia genial y la estupidez y su inconfundible gabardina tienen todo lo que debe tener una historia para estirar el verano unos días y hacernos la vuelta al cole un poco más llevadera.